El tesoro de los Manso de Contreras
Decenas de miles de cubanos viven desde hace a?os prisioneros de una singular fiebre del oro que ha puesto patas arriba familias, pueblos y hasta ciudades de la isla. La causa es una supuesta herencia millonaria que data del siglo XVIII y que el paso del tiempo y la imaginaci¨®n popular ha enriquecido hasta involucrar en ella a corsarios, monjas de clausura, tesoros emparedados en conventos, un velero llamado El Tit¨¢n, un misterioso banco en Londres e incluso a Fidel Castro y al propio Papa.
La fabulosa historia, mezcla de realidad, leyenda y surrealismo criollo, ha revolucionado las provincias centrales de Cuba, donde reside la mayor parte de los supuestos herederos, la mayor¨ªa gente humilde de campo; desde hace cinco a?os, legiones de posibles descendientes de los hacedores de la m¨ªtica fortuna -don Bartolom¨¦ Manso de Contreras y su esposa, Josefa de Loyola y Monteagudo, fallecidos en 1758 y 1755, respectivamente- han tomado por asalto archivos y registros civiles en busca de partidas de nacimiento, ¨¢rboles geneal¨®gicos y cualquier documento que sirvan para acreditar su parentesco con la ilustre familia.
La bola de nieve ha crecido hasta el extremo de que se han creado comisiones municipales y provinciales de herederos. Los delegados de ¨¦stas han explorado bibliotecas y hemerotecas, consultado abogados y bancos y hasta han tratado de implicar en la investigaci¨®n al Comit¨¦ Central del Partido Comunista, al Ministerio de Relaciones Exteriores y al Consejo de Estado de Cuba.
Nada han logrado hasta ahora, ni siquiera saber a ciencia cierta que la herencia existe ni cu¨¢l ser¨ªa su valor, pero los implicados creen ciegamente que cobrar¨¢n, y muy pronto. Hasta el momento, la fiebre Manso de Contreras ha afectado a unas 25.000 personas en la isla, que ya se han documentado debidamente como parientes e hipot¨¦ticos beneficiarios... Hay gente que hasta ha dejado el trabajo y vendido parte de su patrimonio convencida de que, a m¨¢s tardar este a?o, ser¨¢n millonarios. Otros, m¨¢s espabilados, han encontrado en este furor un modo de vida.
Hay diversas versiones sobre el origen de esta historia. Seg¨²n la m¨¢s difundida, todo comenz¨® en el a?o 1615, cuando lleg¨® a Cuba don Andr¨¦s Manso de Contreras por orden de la corona espa?ola para combatir a corsarios y piratas. Uno de sus descendientes, el rico hacendado Bartolom¨¦ Manso de Contreras, se cas¨® el 3 de febrero de 1739 con Josefa de Loyola y Monteagudo, rica heredera de otra importante familia propietaria de tierras en el centro de la isla. El matrimonio tuvo cuatro hijos: un var¨®n, Luis Rosendo, que muri¨® de peque?o, y tres ni?as, llamadas Mar¨ªa Isabel del Sant¨ªsimo Sacramento, Mar¨ªa Dolores de la Resurrecci¨®n y Mar¨ªa Manuela de San Agust¨ªn. Con estos nombres, l¨®gicamente, las tres se hicieron monjas de clausura, y cuenta la leyenda que recibieron de sus padres un fabuloso legado consistente en seis grandes arcas de hierro repletas de lingotes de oro y joyas familiares.
El peri¨®dico cubano El Pa¨ªs recogi¨® esta versi¨®n en 1947, indicando que las monjas empotraron los bienes heredados en el muro 'sobre la arcada monumental de la puerta del convento de Santa Clara', situado en la Habana, donde ejerc¨ªan las tres clarisas. All¨ª permaneci¨® el tesoro hasta que, en 1776, ante los rumores de un inminente ataque pirata, las religiosas enviaron secretamente el tesoro a Inglaterra en el velero El Tit¨¢n.
La prensa de principios de siglo pasado evalu¨® la fortuna en 30 millones de d¨®lares de la ¨¦poca, e inform¨® que ¨¦sta fue ingresada, a un 5% de inter¨¦s anual, en un banco brit¨¢nico -unos dicen que el Banco de Orfola; otros, que en el Banco de Inglaterra-. Seg¨²n la revista Bohemia, la traves¨ªa dur¨® 38 d¨ªas y, pese a que el barco fue asediado por piratas, lleg¨® sano y salvo. Bohemia se hace eco de la leyenda que cuenta que, antes de morir, las monjas Manso de Contreras hicieron un testamento a favor de sus t¨ªos, y de fallecer aqu¨¦llos, a favor de su descendencia sin l¨ªmites. Ah¨ª conectan el mito y la actualidad.
Ya en 1925, El Heraldo de Cuba public¨® un art¨ªculo donde se refer¨ªan los pormenores de la rocambolesca herencia y se aconsejaba a los herederos que la reclamasen; hab¨ªan transcurrido 200 a?os sin que se hubiera hecho movimiento alguno en el dep¨®sito y los intereses, aseguraba el diario; 'ten¨ªan al banco al borde de la quiebra'. La noticia arm¨® un tremendo revuelo. Aparecieron miles de personas que aseguraban llevar el distinguido apellido que, por cierto, para ese entonces estaba mezclado con otros no menos honorables, como Rodr¨ªguez de Mendoza, P¨¦rez de Prado, Ladr¨®n de Guevara, Loyola, Buenaventura o Arroyo.
En los a?os cincuenta, un reportaje de Bohemia refer¨ªa el caso de tres humildes pasteleros de un poblado de Camag¨¹ey que trataron de cobrar la herencia, reclamada con anterioridad por uno de sus abuelos. ?ste muri¨® en Mazorra (el hospital psiqui¨¢trico de la Habana), recluido por otros presuntos herederos que no quer¨ªan compartir la fortuna.
El ¨²ltimo episodio de este culebr¨®n colonial tuvo lugar recientemente, cuando el embullo y la imaginaci¨®n criolla, macerados por cuatro d¨¦cadas de escasez y sacrificios socialistas, mezcl¨® rumores de herencias paralelas y bolas de que el Gobierno hab¨ªa cobrado ya parte del dinero y que se comenzar¨ªa a pagar a los herederos a finales de 2000. Incluso se dijo que las autoridades entregar¨ªan a los descendientes casa y coche, adem¨¢s de una tarjeta de cr¨¦dito con la que podr¨ªan extraer del banco 350 d¨®lares al mes.
El virus se ha extendido incluso a Miami, donde ha contaminado a exiliados-herederos, como Margueritte Pad¨ªn Ladr¨®n de Guevara, que lleva una d¨¦cada peleando por 'su dinero'. Ha ido tres veces a Cuba y calcula la herencia en m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares.
Los herederos de San Ignacio
ANTONIA ARGELIA VIERA, comenz¨® peleando por la herencia de los Manso pero ahora ha pasado a reclamar otra. 'Nosotros somos Loyola, parientes de San Ignacio de Loyola', explica Argelia, una mujer humilde, de 55 a?os, due?a de un buen castellano y de car¨¢cter firme. Argelia representa a 10.000 personas de apellido Loyola que se han desgajado del grupo original de los herederos de Manso al descubrir que 'un hermano del santo, Hernando, vino a Cuba a comienzos del siglo XVI dejando abundante descendencia'. Es depositaria de los ¨¢rboles geneal¨®gicos y documentos que acreditan debidamente el parentesco. Son s¨¢banas y s¨¢banas de papel escritas y coloreadas a mano. 'Al morir San Ignacio test¨® a favor de sus descendientes', asegura Argelia, y por tanto, dice, ella y el resto de familiares de don Hernando tienen derecho a la herencia, que calcula en 'cuatro billones de d¨®lares. Y dice saber por una monja que, durante la visita del Papa a Cuba, en enero de 1998, Juan Pablo II se interes¨® ante las autoridades religiosas y el Gobierno de Castro por 'resolver' el asunto de la herencia de los Loyola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.