El esp¨ªa redentor
Richard Hanssen, el 'topo' de Mosc¨² en el FBI, us¨® sus ganancias para rehabilitar a una bailarina de 'strip-tease'
Nunca le sorprendi¨® al FBI que uno de sus agentes trabajara a sueldo de Mosc¨², porque el contraespionaje forma parte de lo habitual en este empleo. Lo que no encajaba es que el topo de los rusos fuera Robert Hanssen, un cristiano tan devoto y fervoroso como para empapelar la parte trasera de su coche con pegatinas del tipo 'Jes¨²s es mi salvador'. ?C¨®mo era posible que fuera el p¨ªo Hanssen el que trabajaba a sueldo de los comunistas si detestaba el ate¨ªsmo de esa ideolog¨ªa?
Ahora, el FBI cree haber encontrado la respuesta: Hanssen necesitaba el dinero que le pagaba Mosc¨² para financiar su trabajo como misionero de almas perdidas. El ex agente, encarcelado por un delito de traici¨®n que le puede llevar al pat¨ªbulo, gast¨® miles de d¨®lares en una mujer que trabajaba en un club de strip-tease. No consta que hubiera entre ellos ni relaci¨®n sentimental ni intercambio carnal: Hanssen s¨®lo emple¨® su dinero negro para apartar a la mujer del sendero del pecado, lo que en la pr¨¢ctica se traduce en un piso, un coche y un par de viajes, por cortes¨ªa del Kremlin.
Hanssen era un asceta de libro, un Robin Hood del apostolado. No gast¨® para ¨¦l ni uno solo de los 600.000 d¨®lares en dinero y en joyas que gan¨® por deslizar secretos hacia Mosc¨². Ni siquiera se compr¨® un coche para reemplazar la tartana con la que iba a su misa dominical.
Hanssen trabaj¨® 15 a?os como agente doble, hasta que fue cazado el 18 de febrero. Incluso su detenci¨®n parec¨ªa dise?ada por John le Carr¨¦: sus propios compa?eros le pusieron las esposas en un parque oscuro cerca de Washington cuando acababa de dejar un paquete con secretos para su contacto en el espionaje ruso.
En el trato diario, Hanssen nunca ocultaba su devoci¨®n por el cristianismo y su filiaci¨®n con el Opus Dei. Dice John McCloskey, sacerdote del Opus en Washington: 'Nuestro trabajo consiste en conseguir que los cat¨®licos no tengan una doble vida'. Menudo fracaso en el caso de Hanssen, porque la suya era una vida triple: esp¨ªa, topo y redentor.
Y tambi¨¦n es casualidad, dicho sea de paso, que el director del FBI comparta con Hanssen el ardor cat¨®lico y la admiraci¨®n por el Opus: los dos llevan a uno de sus hijos al colegio de la Obra en la capital (en el que, por supuesto, no se admiten mujeres).
Seg¨²n fuentes del FBI, el agente Hanssen frecuentaba el club Good Guys, un antro de strip-tease en las afueras de Washington al que acud¨ªa con Jack Hoschouer, un antiguo amigo al que conoci¨® de joven cuando los dos estaban en el Ej¨¦rcito. El tal Hoschouer seguramente iba al local a lo mismo que todo el mundo: a mirar. Hanssen iba a trabajar.
Hablaba con las chicas -que, por la naturaleza de su empleo, conversaban con ¨¦l en diferentes estados de desnudez- y trataba de abrir para ellas la senda del arrepentimiento. Con algunas se pon¨ªa a rezar all¨ª mismo; otras no encajaban con dulzura semejante demostraci¨®n de beater¨ªa.
Al menos una le escuch¨® con inter¨¦s. Hanssen entabl¨® amistad con una de las chicas del Good Guys y financi¨® (ahora sabemos que con dinero de Mosc¨²) un cambio en la direcci¨®n profesional de esta alma perdida. La mujer dej¨® el club, se fue a un piso con la ayuda de su esp¨ªa protector e incluso se puso al volante de un coche de 10.000 d¨®lares pagado por su ¨¢ngel de la guarda.
Para rematar la faena apost¨®lica, el esp¨ªa llevaba a misa a esta joven de virtud recobrada. Tan recto era el perfil de Hanssen, que nadie en la iglesia sospechaba que aquello fuera lo que podr¨ªa perfectamente definirse como 'un l¨ªo'. De hecho, al FBI no le consta que hubiera entre ellos nada m¨¢s all¨¢ de su vinculaci¨®n m¨ªstica.
Paul Moore, que ha sido amigo de Hanssen 20 a?os, ha dicho en la CBS: 'Alg¨²n d¨ªa, esa mujer escribir¨¢ un libro, El esp¨ªa que no me am¨®. Es f¨¢cil imaginar a Hanssen tratando de convencer a las chicas del club de que ¨¦se no es el trabajo que Dios quiere que hagan'.
Ahora, Hanssen espera en la c¨¢rcel un juicio del que saldr¨¢, como m¨ªnimo, una condena a cadena perpetua, si es que la fiscal¨ªa no decide pedir para ¨¦l la pena de muerte. O dicho de otra forma: si es que Hanssen no canta todo lo que sabe para evitar la inyecci¨®n letal.
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