?Es la ¨®pera homosexual?
La ¨®pera tiene un ramalazo, pero poco orgullo gay, pens¨¦ el domingo mientras a¨²n me quedaban im¨¢genes del centro de Madrid lleno el d¨ªa anterior por la cabalgata anual de los homosexuales, que ya supera en espect¨¢culo y n¨²mero de Reinas Magas a la del 5 de enero. ?Por qu¨¦ la ¨®pera en ese contexto, cuando lo que parece propio de la cultura gay es la lentejuela del musical, Barbra Streisand y Cher, nuestra inmortal Roc¨ªo Jurado imitada en playback por los travestis, y ahora Tamara, que cuando canta es dif¨ªcil saber si es un travesti o un playback? El domingo hab¨ªa conseguido una entrada para ver Fidelio (que, teniendo de protagonista a una mujer vestida de hombre, carece de la pluma del bel canto), y me encontr¨¦ en el entreacto del Real a un amigo tan desatadamente mel¨®mano como galopantemente homosexual. Contento de Barenboim, del montaje y de los cantantes, mi amigo llevaba, sin embargo, en su cara la ira acumulada el d¨ªa anterior. 'Esa carnavalada del orgullo gay; cerraron todas las calles, y casi llego tarde al wagner. Yo, como t¨² sabes, no me corto un pelo, y claro que quiero tener igualdad y libertad. Pero lo que no siento es fraternidad con todo el loquer¨ªo de dragqueens y hombres en plan hawaiana. ?L¨¢stima de tanto t¨ªo bueno estropeado por el rimmel!'.
Mi amigo, aun as¨ª, pertenece a la categor¨ªa de lo que Wayne Koestenbaum, en su ingenioso libro The Queen's Throat, define como 'loca oper¨ªstica'. Habla m¨¢s agudamente que una prima donna, adora a Montse Caball¨¦ (y cuando dice 'adoro' la o central no acabar¨ªa nunca en su loca garganta), se viste como si tuviera veinte a?os y diez kilos menos, mira a los hombres (incluso en los entreactos del Real) con una glotoner¨ªa descarada, y me besa en la boca si me ve, aunque la m¨²sica que estemos oyendo sea de Beethoven y no de Donizetti. Pero no tiene el orgullo gay. ?Por qu¨¦ tantos homosexuales se esconden -se emboscan- en la ¨®pera o en Judy Garland?
Koestenbaum tambi¨¦n es una 'loca oper¨ªstica' confesa, amanerado en su voz literaria y fan¨¢tico de una diva por encima de las dem¨¢s (en su caso, Anna Moffo). Pero en tanto que joven, norteamericano y muy le¨ªdo, revela en todo momento, orgullosamente, su condici¨®n gay, si bien no tiene reparos en citar a la hoy c¨¦lebre Catherine Cl¨¦ment a prop¨®sito del culto a la Callas: 'Venga, hombres, callaos de una vez. Est¨¢is viviendo de ella. Dejad tranquila a esa mujer que llev¨® con tanta elegancia vuestras fantas¨ªas reprimidas'.
El argumento central del libro de Koestenbaum es que la exuberancia formal, el exceso de gesto y atav¨ªo, la altura inveros¨ªmil del agudo en algunas gargantas divinas, hicieron de la ¨®pera el punto de deseo de aquellos seres sensibles que, a finales del XIX y durante todo el siglo XX, ten¨ªan que vivir de modo incompleto, escondido o disimulado, su homoerotismo. La ¨®pera ha sido, tradicionalmente, el reino de la visibilidad y la sonoridad subrayadas, y los invisibles, los segregados, los silenciados del sexo prohibido, recurr¨ªan como sustituto o v¨¢lvula de escape a tan ostentosa v¨ªa de expresi¨®n art¨ªstica.
Todo eso empieza ya a pertenecer al antes (aunque no me atrev¨ª a dec¨ªrselo en la cara a mi amigo la 'loca oper¨ªstica'). Ahora, como siempre, las sopranos coloratura, las pel¨ªculas de Busby Berkeley, Mae West, Imperio Argentina, Marlene Dietrich, llenan de fantas¨ªa con su desenfreno muchas cabecitas y muchos armarios, pero los homosexuales ya no se identifican ocultamente con esos modelos en la soledad de su alcoba. Algunos, a¨²n s¨ª, por opresi¨®n o temor, pero cada d¨ªa menos. ?Qu¨¦ necesidad hay de sacar a la calle -junto al leg¨ªtimo orgullo de proclamar lo que eres y reclamar lo que a¨²n no te dejan ser- tanta pluma de ave ex¨®tica, tanto tac¨®n de aguja, tanto colorete? Es la pregunta que hacen muchos heterosexuales y alguna antigua, como mi amigo la 'loca oper¨ªstica'. Claro que no hay necesidad. Hay voluntad de reflejar una desmesura, un desorden liberador, un fuerte grito pasional y una desmelenada confusi¨®n de las identidades. Exactamente como en una buena ¨®pera italiana.
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