A la calle
Sali¨® el primer novillo corret¨®n, mareado y con el norte perdido, y no hab¨ªa que ser veterinario especializado en bravo para darse cuenta de que estaba inv¨¢lido por enfermedad o dopaje. Se cay¨® de rengado tras el primer picotazo y, despu¨¦s de algunas dudas, el presidente, que no es veterinario, orden¨® su devoluci¨®n. Sali¨® el sobrero tambi¨¦n inv¨¢lido; sigui¨® el segundo y tampoco pod¨ªa mantenerse en pie. El tercero no se cay¨® y el us¨ªa respir¨®. Pero el cuarto volvi¨® a las andadas y el presidente mir¨® hacia otro lado, y lo mismo ocurri¨® con el quinto; tambi¨¦n se cay¨® el sexto, pero como era el ¨²ltimo, lo devolvi¨®. Estrategia se llama eso.
As¨ª se las gastan los presidentes modernos que miran m¨¢s por los intereses de las empresas que por los de los espectadores. En pura justicia, el presidente, despu¨¦s de devolver la novillada completa, deber¨ªa haber llamado al ganadero y con la voz firme que caracteriza al polic¨ªa con autoridad, haberle espetado: ?usted tambi¨¦n a la calle! Como no ocurri¨® ni una cosa ni otra, alguien deber¨ªa tomar cartas en el asunto y despedir al presidente, y eso que ganar¨ªamos todos.
Como es f¨¢cilmente imaginable la novillada result¨® un tostonazo. Lo dicho: los novillos parec¨ªan enfermos o drogados, o es que esta ganader¨ªa est¨¢ por los suelos. Lo cierto es que formaron un conjunto de inv¨¢lidos impropios para la lidia; y all¨ª estaban tres chavales que pasaron desapercibidos porque pagaron los platos rotos y se contagiaron pronto de los defectos de sus oponentes.
?ngel Romero mat¨® a su segundo de una gran estocada y nadie dijo ni p¨ªo. La verdad es que hab¨ªa estado pesado ante un muerto en vida, pero tampoco hab¨ªa mejorado su actuaci¨®n en el primero, tambi¨¦n ayuno de fuerzas, al que tore¨® con evidente voluntad, pero sin atisbo de personalidad.
Por su parte, Abraham Barrag¨¢n, muy animoso toda la tarde, cort¨® la primera oreja del ciclo novilleril -un triunfo de poco peso- porque fue capaz de ligar dos tandas de muletazos a una caricatura de animal bravo. Muy decidido, al novillero se le atisban buenas maneras, pero no pudo desarrollarlas porque su pelea fue muy desigual. El chaval era mucho m¨¢s fuerte y m¨¢s bravo que su oponente. Igualmente decidido en el quinto, alegre y pundonoroso, no pudo m¨¢s que trazar algunos pases estimables antes de fallar reiteradamente con el estoque. El ¨²nico novillo potable le toc¨® a Antonio Jos¨¦ Blanco y lo desaprovech¨®. Da la impresi¨®n de que le adornan escasas cualidades y su toreo peca de celeridad. Lo intent¨® con m¨¢s calma en el ¨²ltimo, pero, a estas alturas, ya nada ten¨ªa remedio.
Babelia
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