Reflexi¨®n sobre dos muertes evitables
Quienes nos dedicamos a los deportes en la naturaleza nunca encajamos bien que alguien pierda la vida en la monta?a. A pesar de todo, para consolarnos tras un accidente, solemos recurrir a argumentos como 'que la v¨ªctima hac¨ªa algo que le gustaba', 'hab¨ªa asumido el riesgo' o 'se hab¨ªa expuesto conscientemente...'. Demasiado a menudo tambi¨¦n se recurre a culpar a la monta?a por sorprendernos con su meteorolog¨ªa imprevista y despiadada. Los adultos tenemos estos recursos, pero con los ni?os estos argumentos no sirven. Ellos nunca pueden ser copart¨ªcipes de si el material era el adecuado, si el tiempo no estaba en condiciones o si coincidieron una serie de infortunios encadenados.
En el drama de la riera de Merl¨¨s no se puede culpar a la meteorolog¨ªa ni a las condiciones del terreno porque el tiempo era ¨®ptimo. Y tampoco se puede culpar al material, ya que por lo que parece ni las cuerdas, ni los mosquetones ni los arneses fallaron. No podemos consolarnos ni ofrecer consuelo con ninguno de estos argumentos y es necesario llevar la reflexi¨®n hacia otros derroteros m¨¢s constructivos y menos resignados. Llevo muchos a?os trabajando con ni?os y considero un privilegio poder compartir con ellos sus primeras experiencias en la monta?a, las excursiones, los paisajes, su primer vivac, su primera tirolina. Para trabajar, los ni?os parecen f¨¢ciles porque normalmente hacen lo que se les pide, pero como contrapartida no les podemos pedir que asuman responsabilidades cuando lo que est¨¢n haciendo est¨¢ fuera de su conocimiento. Ellos est¨¢n con nosotros para pas¨¢rselo bien y de paso empaparse de unas experiencias que no podr¨¢n borrar de sus memorias y que deber¨ªan servirles en el futuro. En contrapartida, cuando se trabaja con adultos las reglas son completamente opuestas. Los adultos son m¨¢s cr¨ªticos con nuestro trabajo, pero colaboran hasta asumir una parte de su seguridad.
Lo que fall¨® el lunes en el Gorg de les Heures se debi¨® a la falta de dominio en la concepci¨®n de la maniobra por parte de los t¨¦cnicos, o de quien les deleg¨® la tarea, que ignoraban el funcionamiento del invento que hab¨ªan preparado. Con esta afirmaci¨®n no quiero levantar una acusaci¨®n hacia estos j¨®venes monitores, cuyo ¨²nico delito es creerse que sab¨ªan lo suficiente para hacer una actividad disfrutona para los ni?os y hacerles pasar un buen rato, sino hacia todos aquellos con responsabilidades organizativas o reguladoras, especialmente representantes de la Administraci¨®n, que no han sido capaces de anticiparse a este drama a pesar de la insistencia con que los profesionales y nuestras asociaciones llevamos a?os advirtiendo. En los ¨²ltimos 10 a?os los departamentos de la Generalitat con competencias en deportes, ense?anza, juventud, turismo y gobernaci¨®n han sido incapaces de coordinarse para abordar la problem¨¢tica de las actividades en el medio natural. ?stas son arriesgadas en la medida en que el que las dise?a y desarrolla no domina su funcionamiento ni la actuaci¨®n necesaria en el caso de que surja alg¨²n inconveniente. Hoy en d¨ªa los materiales y el dominio de la t¨¦cnica hacen que los deportes de monta?a se puedan practicar con extraordinarias medidas de seguridad. ?Por qu¨¦ no se restringe de una vez por todas la pr¨¢ctica profesional s¨®lo a aquellos que disponen de la formaci¨®n necesaria? ?Tanto cuesta darse cuenta de que para garantizar la seguridad en unas actividades que tienen cada a?o m¨¢s adeptos se necesitan muchos especialistas? Esta formaci¨®n tiene un alto coste econ¨®mico que no est¨¢ al alcance de la mayor¨ªa de los j¨®venes que quieren convertirse en monitores de barranquismo, instructores de escalada o gu¨ªas de alta monta?a. Sin la ayuda de las administraciones, resultar¨¢ imposible que todos los que quieran trabajar en el sector puedan formarse y obtener una titulaci¨®n.
Estos d¨ªas algunas voces del mundo de la educaci¨®n est¨¢n proponiendo que una nueva regulaci¨®n proh¨ªba que los ni?os practiquen actividades mal llamadas de riesgo o de aventura, obviando la l¨ªnea defendida en la ¨²ltima reforma educativa, por la que se fomenta que las actividades f¨ªsico-deportivas en la naturaleza y en el medio acu¨¢tico se integren en los planes educativos, aprovechando las posibilidades de los espacios naturales m¨¢s pr¨®ximos a cada centro.Es evidente y nadie puede cuestionar que la actividad f¨ªsica tiene una gran importancia en el desarrollo integral de las personas en las etapas infantil y juvenil, y que los expertos -profesores de educaci¨®n f¨ªsica, monitores de tiempo libre y t¨¦cnicos deportivos- tenemos que colaborar para ofrecer respuestas coherentes y seguras a una sociedad que nos las est¨¢ demandando. Pero ello no resolver¨¢ el problema de fondo, que requiere el marco legal que solicitamos. ?Cu¨¢ndo se dar¨¢n cuenta los que opinan de manera restrictiva de que el problema no est¨¢ en las actividades en s¨ª mismas, sino en qui¨¦n las concibe y controla? No es necesaria una detallada regulaci¨®n de c¨®mo hay que atar una cuerda o usar un mosquet¨®n. Basta con tener un especialista que ya sabe c¨®mo ha de hacer su trabajo.
?Qu¨¦ har¨¢n, a partir de ahora, las entidades juveniles, las empresas y las escuelas de los universitarios de educaci¨®n f¨ªsica y de los monitores de tiempo libre? ?Piensan dejarles claro a sus chicos que jugar con cuerdas tiene riesgos y que, por falta de formaci¨®n, el control de esos riesgos est¨¢ lejos de sus capacidades? Para evitar esta tragedia bastaba con tener cuatro nociones sobre las actividades con cuerdas en el agua, y es evidente que estos monitores y profesores no las ten¨ªan. Para ofrecer escalada, barrancos, alpinismo y tirolinas con seguridad es necesario dominar las maniobras, conocer las limitaciones del material, adivinar el comportamiento de la meteorolog¨ªa y tener soluciones cuando surge un imprevisto, y muchas cosas m¨¢s. En los pr¨®ximos d¨ªas la resaca de esta tragedia pasar¨¢ y s¨®lo quedar¨¢n las heridas incurables en dos familias y una asignatura pendiente para unas administraciones que una vez m¨¢s no han estado a la altura. Ojal¨¢ no haya una pr¨®xima tragedia que les coja otra vez en pa?ales. Nuestros hijos no se lo merecen.
de la Uni¨®n Internacional de Asociaciones de Gu¨ªas de Monta?a.
Leo Vegu¨¦ es gu¨ªa de alta monta?a.
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