Lo deseable y lo posible
El extraordinario inter¨¦s que suscitan en toda Espa?a las elecciones vascas, cuya campa?a se ha abierto este fin de semana con los primeros mensajes partidistas de grueso calibre, se debe sobre todo a que existe la posibilidad, seg¨²n las encuestas, de un cambio de signo del Gobierno tras m¨¢s de 20 a?os de hegemon¨ªa nacionalista, y a la incidencia que sus resultados puedan tener en el problema del terrorismo, primera preocupaci¨®n de los vascos y del conjunto de los espa?oles.
En realidad, el cambio de tendencia del electorado ya se hab¨ªa manifestado en las anteriores elecciones, en las que los partidos no nacionalistas (PP-UA-PSOE) consiguieron 32 esca?os, cinco m¨¢s que la suma de PNV y EA. Ello significa que, de no haber existido la tregua de ETA, que permiti¨® a los nacionalistas contar con el respaldo de EH a la investidura de su candidato, hubiera podido ser elegido un lehendakari no nacionalista. La resistencia de Ibarretxe a convocar elecciones pese a haber quedado en minor¨ªa no se deb¨ªa, como dec¨ªa, a que los resultados no iban a cambiar nada, sino precisamente a que si los resultados no cambiaban su partido perder¨ªa muy probablemente el poder. Pues sin tregua era impensable la repetici¨®n de un acuerdo del nacionalismo democr¨¢tico con EH.
La posibilidad del cambio es real, especialmente si PP y PSOE consiguieran retener en parte a los electores que les votan en las generales y se abstienen o votan a otras formaciones en las auton¨®micas. En las elecciones de 2000, ambos partidos obtuvieron 118.000 votos m¨¢s que en las auton¨®micas inmediatamente anteriores. Es decir, una diferencia de casi diez puntos. De ah¨ª que el mensaje de ambos partidos se oriente a estimular la participaci¨®n y, para ello, a acreditar la idea de que la alternancia es posible. El contundente mitin de ?Basta Ya! ayer en San Sebasti¨¢n, en el que socialistas y populares vascos compartieron emocionadamente como invitados los argumentos de esta asociaci¨®n de ciudadanos resistentes para desencadenar en las urnas un cambio sustancial en el Pa¨ªs Vasco, certifica la esperanzadora forja de una consistente alianza moral contra el terrorismo y el nacionalismo excluyente. Alianza a la que daban tambi¨¦n un inequ¨ªvoco espaldarazo desde Bilbao los dirigentes socialdem¨®cratas europeos all¨ª reunidos.
Porque si la gente habla del problema vasco y hace c¨¢lculos sobre f¨®rmulas alternativas de gobierno es, ante todo, por la lacra terrorista; durante muchos a?os se ha dado por supuesto que exist¨ªa una relaci¨®n inversa entre autogobierno y violencia: a m¨¢s autogobierno, menos terrorismo. Y se ha identificado autogobierno con gobierno nacionalista. Esa idea se ha visto cuestionada por la experiencia de los ¨²ltimos a?os. Los nacionalistas han sido incapaces de persuadir a ETA de que abandone la violencia, y tambi¨¦n de derrotarla utilizando sus competencias en materia de seguridad, hasta el punto de que se ha instalado en el Pa¨ªs Vasco un clima dominado por la imposici¨®n y el miedo; ni siquiera han logrado interrumpir la renovaci¨®n generacional de la banda a trav¨¦s de la kale borroka. De ah¨ª la relaci¨®n que una parte de la poblaci¨®n establece ahora entre cambio de Gobierno y mayor eficacia contra ETA.
Los ciudadanos no se equivocan al pensar que la situaci¨®n es tan grave que exigir¨ªa intentar agrupar a todos los dem¨®cratas, nacionalistas o no, en un frente contra ETA: un Gobierno de concentraci¨®n que estableciera una mejor relaci¨®n entre Madrid y Vitoria y que desplegase un programa de deslegitimaci¨®n pol¨ªtica y eficacia policial contra los profesionales de la pistola y la violencia callejera ser¨ªa la consecuencia m¨¢s l¨®gica de la situaci¨®n.
Pero es poco realista que pueda llegarse a esa f¨®rmula en las actuales condiciones, con un nacionalismo que sigue diciendo que comparte fines con ETA (a sabiendas de que tales fines s¨®lo podr¨ªan alcanzarse hoy mediante la coacci¨®n violenta y el sometimiento de la mitad no nacionalista de la poblaci¨®n) y cuyo m¨¢ximo dirigente ha abierto la campa?a electoral con la indigna declaraci¨®n de que, si ganan los otros, 'los de ETA se sentir¨¢n m¨¢s justificados para actuar'.
El 14 de mayo, todos los dem¨®cratas deber¨¢n ponerse de acuerdo en un plan contra ETA y en defensa de la libertad, en una idea plausible que alumbre una cultura pol¨ªtica nueva de la que Euskadi est¨¢ cr¨ªticamente necesitado. El electorado decidir¨¢ qui¨¦nes lo har¨¢n desde el Gobierno y qui¨¦nes desde la oposici¨®n.
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