Tirar el televisor
Escribi¨® Ortega que si Europa fuera culta la gente se agolpar¨ªa a las puertas de las grandes universidades para informarse del hallazgo cient¨ªfico del d¨ªa; que tambi¨¦n este pensador y cuasi fil¨®sofo se las tra¨ªa con sus sesgos. Pero s¨ª es cierto que si tuvi¨¦ramos una poblaci¨®n tan educada como se dice, unos har¨ªan pedazos el televisor y otros no porque no lo habr¨ªan comprado. Me percato de que hoy el chisme tiene otros usos; en realidad, el t¨ªtulo de este art¨ªculo me lo ofrece el recuerdo de una campa?a antitele de los a?os sesenta y setenta en Estados Unidos. Arrojar por la ventana la maldita caja (the God damned box.)
Parientes alemanes me dicen que all¨ª la televisi¨®n no es mejor que en Espa?a. Les creo. Como entretenimiento, y ante la competencia de otros medios, la peque?a pantalla est¨¢ abocada a vomitar m¨¢s idiotez y m¨¢s zafiedad cada d¨ªa. Almas de vis¨®n nos dicen que la tele hay que concebirla como un servicio p¨²blico. Si me dan paja como paja, si me dan grano, como grano, dijo el burro de la f¨¢bula. Los Leo Rosten de este mundo no opinan as¨ª. Si le das paja a la audiencia, la audiencia se la come; si le das grano lo desde?a y cambia de canal y te arruinan. El p¨²blico hace la programaci¨®n o la programaci¨®n hace al p¨²blico. Adopto un t¨¦rmino de compromiso para que no me llamen hediondo, es un decir. Si el beb¨¦ que anda a gatas ve dibujos violentos y sin chicha en la pantallita dom¨¦stica, Leo Rosten ten¨ªa raz¨®n. Exquisita preparaci¨®n para T¨®mbola, el programa s¨ªmbolo y resumen de la miseria moral y de la degradaci¨®n est¨¦tica. Aunque seg¨²n voces, all¨ª donde est¨¦ Cristina T¨¢rrega, mal d¨ªa para los Amadises y los Froilanes y los Rotolandos. Pero de estas comidillas me ahuyento, que a salvo est¨¢ el que replica; es otro decir.
Servicio p¨²blico, servicio p¨²blico. La televisi¨®n no lo ha sido nunca y menos en este pa¨ªs. Naci¨® deforme, creci¨® deforme y deforme morir¨¢. Ergo. Y no quieran apabullarnos las almas de vis¨®n con ejemplos de lo contrario. Un grano no hace granero y por otra parte, de sobra sabemos que en ocasiones el programa de entretenimiento encuentra esa intersecci¨®n del edificar deleitando a tirios y a troyanos. Y si edificar es mucho decir, pongamos no da?ar, que ya est¨¢ bien. Yo mismo puedo ofrecer alg¨²n que otro ejemplo de televisi¨®n razonable y entretenida y no por eso me pongo en plan sofista. Hace cuatro a?os cumplidos que TV-2 ofrece un programa, Saber y ganar, que s¨®lo merece elogios. Un concurso variado y agudo, en el que si no se premia la cultura propiamente dicha, s¨ª se premian la informaci¨®n general, el temple, el ingenio, el conocimiento del vocabulario y la rapidez de los reflejos mentales. A ese programa, que se emite a las tres de la tarde le han salido multitud de est¨®lidas imitaciones, que, naturalmente, se emiten en horario estelar. Con todo, Saber y ganar roza los dos millones de televidentes. Yo incluso me pregunto qu¨¦ pasar¨ªa de ponerse a la misma hora que el huero, chirle y ebene ?Quiere ser millonario? Pero conozco la respuesta.
Si por cada producto bueno nos ofrecen cien taxativamente imb¨¦ciles, incluso el bueno es banalizado por el receptor de basura, quien lo percibe como algo propio de gente rara. D¨¦jenme en paz a Mozart. La televisi¨®n como continente es una maravilla, pero aunque el medio es mensaje, como dijo el profesor de literatura Mc Luhan, descubriendo la p¨®lvora y enriqueci¨¦ndose de paso, no es todo el mensaje ni tampoco la mitad. El contenido tambi¨¦n cuenta, aunque no siempre fondo y forma sean la misma cosa, que no siempre lo son. (Dicho sea de paso, Mc Luhan hab¨ªa sido un agudo detractor de la televisi¨®n y era ecu¨¢nimemente odiado por los magnates del medio. Hasta que un d¨ªa descubri¨® que el medio era el mensaje y as¨ª se congraci¨® con los grandes corruptores del gusto y de las ideas y goz¨® del pleno apoyo de los mismos.)
En Espa?a, las televisiones p¨²blicas y las privadas han sintonizado siempre con los gobernantes de turno. El PSOE en Madrid y en Valencia con Lerma; el PP con Aznar y con Zaplana. La misma historia que en el resto de autonom¨ªas con televisi¨®n propia. S¨®lo que el PP ha ido m¨¢s al copo que el PSOE, no por ser el PP, sino, simplemente, por ser los sucesores en el control del invento. Esto puede encajar en la ley seg¨²n la cual todo lo que puede empeorar, empeorar¨¢. Banalizando un poco (mea culpa) pues es ponerle nombres y apellidos al enunciado de una tendencia m¨¢s bien abstracta.
Ni sirven los consejos ni servir¨ªa poner en manos de un grupo independiente (intelectuales, psic¨®logos, soci¨®logos, expertos en mercadotecnia, etc.) y sin ¨¢nimo de lucro, las televisiones estatales. La mano de los poderes f¨¢cticos (decir los poderes pol¨ªticos ser¨ªa ingenuidad) es larga y atenazante. El director de la televisi¨®n p¨²blica norteamericana, se?or Duggan, depuso las armas hace ya m¨¢s de un a?o por no querer doblegarse a las presiones. En Gran Breta?a, la m¨ªtica BBC, cede terreno al mercado y muestra incertidumbre en el tratamiento de las noticias; mientras que al resto de las televisiones brit¨¢nicas se las acusa de disneyficaci¨®n. Pero, ?acaso puede ser de otra manera? Todo sistema que se precie est¨¢ en posesi¨®n de los resortes clave y la resistencia s¨®lo encuentra alg¨²n hueco en la periferia. ?No es la televisi¨®n un resorte clave? Pues entonces.
As¨ª que aqu¨ª las televisiones p¨²blicas est¨¢n en manos del poder y las privadas no pueden, ni en realidad quieren, resistirse a la influencia del mismo. Se contentan con protestar contra la competencia estatal por el pastel publicitario, pues ah¨ª les va la vida. El Gobierno, por su parte, no renunciar¨¢ a ser empresario, pues si TVE est¨¢ endeudada hasta las cejas, sin publicidad el Estado ir¨ªa a la quiebra o poco menos. Y como obliga la presencia de medios tan obscenos como Internet, las privadas son cada d¨ªa m¨¢s zafias, m¨¢s morbosas, m¨¢s violentas y m¨¢s pornogr¨¢ficas. En este punto, son las estatales las que han de seguir la pauta. Y a fe que la siguen.
Tire el maldito televisor, se titulaba ingenuamente el citado libro. No se inyecte usted coca¨ªna o haga que el gato lea a Plat¨®n. A buenas horas, mangas verdes.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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