Buenas intenciones, malos resultados

Seamos serios: el cine no s¨®lo vive de intenciones. School killer est¨¢ repleta de ellas, de las buenas. Pero el resultado en pantalla es catastr¨®fico. Ni esa semejanza -por no usar palabras mayores, diremos que es presunta- a la iron¨ªa de Scream (los protagonistas no cesan de recordar di¨¢logos y situaciones de psicothrillers cl¨¢sicos), ni la intenci¨®n de llenar con carne fresca las evidentes lagunas del gui¨®n, en imitaci¨®n del star system juvenil de Hollywood (los papeles recaen en guapos actores nacidos en series de televisi¨®n -Carmen Morales, Olivia Molina-, escogidos con la esperanza de que su audiencia vaya a las salas), ni el manido recurso a 'aqu¨ª ya pas¨® algo malo y por eso hemos venido a recordar aquellos brutales asesinatos' son capaces de mantener el m¨ªnimo inter¨¦s ante lo que ocurre en la pantalla.

Su director, el debutante Carlos Gil, promet¨ªa una labor mejor construida tras a?os como eficaz ayudante de direcci¨®n de cineastas como Steven Spielberg (en concreto en la saga Indiana Jones) o George Cukor. En definitiva, que ni para un atrac¨®n de palomitas. Porque eso de pasar el fin de semana en un instituto en la sierra madrile?a con pasado oscuro no hay quien se lo trage ni aunque Paul Naschy, el ¨²nico decente en la funci¨®n, sea el conserje asesino.