El 'Gran Ancho'
Le Grand Large, que dicen los franceses, el oc¨¦ano Atl¨¢ntico, parece todav¨ªa m¨¢s ancho desde que Bush el Joven ocupa la presidencia de Estados Unidos; y, como si fuera la balsa de Saramago, es el continente norteamericano el que ahora fluye hacia s¨ª mismo. En un pa¨ªs de la vastedad, de la riqueza, de la ambici¨®n natural y contradictoria que es Estados Unidos, han de convivir forzosamente sensibilidades muy diferentes; por ello, decir que en uno u otro momento de su historia la gran naci¨®n americana es expansiva, involutiva, optimista o depresiva, es una simplificaci¨®n necesaria para trabajar, pero siempre insuficiente como categor¨ªa intelectual. Washington lo es todo a un mismo tiempo.
As¨ª, el anterior presidente Bill Clinton expresaba una filosof¨ªa intervencionista, b¨¢sicamente bienintencionada -o, quiz¨¢, era un compromiso entre intenciones y encuestas- en la que se adivinaba un esbozo de c¨®mo quer¨ªa que fuera el mundo. Su sucesor, el hombre de ranuras como ojos -Bush el Joven-, marca, en cambio, el movimiento de p¨¦ndulo opuesto: la involuci¨®n, que podemos llamar con mayor propiedad unilateralismo que aislacionismo, porque en tiempo globalizador cualquier retrepamiento de Washington en sus desnudos intereses no deja menos de forzar un dibujo exterior, que se impone al pr¨®jimo tanto si le gusta como si no.
Y todo tiene mucho que ver con la desaparici¨®n del universo aparentemente bipolar -EE UU-URSS- en el que un bando era para s¨ª mismo el ben¨¦fico Dr. Jekyll, a la vez que para su opuesto, el tenebroso Mr. Hyde. Ahora, en un mundo occidental sin enemigo evidente, los intereses nacionales se diversifican de tal manera que las potencias pueden ser Jekyll y Hyde al mismo tiempo y para el mismo interlocutor.
Washington sigue siendo el gran aliado y protector de Europa cuando a ¨¦sta le pican los Balcanes, pero no por ello deja de advertir que estudia la retirada de sus tropas de la zona; ni tampoco deja de fomentar con la mayor desenvoltura inestabilidades innecesarias al dotar a Taiwan de un armamento que siempre se ha considerado de car¨¢cter ofensivo, en contravenci¨®n del compromiso de Shanghai suscrito con China en 1972; o, por abreviar la lista, lleva adelante su plan de guerra de las galaxias 2, aunque no le agrade a Europa.
Pero no significa eso que hayamos cambiado de era, sino m¨¢s bien que el joven Bush expresa una m¨¢s de las caras del poliedro norteamericano con esa relativa inhibici¨®n del mundo, que resulta tanto o m¨¢s decisiva para el pr¨®jimo que la versi¨®n metomentodo de la presidencia anterior. Clinton invitaba al aliado europeo a colmar el Gran Ancho, aunque siempre con el debido acatamiento y disciplina, mientras que hoy se le comunica que Am¨¦rica se ha hecho a la mar, y quien no le siga que se atenga a las consecuencias.
Este Bush II revela, en realidad, lo que Clinton difuminaba u ocultaba; que en Estados Unidos la pena de muerte es una alta demostraci¨®n de justicia retributiva; que el aborto no es un derecho a regular de todas las mujeres, sino una abrupta excepcionalidad a limitar; que el recalentamiento de la atm¨®sfera es un mal menor que ha de sufrir el pr¨®jimo, porque la gran industria norteamericana no puede permitirse el lujo de perder ventas; que China ya no es un socio estrat¨¦gico -como exultaba el anterior presidente-, sino un rival del que hay que desconfiar; que la pol¨ªtica cautamente europea de acercamiento a Rusia ha de verse constre?ida por un paraguas nuclear norteamericano que nadie ha pedido, pero que habr¨¢ que aceptar porque quedarse fuera ser¨ªa mucho peor.
Cuando se entona esa conocida letan¨ªa de los valores comunes que atesoran el Nuevo y el Viejo Continente -que es indiscutible que existen-, se olvida, sin embargo, que esa superposici¨®n positiva de actitudes es cada d¨ªa m¨¢s perfectamente compatible con guerras comerciales, desprecios y arrogancias al por mayor, zancadillas a la unidad europea -adem¨¢s de las que se echan los propios nacionales de Europa- y un desparpajo unilateral que Washington practica con ardor de multimedia. Por eso, con este Bush, ¨²ltima edici¨®n, el Grand Large es ya hoy mucho m¨¢s ancho de lo que era ayer.
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