Confiad en los pol¨ªticos
Lo pide Pradera. Es un ide¨®logo, una persona decente, y pide una ideolog¨ªa: confianza en la pol¨ªtica. El imperativo del t¨ªtulo es m¨ªo y parece una consigna; lo que pide Pradera es que defendamos esa profesi¨®n: 'El desprecio hacia los pol¨ªticos es un asunto muy grave'; y Victoria Camps, que adem¨¢s es catedr¨¢tica de ?tica, dice: 'La democracia necesita una virtud: la confianza'. Mi profesi¨®n es desconfiar, incluso de s¨ª misma, y como estas frases est¨¢n tomadas de la rese?a del principio del seminario sobre la democracia, desconf¨ªo de que ¨¦se sea el pensamiento total de los dos: aunque est¨¦ bien hecho por Guillermo Altares, de quien me f¨ªo desde que empez¨®; y antes, de sus padres.
Clemenceau dec¨ªa que la guerra es demasiado seria para dejarla en manos de los militares: ¨¦l era pol¨ªtico civil y la gan¨® (1918). La pol¨ªtica es demasiado seria para dejarla en manos de los pol¨ªticos: desconf¨ªo de ellos. Hace a?os que los frecuento y les acato, m¨¢s de la mitad de mi vida por la fuerza bruta; la mitad menor por su interpretaci¨®n de fuerza legal. El periodismo ense?a desconfianza, y no s¨¦ si se cuenta en el master de aqu¨ª, donde ense?an mis compa?eros: la noticia hay que mirarla por todos lados. No s¨®lo desconfiar: es obligatorio saber qu¨¦ hay detr¨¢s, qu¨¦ es lo que no se dice o no se hace. Tambi¨¦n ense?a a hacer y leer los peri¨®dicos, donde aparece la clase pol¨ªtica, que se estudi¨® como tal, y no como representante del ciudadano, en Bouthoul y en Gaetano Mosca.
Muchos son prevaricadores, tramposos o corruptos. Aparecen, a veces, como asesinos. Un senador que opt¨® a la presidencia de Estados Unidos sale culpable de arrasar un pueblo vietnamita de civiles desarmados, apuntando a mujeres y ni?os; un general franc¨¦s, de haber torturado y matado a cientos de argelinos, obedeciendo ¨®rdenes del Gobierno (Guy Mollet). Se dice ahora, pero se sab¨ªa en el momento. El diputado Le Pen era asesino y torturador en Argelia y lo sab¨ªamos mientras lo hac¨ªa; las defoliaciones, los asesinatos, el desbordamiento de los arrozales del Vietnam los conoc¨ªamos antes de que le dieran el Premio Nobel de la Paz a quien lo mand¨®, Kissinger; que tambi¨¦n mand¨® asaltar y matar a Allende. De ah¨ª, al alcaldillo que se hace una casa gratis. O tapa la encuesta del CIS como Gobierno. Muchos merecen la confianza y la amistad: yo la he tenido en Pradera pol¨ªtico, y le escucho siempre con atenci¨®n. Hasta sus errores.
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