Ciencia confusa

El negocio de la telefon¨ªa m¨®vil con tecnolog¨ªa UMTS se ha convertido en uno de los fiascos tecnol¨®gicos m¨¢s notables de la legislatura del PP. Las operadoras que deb¨ªan poner en marcha el negocio han tenido que suspender el lanzamiento y aplazar la esperada recogida de beneficios, despu¨¦s de comprometer inversiones billonarias, debido a que las empresas encargadas de desarrollar la tecnolog¨ªa no han llegado a tiempo para cumplir los plazos previstos. Pero ¨¦ste no ha sido el ¨²nico contratiempo. En el caso de Espa?a, la situaci¨®n presente y las perspectivas del negocio se han complicado de forma muy grave, debido a la intervenci¨®n del Gobierno, que como m¨ªnimo cabe calificar de poco afortunada.

Entre las piezas de la ceremonia de la confusi¨®n orquestada por el Ejecutivo espa?ol cabe mencionar la convocatoria de un concurso, resuelto atropelladamente dos d¨ªas antes de las elecciones generales de 2000, que concedi¨® cuatro licencias de telefon¨ªa UMTS a Telef¨®nica, Airtel, Amena y Xfera, y la implantaci¨®n posterior de una tasa por el uso del espacio radiol¨¦ctrico de 160.000 millones anuales (recurrida por las empresas damnificadas). Una soluci¨®n pintoresca para echar tierra a la renuncia a la subasta de licencias que gener¨® ingresos billonarios en pa¨ªses como Alemania o el Reino Unido. La ministra de Ciencia y Tecnolog¨ªa Anna Birul¨¦s se las arregl¨® para estropear la ¨²nica ventaja posible del concurso frente a la subasta imponiendo un canon que desincentiva las inversiones.

La ministra Birul¨¦s sum¨® ayer otros motivos de desconcierto. La decisi¨®n de aplazar al menos durante un a?o la entrada en funcionamiento de la telefon¨ªa m¨®vil UMTS, a cambio de facilitar el desarrollo de una tecnolog¨ªa menos avanzada, la conocida como GRPS, es una consecuencia l¨®gica del retraso tecnol¨®gico apuntado. Nada que oponer. Pero es dram¨¢tico que, como en otras ocasiones, la ret¨®rica liberalizadora del Gobierno vaya acompa?ada de restricciones del mercado en la pr¨¢ctica; porque as¨ª debe interpretarse la decisi¨®n del Ministerio de retrasar sine die la concesi¨®n de las dos nuevas licencias de GSM -la tecnolog¨ªa al uso-, que el Gobierno todav¨ªa retiene en la rec¨¢mara. Arguye Birul¨¦s que falta espacio radiol¨¦ctrico; pero en diciembre el ministerio sosten¨ªa precisamente lo contrario, a pesar de las advertencias repetidas de las empresas y de la Comisi¨®n del Mercado de Telecomunicaciones.

Por torpeza manifiesta y embarullamiento pol¨ªtico, ese Ministerio est¨¢ incumpliendo algunos preceptos elementales que debe respetar cualquier Gobierno cuando se trata de ordenar un mercado. El primero es garantizar el m¨¢ximo n¨²mero de operadores compatible con la generaci¨®n de una rentabilidad apreciable y con la defensa de los intereses de los consumidores. Hoy no sabemos si son cuatro o seis y probablemente tardaremos en saberlo. El segundo es intervenir lo menos posible de forma que las empresas puedan desarrollar con garant¨ªas sus planes de inversi¨®n. Ni uno ni otro. Es el peor clima posible para cuando la tecnolog¨ªa UMTS est¨¦ disponible.