El Tigre tambi¨¦n conquista Europa
El golfista norteamericano alcanza en Alemania la 32? victoria de su carrera jugando con un 'driver' prestado
Conseguir que Tiger Woods juegue en Europa suele costarle unos cuantos millones en fijo de salida a los organizadores y el correspondiente mosqueo de los colegas europeos que no gozan de las correspondientes atenciones.
Conseguir que Tiger Woods se gane su sueldo suele costar bastante menos: basta con ponerle por delante 18 hoyos, cuatro d¨ªas de juego y unos cuantos rivales de buen nivel para que el mejor jugador del mundo se esfuerce por dar lo mejor de s¨ª mismo y (en un 50% de las ocasiones) consiga ganar.
La ¨²ltima demostraci¨®n de su (casi) infalibilidad la efectu¨® el fen¨®meno americano ayer en la hist¨®rica ciudad de Heidelberg, en el TPC (campeonato de jugadores) de Europa. Tiger Woods, que hab¨ªa empezado suave y a mitad de torneo, el s¨¢bado por la ma?ana, marchaba a 10 golpes del l¨ªder, se reserv¨® el fin de semana para justificar ampliamente los 375 millones de pesetas que el Deutsche Bank le hab¨ªa ingresado en su cuenta para tenerle en Alemania. Tiger Woods gan¨® finalmente con cuatro golpes de ventaja en lo que es su quinta victoria en sus espor¨¢dicas visitas al circuito europeo, un registro que no alcanza la inmensa mayor¨ªa de los golfistas que juegan en Europa semana tras semana. Es tambi¨¦n el cuarto triunfo de un a?o que ya incluye yn grande, el Masters de Augusta.
La victoria lleg¨® tras dos d¨ªas de exhibiciones y demostraciones m¨¢gicas y una noche de poco sue?o. El s¨¢bado, una tarjeta de 63 golpes (-9: siete birdies y un eagle) le permiti¨® comenzar la ¨²ltima jornada a un s¨®lo golpe del primero, otro felino, aunque menos feroz, el veterano argentino Eduardo Romero, conocido como El Gato en el circuito.
Despu¨¦s de la actuaci¨®n, el incansable perfeccionista que es Tiger Woods se march¨® al campo de entrenamiento para practicar sus golpes, efectos, toques y dem¨¢s asuntos que le hacen especial. Y all¨ª, cuando estaba d¨¢ndole duro y largo se le rompi¨® la varilla de su driver. Una tragedia. Uno no se habit¨²a as¨ª como as¨ª a un driver nuevo. Y eso si encontraba uno similar. Despu¨¦s de una fren¨¦tica b¨²squeda, la gente del Tigre dio con un driver similar en la ciudad de Schantzingen. Woods lo encarg¨® por tel¨¦fono y un taxi se lo llev¨® al campo de St leon-Rot. Ayer por la ma?ana lo cogi¨® Woods y despu¨¦s de examinarlo cuidadosamente descubri¨® una grieta, como un pelo pegado, en el aparejo. Inutilizable.
Woods estaba en peligro. 'Pero entonces me acord¨¦ de que el australiano Adam Scott, un buen amigo porque tambi¨¦n lo entrena Butch Harmon, usa un driver igual que el m¨ªo. Y ¨¦l suele ir con uno de repuesto', cont¨® luego Woods. 'Adem¨¢s, me deb¨ªa un favor, porque en Sur¨¦frica le prest¨¦ un juego de hierros y con ellos gan¨®'.
As¨ª que Woods agarr¨® el driver de Scott y, como la ¨²ltima vez que se le rompi¨® un driver, en Pebble Beach, sali¨® al campo a ganar mediante una representaci¨®n m¨¢gica. El palo prestado le funcion¨® tan bien que en el primer hoyo Tiger Woods se marc¨® un eagle. Romero comenz¨® a desaparecer de la batalla con su primer bogey en el primero, pero Michael Campbell, el neozeland¨¦s que lider¨® los dos primeros d¨ªas, empez¨® a encadenar birdies. Forz¨® a Woods a meter la sexta velocidad para romper el empate. Y la suerte le ayud¨® adem¨¢s.
El golpe del torneo le lleg¨® en el hoyo 13?, un par 4 de 362 metros. Un eagle desde la calle desequilibr¨® totalmente la contienda. Un golpe de campe¨®n. Un golpe de fortuna. Un golpe que lleg¨® desde 158 metros despu¨¦s de que en el ¨²ltimo instante, puro instinto, Woods decidiera cambiar del hierro seis que ten¨ªa en la mano a un hierro siete. 'Solt¨¦ un precioso draw, un golpe alto que ten¨ªa muy buena pinta', explic¨® Woods. 'Pero de repente desapareci¨® de mi vista, e inmediatamente el p¨²blico comenz¨® a vociferar loco, por lo que supuse que hab¨ªa entrado directa'.
La victoria, la 32? que consigue en una carrera profesional iniciada en 1996, le vali¨® una recompensa de 80 millones de pesetas, m¨¢s o menos la cuarta parte de lo que cobr¨® s¨®lo por participar.
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