'No oigo discos. Leo partituras y me dejo llevar por la fantas¨ªa'
Lleva dos a?os retirado de las orquestas y los escenarios. "Dirigir requiere un esfuerzo f¨ªsico", se excusa con 87 a?os cumplidos. El hecho de que estuviera hasta los 85 d¨¢ndolo todo con la batuta hace a Carlo Maria Giulini merecedor del Premio Yehudi Menuhin, que recibi¨® ayer de manos de la reina Sof¨ªa, en un acto al que asistieron, entre otros, la esposa del presidente del Gobierno, Ana Botella; la ministra de Educaci¨®n, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo; el ministro Portavoz del Gobierno, P¨ªo Cabanillas; el compositor italiano, Luciano Berio; el presidente del Grupo Prisa, Jes¨²s de Polanco y otros directivos de las grandes empresas que financian las actividades de la escuela Reina Sof¨ªa.
El maestro italiano, director que en su d¨ªa, desentra?¨® el arte de grandes figuras, ha colaborado con las mejores orquestas del mundo, es un referente como humanista y el ¨²ltimo superviviente de la brillante generaci¨®n de directores europeos de la posguerra, la misma que re¨²ne en su club a Herbert von Karajan, Georg Solti o Sergiu Celibidache.
Ahora se dedica ya s¨®lo a la ense?anza de nuevas canteras de directores en la escuela de Fiesole, cerca de Florencia, lo que le permite no haber dejado de desmenuzar los secretos de las ocho notas. Lo hace solo. "Leo m¨²sica de los grandes compositores todos los d¨ªas", dice nada m¨¢s aparecer y despu¨¦s de haber saludado uno por uno a los fot¨®grafos que han tratado de captar su imagen insigne, altiva, escondida entre su traje oscuro cruzado y su corbata de lana azul. "Ahora tengo la suerte de conocer a j¨®venes m¨²sicos", cuenta sobre su experiencia como profesor. Y parece que le apasiona su ¨²ltima dedicaci¨®n tanto como el Inter de Mil¨¢n, del que se confiesa apasionado "tifosso".
La ¨²ltima vez que actu¨® en Espa?a lo hizo en mayo de 1998 y fue al frente de la Joven Orquesta Nacional de Espa?a. "Espero que se acuerden de m¨ª", dice. Seguro que s¨ª, como se acordar¨¢n los alumnos que reciban beca este a?o en Fiesole y en la Escuela Reina Sof¨ªa gracias a los tres millones de pesetas del Premio Menuhin que va a repartir al 50% para ayudas a j¨®venes estudiantes. Pero tambi¨¦n le recordar¨¢n por las definiciones que hace de su oficio: "Nosotros somos artistas que debemos dar vida a los signos muertos que hay sobre el papel con gestos en el aire. Es dif¨ªcil, porque no tenemos tampoco contacto f¨ªsico con la m¨²sica, como los instrumentistas".
No quiere decir esto que nunca haya sentido Giulini esa cercan¨ªa carnal. "Cuando ten¨ªa cinco a?os, paseaba con mi madre por la calle y vi a un se?or que mov¨ªa los brazos sobre un objeto de madera. Le pregunt¨¦ qu¨¦ era y me dijo: 'Un viol¨ªn'. Fue la primera vez que escuch¨¦ esa palabra y ese mismo a?o, por Navidad, ped¨ª uno de regalo", cuenta. Se lo dieron, peque?ito, y con los a?os, Giulini lleg¨® a estudiar ese instrumento y otro parecido, la viola, algo que ya ha dejado de practicar. "Consegu¨ª una plaza en una orquesta de Roma. Fue una de las etapas m¨¢s felices de mi vida. Nos llegaron a dirigir Strauss y Stravinski. ?Sabe c¨®mo dirig¨ªa Stravinski? Como un perro".
De hecho, el compositor, nacido en Rusia y nacionalizado estadounidense, entra entre los compositores contempor¨¢neos a los que Giulini no tiene mucho aprecio. "Son muy pocas notas las que hay en la m¨²sica. Y todas las mezclas posibles se hicieron entre Monteverdi y Sch?nberg. Despu¨¦s, ?conocen ustedes a alg¨²n compositor contempor¨¢neo que sea aclamado un¨¢nimemente en todo el mundo". Todos callados. "Su silencio es muy elocuente", observa el maestro.
Volver a los cl¨¢sicos
Por eso, Giulini se sigue nutriendo de los grandes cl¨¢sicos, de Beethoven, Brahms, Bruckner, Mozart, Verdi, Bach, agrandados por ¨¦l. Y no muestra el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s por el mundo de la m¨²sica hoy. "He conocido grandes figuras, dirigido las mejores orquestas, realizado grandes giras en la ¨¦poca en la que tambi¨¦n se pod¨ªa ensayar. Ahora no voy a la ¨®pera, ni a conciertos, no escucho discos, me limito a leer las partituras y a dejarme llevar por la fantas¨ªa".
Tambi¨¦n ha perdido el contacto con los divos, cantantes e instrumentistas. Si escribiera sus memorias podr¨ªa descubrirnos los secretos de las luchas entre las divas Maria Callas y Renata Tebaldi. "No las voy a escribir. Pero si me pregunta hoy c¨®mo era Maria Callas, la persona, le dir¨¦ que no la conozco. Trabajaba con ella con gran fuerza, con gran intensidad, pero al acabar el ensayo, me preguntaba: '?Qui¨¦n es esta mujer?".
Babelia
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