A la espera del fin de la era Castro
La oposici¨®n democr¨¢tica al r¨¦gimen cubano se re¨²ne en Madrid para aunar esfuerzos
La oposici¨®n democr¨¢tica cubana hace c¨¢balas pol¨ªticas y m¨¦dicas en espera de que Fidel Castro sucumba 'en un plazo corto o medio' a su enfermedad, lo que es equivalente, seg¨²n los dirigentes del exilio, a la muerte casi simult¨¢nea del r¨¦gimen. Socialdem¨®cratas, liberales y democristianos de la disidencia moderada, reunidos recientemente en Madrid, quieren formar un Comit¨¦ pro Democratizaci¨®n de Cuba e integrar a todas las fuerzas opositoras de dentro y fuera de la isla para, pasado el cortejo f¨²nebre y el duelo, comenzar una transici¨®n pol¨ªtica pac¨ªfica 'inteligente, sin revancha ni violencia'. Pretenden sumar al comit¨¦ a pol¨ªticos e intelectuales de todo el mundo.
Carlos Alberto Montaner, presidente de la Uni¨®n Liberal Cubana, afincado en Espa?a desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, pint¨® un escenario optimista para esa transformaci¨®n democr¨¢tica, eso s¨ª, con el apoyo de los elementos reformistas de un r¨¦gimen que sin el factor aglutinador del l¨ªder ser¨ªa, dice, un castillo de naipes.
'No servir¨¢ de nada', augura Montaner, 'la estrategia post mortem que urde Castro para salvar su legado. Seg¨²n el pol¨ªtico y escritor, tras la kilom¨¦trica comitiva f¨²nebre, las escenas de histeria, los discursos encendidos y la adhesi¨®n inquebrantable de los primeros d¨ªas, llegar¨¢ una 'par¨¢lisis internacional' a la expectativa de las decisiones de la jerarqu¨ªa superviviente. Podr¨ªa enclaustrarse a¨²n m¨¢s, a la coreana, pero lo m¨¢s seguro es que se vea forzada a mover ficha y 'aplicar unos primeros cambios hacia la apertura', incluido 'un gesto fundamental': una suerte de reconciliaci¨®n con EE UU. Ser¨ªan en un principio 'los menos cambios posibles', pero suficientes para un hecho clave: el reconocimiento de la oposici¨®n y de su derecho a trabajar por su causa. ?sa ser¨ªa la puntilla, argumenta el l¨ªder liberal, ya que los miembros reformistas del r¨¦gimen, como ocurri¨® con las dictaduras comunistas del Este europeo, optar¨ªan por una transformaci¨®n por un puro instinto de supervivencia, cambios que, adem¨¢s, est¨¢n en sinton¨ªa 'con las esperanzas del pueblo' por lo que cada vez ser¨ªan mayores. 'Es la naturaleza humana; pasado un tiempo, nadie recordar¨¢ haber sido comunista, como hoy nadie recuerda haber sido franquista en Espa?a', opin¨® Tom¨¢s Mu?oz, otro l¨ªder liberal.
Seg¨²n los opositores democr¨¢ticos, no s¨®lo est¨¢n estrechando la comunicaci¨®n y el trabajo com¨²n con los partidos en territorio isle?o, sino con miembros del aparato estatal, que tienen una decidida voluntad de cambio y que de momento 'no hacen nada por miedo'.
La plataforma democr¨¢tica que integra desde hace 11 a?os a las tres tendencias pol¨ªticas citadas asegura que su experiencia est¨¢ trazando una l¨ªnea moderada que incluso lima aristas entre el exilio de Miami, de lejos el m¨¢s radical en sus planteamientos. Los exiliados, todos ellos con d¨¦cadas de militancia prodemocr¨¢tica a sus espaldas, aseguran que no se trata de forzar nada, ni de imponer condici¨®n concreta alguna al pueblo o a los dirigentes comunistas, sino de establecer de mutuo acuerdo una base de libertad para que los propios cubanos, voto en mano, elijan entre las distintas posibilidades de convivencia pol¨ªtica.
Los opositores extienden ese cariz centrista al propio car¨¢cter del isle?o caribe. Es un pueblo cordial incapacitado para el odio, dice Jos¨¦ Ignacio Rasco, del Partido Democratacristiano, por lo que 'la recuperaci¨®n de las relaciones con EE UU y la reconciliaci¨®n de los cubanos de a pie ser¨ªa m¨¢s fluida' de lo que el encono pol¨ªtico y las opciones extremas traslucen. Por ejemplo, expuesto el asunto de la recuperaci¨®n de las propiedades incautadas por la revoluci¨®n, a buena parte del p¨²blico asistente no le cab¨ªa duda: no habr¨¢ posturas irreconciliables. 'Ya nadie se plantea entrar a la brava para reclamar nada', dicen. Seg¨²n un veterano opositor, todos los a?os visitan la isla entre 200.000 y 300.000 cubanos que residen fuera; 'van a visitar las casas que fueron de su familia, casi todas ellas destartaladas por medio siglo sin reformas, y se hacen fotos con los que despu¨¦s las habitaron, pobres casi todos'.
Entre los prop¨®sitos y la oratoria, una referencia permanente: la salud de Fidel, El Caballo, como se le conoce desde los tiempos del levantamiento castrista. La colecci¨®n de enfermedades que se le atribuyen (unas seguras, otras no tanto) es amplia, desde el Parkinson a los derrames cerebrales y el c¨¢ncer, que supuestamente le obligan a seguir una terapia de oxigenaci¨®n permanente, incluso con c¨¢mara hiperb¨¢rica, como la de los buceadores. Seg¨²n Rafael S¨¢nchez, m¨¦dico democristiano que se dice amigo antiguo de uno de los siete doctores de Castro, los m¨¦dicos especialistas hacen su trabajo por separado y no cotejan los resultados entre ellos para no conocer el estado real de la salud del comandante; es decir, cu¨¢nto le queda de vida.
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