El Damero y otras sorpresas
?Qu¨¦ revuelo de palabras no escritas, ocultas para la curiosidad y la inteligencia del lector! El pasado domingo se iniciaron los cambios en el suplemento Domingo, una de cuyas novedades era la supresi¨®n del cuadernillo de pasatiempos y su inclusi¨®n -m¨¢s reducida- en las p¨¢ginas generales.
La selecci¨®n afect¨® al Damero Maldito, y ah¨ª se organiz¨® el alboroto: cartas al director, cartas y llamadas al Defensor, llamadas a la Redacci¨®n. Todas coincidentes: nos han privado de un entretenimiento muy querido.
'?C¨®mo es posible que me priven de este placer?' -Francisco Marfil-; 'Considero que se nos debe dar una explicaci¨®n' -Jes¨²s Espinosa-; '?Qu¨¦ pena!' -Fernando Alonso-; 'Espero que tomen medidas y reformen esta secci¨®n' -Magdalena ?lvarez-; 'Busco amparo ante el burdo atropello' -Guillermo Esain-, y as¨ª todos, hasta una madre que pidi¨® a su hijo el envio de un correo electr¨®nico para comunicar que el cambio le ha 'sentado bastante mal'.
Total que la sorpresa encierra una de esas llamadas a la humildad que de vez en cuando proporcionan los lectores. Pocas veces el sism¨®grafo del peri¨®dico hab¨ªa detectado un temblor tan intenso.
La Redacci¨®n, afanada en su quehacer, tan agobiante en el d¨ªa a d¨ªa, y de pronto se produce un notable revuelo porque se ha suprimido el Damero Maldito.
Pues aqu¨ª est¨¢ de nuevo, para solaz de tantos.
Antonio Ca?o, subdirector de la edici¨®n dominical, ha explicado al Defensor que la supresi¨®n del cuadernillo se ha hecho dentro de la reordenaci¨®n del peri¨®dico, que este mismo domingo regresa el Damero y que estar¨¢n atentos a las sugerencias de los lectores para decidir cu¨¢les de los restantes pasatiempos se mantienen, aunque el crucigrama parece indiscutible con su larga tradici¨®n a cuestas.
El Pa¨ªs y nuestra vida
El domingo pasado se distribuy¨® un suplemento especial, El Pa¨ªs de nuestras vidas, para celebrar el 25? aniversario del peri¨®dico.
Se incluyeron all¨ª m¨¢s de cuarenta testimonios, de otros tantos lectores, en los que contaban su relaci¨®n con el peri¨®dico. Uno de ellos fue el de Anna Herrero, que contaba c¨®mo descubri¨® el peri¨®dico 'a los 15, en el colegio', y conclu¨ªa: 'Ahora, 25 a?os m¨¢s tarde, con la cuarentena reci¨¦n estrenada y descubriendo que soy una mujer a la moda, sigo compartiendo mis domingos con ¨¦l'.
Pero resulta que, al editar la carta, se suprimi¨® el p¨¢rrafo final, y la se?ora Herrero se siente 'decapitada y desvirtuada', respecto de lo que verdaderamente quer¨ªa contar. 'Jam¨¢s de los jamases yo habr¨ªa escrito un texto que acabase as¨ª', dice.
El texto que envi¨® terminaba de esta forma: 'Me levanto y, sin peinarme ni lavarme la cara, me pongo apresuradamente un jersey por encima y, calz¨¢ndome los zapatos, sin calcetines, me voy al quiosco de la esquina. El domingo pasado, al ver mi carta, todav¨ªa adormilada, y asom¨¢ndose un retazo de pijama bajo el jersey, el joven que atiende el quiosco, posiblemente estudiante de filosof¨ªa, me dijo: 'Se?ora me ir¨ªa con usted a leer el peri¨®dico en su almohada'.
Al margen del caso personal, conviene repetir que, tanto las cartas al director como este tipo de textos, solicitados para una ocasi¨®n especial, sufren un proceso de edici¨®n, inevitable, por muchas razones.
El Defensor piensa que no se mutil¨® nada esencial de aquel relato, pero, tal apresuramiento por buscar el peri¨®dico un domingo bien merece que conozcamos todos el final completo de este singular y tierno cuadril¨¢tero -lectora, peri¨®dico, quiosquero y almohada- tal y como ella quiso narrarlo.
Palabras de moda
No es tanta sorpresa que los medios de comunicaci¨®n logren que una palabra desfile por la pasarela de la moda, escrita o hablada.
La extirpaci¨®n del cl¨ªtoris, generalizada en algunos pa¨ªses y descubierta con pavor en el nuestro, a trav¨¦s de las pr¨¢cticas de determinados emigrantes, se ha contra¨ªdo al empleo del sustantivo ablaci¨®n. Ni extirpaci¨®n, ni corte, ni extracci¨®n, separaci¨®n, mutilaci¨®n o los verbos correspondientes..., s¨®lo ablaci¨®n. Pero a Jaime Vidal, m¨¦dico, adem¨¢s del empobrecimiento del lenguaje le preocupa, con raz¨®n, que, sobre todo los m¨¢s j¨®venes, piensen que ablaci¨®n s¨®lo significa extirpaci¨®n del cl¨ªtoris cuando en realidad, en su acepci¨®n m¨¦dica -tiene otras en geograf¨ªa y geolog¨ªa- designa la de cualquier ¨®rgano o tejido del cuerpo humano, sea sano o enfermo.
Pon¨ªa como ejemplo este titular, publicado el pasado jueves: Sanidad pide a los m¨¦dicos que denuncien los casos de ablaci¨®n, e ironizaba diciendo que, en ese caso, se formular¨ªan cientos de denuncias a diario.
Lo que el peri¨®dico no puede poner de moda, en ning¨²n caso, son las expresiones vulgares, prohibidas en el Libro de estilo, salvo que tengan alg¨²n valor informativo.
En el cuadernillo de Catalu?a, Arcadi Espada public¨® una columna, el 25 de abril, en la que narraba c¨®mo Joan de Sagarra -redactor del peri¨®dico-, en la plaza de toros de Barcelona, con Jos¨¦ Tom¨¢s en el cartel, 'gritaba una y otra vez 'Boadella, hijo de puta', con furia y alegr¨ªa'.
Cuatro d¨ªas despu¨¦s, Sagarra, en una posdata de otra columna, escribi¨®: 'Arcadi Espada no debe tener el o¨ªdo muy fino. Yo no grit¨¦ en la Monumental, el pasado domingo 'Boadella, hijo de puta'. Lo que grit¨¦ fue: 'Boadella, fill de puta!'. La traducci¨®n es innecesaria. Sagarra ha asegurado al Defensor que no tuvo intenci¨®n de utilizar el peri¨®dico para insultar. No es posible entrar en las intenciones de nadie, pero el texto se convierte en un insulto, y en dos idiomas.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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