Aritm¨¦tica electoral y escenario postelectoral
Estima el autor que tan importante como saber qui¨¦n gobernar¨¢ es con qu¨¦ criterios articular¨¢ un acuerdo contra el terrorismo.
Aunque toda contienda electoral coloca siempre en primer plano los resultados de las distintas fuerzas pol¨ªticas, y es l¨®gico que as¨ª sea, no hay que perder nunca de vista el nuevo escenario pol¨ªtico que se abre tras las elecciones. No hay que olvidar, adem¨¢s, que los escenarios pol¨ªticos postelectorales pueden ser distintos, aun con los mismos resultados, dependiendo de las combinaciones entre las fuerzas pol¨ªticas para formar gobierno o para quedar ubicadas en la oposici¨®n.
M¨¢s all¨¢ de los datos propios de la aritm¨¦tica electoral, que conoceremos esta noche, es preciso hacer un planteamiento de la cuesti¨®n en t¨¦rminos de ¨¢lgebra pol¨ªtica; es decir, teniendo en cuenta las posibles inc¨®gnitas que puedan plantearse, que habr¨¢ que resolver despu¨¦s de las elecciones. Conviene ser conscientes de ello, tambi¨¦n antes de las elecciones, aunque s¨®lo sea para no caer en el error de pretender resolver los problemas planteados mediante las simples operaciones aritm¨¦ticas de la suma y la resta (de votos y esca?os en este caso).
'La fractura pol¨ªtica producida a lo largo de esta legislatura entre las fuerzas democr¨¢ticas es el dato del que hay que partir al afrontar la nueva situaci¨®n tras las elecciones'
El principal problema que se plantea en la coyuntura pol¨ªtica actual no es solo despejar la inc¨®gnita de la composici¨®n del nuevo Gobierno despu¨¦s de las elecciones, que lo es, y muy importante, sobre todo tras la nefasta experiencia de la legislatura que acaba de finalizar; pero tan importante o m¨¢s es saber cu¨¢les pueden ser las bases program¨¢ticas para gobernar durante la nueva legislatura y, muy especialmente, sobre qu¨¦ criterios ser¨ªa posible articular un acuerdo entre las fuerzas democr¨¢ticas para hacer frente al problema de la violencia terrorista. Hay que advertir, adem¨¢s, que ni siquiera la primera cuesti¨®n, relativa a la composici¨®n del gobierno, puede tener soluci¨®n en t¨¦rminos de aritm¨¦tica parlamentaria, pero incluso aunque la tuviera deber¨ªa ir acompa?ada necesariamente de un acuerdo program¨¢tico -el ¨¢lgebra pol¨ªtica-, que es algo m¨¢s complejo, y tambi¨¦n m¨¢s importante, que la simple operaci¨®n de contabilizar esca?os para, sobre esta ¨²nica base, formar gobierno.
La fractura pol¨ªtica producida a lo largo de esta legislatura entre las fuerzas democr¨¢ticas, adem¨¢s del factor m¨¢s negativo de este ¨²ltimo periodo, es el dato del que necesariamente hay que partir al afrontar la nueva situaci¨®n tras las elecciones. No es nada ajeno a esta nueva situaci¨®n el Acuerdo de Lizarra, bajo cuyo influjo se ha desarrollado toda la actual legislatura, que ha supuesto la voladura incontrolada de todos los fr¨¢giles equilibrios existentes hasta ese momento, abriendo una din¨¢mica frentista cuyo principal efecto ha sido profundizar en la fractura pol¨ªtica, e incluso social en algunos casos, de la sociedad vasca.
La rectificaci¨®n de esta din¨¢mica mediante el acuerdo entre las fuerzas democr¨¢ticas sobre bases program¨¢ticas comunes ha de ser una de las tareas prioritarias tras las elecciones.
La tarea no es nada f¨¢cil, porque para ello no basta solo con hacer recuento de esca?os; y tambi¨¦n porque, previsiblemente, no va a ser posible reproducir los equilibrios que funcionaban hasta 1998, ni en relaci¨®n con el Gobierno ni con la oposici¨®n, como consecuencia de los cambios sobrevenidos en la (co)relaci¨®n de fuerzas en este ¨²ltimo periodo. As¨ª, y por lo que se refiere a las principales fuerzas pol¨ªticas, el PNV ha perdido, por primera vez en estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas, la centralidad que ostentaba en la escena pol¨ªtica vasca desde las primeras elecciones auton¨®micas. Independientemente de que la aritm¨¦tica electorral y parlamentaria le pueda resultar ligeramente favorable gracias a su asociaci¨®n con EA y al previsible trasvase de votos de EH, el hecho cierto es que, tras su aventura de Lizarra, las dificultades que va a tener para encabezar una coalici¨®n de gobierno estable van a ser muy superiores a las que ha tenido en cualquier otro momento hasta ahora.
Parad¨®jicamente, a quien m¨¢s ha beneficiado y fortalecido pol¨ªticamente el Acuerdo de Lizarra no ha sido a las fuerzas que lo suscribieron, sino a aquellas contra las que iba dirigido y que quedaron excluidas del mismo. En este sentido, la muestra m¨¢s evidente es el PP, no s¨®lo desde el punto de vista de la aritm¨¦tica electoral sino, sobre todo, porque ha pasado a tener un protagonismo estelar en la escena pol¨ªtica vasca como nunca lo hab¨ªa tenido antes, erigi¨¦ndose en una de las fuerzas centrales del sistema pol¨ªtico vasco que en ning¨²n caso puede ser ignorada a la hora de plantear cualquier operaci¨®n. Consideraciones similares, aunque en otro plano distinto, cabe hacer sobre el PSE-EE, que a pesar de no serle tan favorable la aritm¨¦tica electoral como en el caso anterior, ha visto revalorizado su papel en la oposici¨®n y como pieza clave de cualquier combinaci¨®n de gobierno.
Esta reubicaci¨®n de las distintas fuerzas en el espacio pol¨ªtico vasco, como ya se ha dicho parad¨®jicamente propiciada por los efectos inducidos por el propio Acuerdo de Lizarra, abre un nuevo escenario en el que previsiblemente ni la configuraci¨®n del nuevo gobierno ni las relaciones entre ¨¦ste y la oposici¨®n van a poder regirse en lo sucesivo por el mismo esquema seguido hasta ahora. Entre otras cosas porque la misma aritm¨¦tica parlamentaria es posible que fuerce a buscar nuevas f¨®rmulas de gobierno si se quiere garantizar la gobernabilidad. Se presenta as¨ª una buena ocasi¨®n para que, m¨¢s all¨¢ de la aritm¨¦tica parlamentaria (aunque sobre la base de ella), se aborde la cuesti¨®n en t¨¦rminos de lo que hemos denominado ¨¢lgebra pol¨ªtica, para poder despejar la inc¨®gnita que ha venido plante¨¢ndose ¨²ltimamente en torno a la cohesi¨®n entre las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas y su capacidad para acordar unas bases program¨¢ticas comunes para la pr¨®xima legislatura; y en especial para hacer frente al problema del terrorismo que, adem¨¢s de la gravedad que tiene en s¨ª mismo, condiciona todos los dem¨¢s.
La experiencia reciente de esta legislatura, marcada por la confrontaci¨®n y la fractura entre las fuerzas democr¨¢ticas en un grado que no se hab¨ªa producido hasta ahora, debe servirnos, al menos, para saber cu¨¢l es el camino que no hay que seguir; y para impedir por todos los medios que se reproduzca la din¨¢mica frentista que ha venido desarrollandose desde el Acuerdo de Lizarra. En este sentido, resulta obligada la referencia al Acuerdo de Ajuria Enea, principal v¨ªctima de aqu¨¦l y que, a pesar de todo, sigue siendo en el momento actual el ¨²nico referente com¨²n (no hay otro) que puede permitir la recuperaci¨®n del consenso democr¨¢tico frente al terrorismo. Las bases que en ¨¦l se establecen bien podr¨ªan servir como un buen punto de partida para empezar a hablar a partir de hoy. Y, adem¨¢s, puede ocurrir que hasta la propia aritm¨¦tica electoral y parlamentaria obligue necesariamente a ello.
Andoni P¨¦rez Ayala es profesor de Derecho Constitucional de la UPV-EHU
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