Cuando los ojos cuentan
No s¨¦ de d¨®nde se habr¨¢ sacado la actriz Luc¨ªa Jim¨¦nez que su nombre significa 'defensora del amor y de la verdad', pero ahora que lo sabe estar¨¢ agradecida a su madre por haberle puesto m¨¢s que un nombre una consigna. Defender el amor es muy f¨¢cil, y atacarlo, tambi¨¦n, pero lo de la verdad es m¨¢s crudo. Ella tiene ya madurez para saberlo, pero si no, lo aprender¨¢ pronto. En todo caso, como dice que le interesan las historias de la posguerra, ya tendr¨¢ ocasi¨®n de aprender en ellas la frecuencia con que defender la verdad te puede costar la vida. Yo no s¨¦ mucho de etimolog¨ªa de los nombres, pero s¨ª lo suficiente como para estar seguro de que el de Luc¨ªa algo tiene que ver con luz. Es posible que su madre tuviera decidido el nombre antes de verle la carita, pero si no es f¨¢cil que lo hubiera decidido nada m¨¢s mirar a los ojos del beb¨¦. Ahora, esa luz que emana de los ojos de la actriz no habr¨¢ sido lo de menos para Moncho Armend¨¢riz al buscar un rostro de mujer con el que contar su historia de maquis en Silencio roto: la experiencia de la derrota y el sufrimiento del acoso se cuenta sobre todo con miradas. Y, puestos a buscarle un nombre a la mujer que lo cuente, para qu¨¦ andarse con rodeos: Luc¨ªa. Quiz¨¢ en los cr¨¦ditos de la pel¨ªcula deber¨ªan figurar los progenitores de la actriz por haber contribuido as¨ª al gui¨®n y, por supuesto, a la abuela, que, por lo que ahora s¨¦, ten¨ªa por h¨¦roes a los que escapaban y se lo contaba a la nieta segoviana mientras crec¨ªa. Estoy empezando a darme cuenta de que esos hijos de mis amigos que de pronto se me revelan haciendo cosas de inter¨¦s y reflexionando con talento sobre ellas no son una improvisaci¨®n de la vida, mero azar, sino, entre otras cosas, resultado de lo que han hablado en casa. Estas nuevas generaciones no andan tan divorciadas de su pasado como se dice y me alegro de que la siembra del olvido que impone la nueva est¨¦tica de la comodidad no aleje a los j¨®venes de la lecci¨®n de nuestros perdedores en medio de la complacencia de los nuevos ricos. No es necesario que una actriz se lleve a su personaje de copas, ni que lo meta en casa para siempre, pero, frente a las que interpretaban a un personaje sin aprender nada de ¨¦l, parece que las nuevas actrices prefieren encontrarse en la ficci¨®n con lecciones de vida que no quedan luego en mera fotograf¨ªa. Como es precisa la fotograf¨ªa para contar esas historias hay que celebrar que el cine espa?ol tenga criaturas como Luc¨ªa, a la que recuerdo, adolescente, abrazada a la guitarra en un rinc¨®n de su casa, y con la mirada despierta de quien se halla dispuesta a revisar todas las heridas.
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