Juego limpio

No publicar los resultados de la encuesta del CIS ser¨ªa contribuir a un abuso del poder: ocultar a los ciudadanos, incluyendo los electores vascos, unos datos de los que s¨ª dispondr¨ªa el Gobierno y tambi¨¦n los partidos. No ser¨ªa justo, sino ventajista, que el partido del Gobierno pudiera decidir en funci¨®n de sus intereses particulares cu¨¢ndo se difunden, y cu¨¢ndo no, los resultados de los sondeos electorales. Pero adem¨¢s ser¨ªa rid¨ªculo no publicarlos: nadie podr¨ªa esperar que los partidos se reservaran esos datos sin que llegaran a los medios de comunicaci¨®n y que ¨¦stos se los reservasen a su vez para su uso privado, en an¨¢lisis y comentarios. Y m¨¢s cuando su contenido ya fue revelado ayer por un diputado de Izquierda Unida, que posteriormente introdujo toda la encuesta en su p¨¢gina web. Incluso el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se refiri¨® al mismo sondeo para afirmar que los resultados que arroja no son muy diferentes de los de otras encuestas privadas.

Efectivamente, no lo son, y ello hace m¨¢s incomprensible -aunque no m¨¢s justificada- la decisi¨®n de ocultarla. La ¨²nica forma de que los ciudadanos juzguen por su cuenta si son o no similares a los de otros sondeos es que los conozcan. Y lo que ayer era fuerte sospecha de ocultaci¨®n es evidencia a la luz de la ficha t¨¦cnica de la propia encuesta, que precisa que el trabajo de campo finaliz¨® el 25 de abril. Que haya tardado dos semanas en llegar al Ministerio de la Presidencia, como indica la versi¨®n oficial, s¨®lo se explicar¨ªa por la existencia de una orden superior para retrasar su elaboraci¨®n lo necesario para que llegara fuera de plazo: cuando ya no se pudiera publicar.

En funci¨®n, por cierto, de una normativa arbitraria y anacr¨®nica cuya revisi¨®n deber¨ªa ser una de las consecuencias de este esc¨¢ndalo. ?Qu¨¦ sentido tiene en el mundo actual ese tab¨² que impide difundir sondeos en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a? Su existencia forma parte de los mensajes m¨²ltiples y contradictorios que recibe el elector, y no hay motivo para considerarlo m¨¢s desorientador, o condicionante, que cualquier otro. Una legislaci¨®n arbitraria que el Gobierno se salta a la torera, en funci¨®n de criterios interesados, estableciendo una discriminaci¨®n injusta entre la minor¨ªa que tiene acceso a los datos y la mayor¨ªa que no: creemos que sobran motivos para publicar los resultados del estudio del CIS; y para que Ricardo Montoro, presidente de ese centro y hermano del ministro de Hacienda, d¨¦ la cara: ante los trabajadores del CIS puestos en cuesti¨®n y ante la opini¨®n p¨²blica.