Espa?a en Am¨¦rica Latina
Durante la transici¨®n de la dictadura a la democracia, y especialmente en la d¨¦cada de los ochenta, se sentaron las bases de una presencia real, y no s¨®lo ret¨®rica e hist¨®rica, de Espa?a en Am¨¦rica Latina. El respaldo a la recuperaci¨®n de las democracias en el Cono Sur, el activismo espa?ol en los procesos de paz y de democratizaci¨®n en Centroam¨¦rica, la creaci¨®n y extensi¨®n de los programas de cooperaci¨®n al desarrollo, fueron seguidos de la institucionalizaci¨®n de la concertaci¨®n pol¨ªtica de las relaciones multilaterales que tienen su mejor expresi¨®n en las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos que se iniciaron en 1991.
El ¨¦xito de la recuperaci¨®n econ¨®mica espa?ola en la segunda mitad de los ochenta permiti¨® preparar a muchas de nuestras empresas para competir con ¨¦xito en la adquisici¨®n de sectores econ¨®micos en proceso de privatizaci¨®n en muchos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina en la d¨¦cada de los noventa. Banca, telefon¨ªa, transporte, telecomunicaciones, energ¨ªa, fueron algunas de las ¨¢reas en las que Espa?a pas¨® a tener participaciones mayoritarias y a prestar servicios en numerosas naciones de la regi¨®n. En muchas de ellas Espa?a es hoy el primer o el segundo pa¨ªs inversor.
En t¨¦rminos generales, esta experiencia de coparticipaci¨®n y colaboraci¨®n en el desarrollo de Am¨¦rica Latina ha sido positiva. Ha mejorado la calidad de la prestaci¨®n de los servicios privatizados y las empresas han obtenido beneficios de su internacionalizaci¨®n, contribuyendo as¨ª a una mayor y mejor presencia de Espa?a en Am¨¦rica Latina.
Sin embargo, se han producido algunas excepciones que por su car¨¢cter emblem¨¢ticamente negativo pueden dar al traste, no s¨®lo con la imagen de determinadas empresas, sino con el prestigio y buen nombre de Espa?a. Acabo de estar en Buenos Aires, donde he representado al PSOE en la reuni¨®n del Comit¨¦ para Am¨¦rica Latina y el Caribe de la Internacional Socialista. Llegu¨¦ y me encontr¨¦ con un paro general convocado por algunos sindicatos de Aerol¨ªneas Argentinas. Pero lo m¨¢s grave, como se ha publicado ampliamente en la prensa, es que la virulencia de los manifestantes y las consignas que gritaban iban dirigidas contra Espa?a. Concentraciones de gran agresividad ante la Embajada de Espa?a en Buenos Aires, ataques a Iberia, Telef¨®nica, Repsol y cuantas empresas e intereses espa?oles, que son muchos, pudieran visualizarse en Argentina. Afortunadamente, el sentimiento antiespa?ol no ha tomado cuerpo, por ahora, en la generalidad de la poblaci¨®n, a pesar de la pasividad del Gobierno espa?ol, y pude comprobar que el espa?ol no es recibido con hostilidad, sino con afecto, por la mayor¨ªa de los argentinos.
Pero ?qu¨¦ ocurre con Aerol¨ªneas Argentinas? Es una pregunta que a¨²n no ha contestado el Gobierno espa?ol, propietario de la citada l¨ªnea a¨¦rea a traves de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). ?C¨®mo es posible que en los ¨²ltimos seis a?os, por s¨®lo referirnos a sus actuales gestores, no se haya encontrado una f¨®rmula de viabilizar, sanear o vender una compa?¨ªa de la importancia simb¨®lica de Aerol¨ªneas? ?No se previ¨® la explosi¨®n antiespa?ola que tarde o temprano se iba a producir ante el deterioro creciente de su situaci¨®n econ¨®mica, operativa y laboral? S¨®lo el coste que la imagen de Espa?a est¨¢ teniendo en la Rep¨²blica Argentina es infinitamente superior que lo que hubiera costado, hace tres, cuatro, cinco a?os reflotar o vender Aerol¨ªneas.
De Buenos Aires viaj¨¦ a Lima, y de nuevo en Per¨² encontr¨¦, latentes y larvados, elementos pol¨¦micos en relaci¨®n con empresas espa?olas. Las tarifas de Telef¨®nica, que controla la telefon¨ªa del pa¨ªs, y de Endesa, productora y distribuidora mayoritaria de la electricidad peruana, han sido objeto de fuertes ataques en la reciente campa?a electoral. Mis interlocutores peruanos me dijeron que los organismos de control y regulaci¨®n de tarifas hab¨ªan hecho dejaci¨®n de sus funciones en la dictadura fujimorista y las dos grandes multinacionales espa?olas se aprovecharon para abusar descaradamente de las tarifas, creando algo m¨¢s que malestar en los usuarios peruanos.
Pero lo que es m¨¢s grave, Telef¨®nica est¨¢ siendo investigada por una comisi¨®n por su presunta complicidad o tolerancia con Fujimori-Montesinos en la gigantesca operaci¨®n de escuchas telef¨®nicas ilegales montada por estos dos siniestros personajes desde 1992 a 2000. Por si fuera poco, a¨²n me llegaron voces descontentas con el apoyo que el presidente Aznar prest¨® a Fujimori cuando ¨¦ste ganara fraudulentamente las elecciones en 2000. Para colmo, en la toma de posesi¨®n de ¨¦ste, 28 de julio de 2000, Espa?a estuvo representada por el vicepresidente del Gobierno se?or Rajoy, mientras que el resto de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea se hizo representar s¨®lo por sus embajadores en Lima.
El Per¨² sigue inmerso en el descubrimiento diario de nuevas pruebas del inmenso entramado de corrupci¨®n, sobornos, amenazas y chantajes organizados por Montesinos, que hab¨ªa convertido al pa¨ªs en un narcoestado, cuyo desmontaje ser¨¢ uno de los trabajos m¨¢s arduos de la nueva Administraci¨®n democr¨¢tica. El nuevo presidente, Alejandro Toledo, con quien tuve la oportunidad de entrevistarme, est¨¢ en la mejor voluntad de reestablecer las buenas relaciones con Espa?a y olvidar el desliz de Aznar. Consider¨¦ oportuno aclararle que la opini¨®n p¨²blica y los medios de comunicaci¨®n espa?oles, casi sin excepci¨®n, nunca tuvieron duda sobre la naturaleza perversa de la pareja Fujimori-Montesinos y vieron la lucha democr¨¢tica que ¨¦l emprendi¨® en 2000, la gran ocasi¨®n para la pronta recuperaci¨®n de las libertades. Afortunadamente no hizo caso a Aznar, que le recomend¨® hace un a?o aceptar la falsa victoria de Fujimori, tener paciencia y esperar al a?o 2005.
En cuanto a las empresas espa?olas, deber¨ªan aprender, despu¨¦s de las experiencias de Argentina y Per¨², que tienen que actuar pensando en el largo plazo, en hacer compatible el beneficio con el desarrollo de los pueblos en los que operan. Que tienen que conocer mejor la idiosincrasia, las costumbres y los h¨¢bitos de los pa¨ªses en los que est¨¢n trabajando. Que deben descartar toda connivencia, complicidad o benepl¨¢cito con los reg¨ªmenes que violan gravemente los derechos humanos, porque pagar¨¢n tarde o temprano un alto precio. Que en lo que podr¨ªamos llamar su 'c¨®digo ¨¦tico' deben incluir el respeto a las reglas del Estado de Derecho. En Per¨² no siempre ha sido as¨ª en los ¨²ltimos nueve a?os, y ojal¨¢ que ello no ponga en peligro su futura presencia en el pa¨ªs andino.
Luis Y¨¢?ez-Barnuevo es diputado socialista por Sevilla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.