En su punto de saz¨®n
A sant Joan, bacores'. O m¨¢s urbanamente dicho, las cosas maduran a su debido tiempo. El presidente Eduardo Zaplana crey¨® que su propuesta de la Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua (AVL) y con ella el conflicto ling¨¹¨ªstico quedar¨ªa solucionado en el ¨²ltimo trimestre de 1998. Obraban a su favor la l¨®gica, el cansancio de la inmensa mayor¨ªa del vecindario ante el agobio de este problema absurdo instigado por el sector m¨¢s agreste de la sociedad capitalina y, sobre todo, la apabullante confianza en s¨ª mismo para liquidar un enredo civil que no tiene nada que ver con las gram¨¢ticas y s¨ª mucho con las quiebras hist¨®ricas y psicol¨®gicas de esta colectividad. No fue as¨ª. Pero se arm¨® de paciencia y esper¨® el tiempo de saz¨®n sin dejar que el proyecto se diluyese en el olvido.
Han tenido que transcurrir casi tres a?os, sucederse un par de interlocutores socialistas y sugerir varias amenazas de cambiar parlamentariamente las reglas del juego en las Cortes ind¨ªgenas, adem¨¢s de neutralizarse a la musa period¨ªstica del secesionismo ling¨¹¨ªstico, para que cuajase un acuerdo que, no sin cierto ¨¦nfasis, se ha descrito como hist¨®rico. Nada que objetar. Puede llegar a serlo si se cumplen los compromisos que conlleva en punto a la promoci¨®n y uso social del valenciano y, simult¨¢neamente, con el paso del tiempo y el relevo generacional, se nos exime de demostrar las evidencias cuando llamamos a las cosas por su nombre en la lengua que mamamos. ?Menudo viaje para regresar al origen!
Aunque desconocedores como somos de las entretelas de la negociaci¨®n, no creemos cometer una temeridad si anotamos que el m¨¦rito del pacto hay que endos¨¢rselo -y por este orden- al titular de la Generalitat y al l¨ªder socialista, Joan Ignasi Pla. Bien es verdad que aqu¨¦l arriesgaba m¨¢s de frustrarse de nuevo el intento y que tampoco la tropa blavera est¨¢ como para andarse con imposiciones, c¨ªvicamente declinante y viviendo como vive del erario p¨²blico, si bien no ser¨ªa justo que, por estas causas, soslay¨¢semos la voluntad desplegada por el molt honorable en pos del consenso que le permitir¨¢ sacar pecho ante Barcelona y Madrid, pero asimismo aqu¨ª, al aliviarnos de este entuerto bochornoso.
El citado dirigente del PSPV lo ten¨ªa m¨¢s crudo. Al margen de que en su partido nunca se ha percibido un gran entusiasmo por esta f¨®rmula acad¨¦mica, por temerse que todo su r¨¦dito ser¨ªa apropiado por el PP, no puede dejarse de lado la presi¨®n del estamento universitario y de los intelectuales poco o nada propicios a cualquier entendimiento o concesi¨®n. Yo creo que Zaplana era sensible al condicionamiento de estos halcones y, en consecuencia, ha facilitado el margen de maniobra de su interlocutor. Basta ver la hornada de acad¨¦micos para comprobar de qu¨¦ lado se inclina el fiel de la cordura. En realidad, tampoco pod¨ªa ser de otra manera en estos momentos, y desde este punto de vista quiz¨¢ haya que celebrar el reiterado aplazamiento de la iniciativa. A este respecto, nos parece muy expresiva la glosa de Xavier Casp, el sant¨®n secesionista: 'Cuando se pierde, uno debe aprovechar lo que queda y no perderlo todo'. Muy sensato.
?Y ahora, qu¨¦? Pues ahora habr¨¢ que despejar varias inc¨®gnitas, y no es la menor de ellas que la Acad¨¨mia emergente se acredite ante el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana y la otra Real Academia, tan pintoresca. Para ello ser¨¢ imprescindible que trabaje con recursos adecuados y al alim¨®n con esa serie de acuerdos sobre l?Us del Valenci¨¤ que, a la postre, son tan o m¨¢s sustanciales que las biograf¨ªas y expedientes de los acad¨¦micos y acad¨¦micas que se acaban de elegir. En todo caso, y si los electos se ponen pronto a la faena, se acabar¨¢ con el pretexto, a menudo institucional, de no hablar valenciano porque no est¨¢ normalizado. A partir de sant Joan igual somos ya un pa¨ªs normal. Prodigios de la pol¨ªtica.
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