'Mis novelas son como la obra de Gaud¨ª, la verdadera arquitectura de los sue?os'
Solamente en el Nueva York de Jerome Charyn es posible encontrar un comisario de polic¨ªa jud¨ªo que sea a la vez un asesino a sueldo. Es Isaac Sidel, el fascinante protagonista de una decena de novelas del escritor neoyorquino afincado en Par¨ªs. Jerome Charyn (Nueva York, 1937) ha roto los moldes de la novela negra. Con lirismo, con profunda ternura, con humor agridulce, con econom¨ªa de palabras, ha creado una po¨¦tica de la violencia que nos sumerge en un mundo diferente, como si pas¨¢ramos al otro lado del espejo. Sin linealidad ni progresi¨®n argumental, lo de Charyn es pura literatura con unos personajes absolutamente negros.
Charyn acaba de publicar en Espa?a Ojos Azules (RBA), la primera novela de la serie. En ella el comisario Sidel, una especie de ¨¢ngel exterminador, aparentemente expulsado de su cargo, se enfrenta en el Bronx a los Guzm¨¢n, marranos -jud¨ªos conversos que practican ocultamente su religi¨®n- procedentes de Per¨², atracadores, timadores, controladores de apuestas y m¨¢s cosas.
'La vida es muy complicada. Es una gran batalla y resulta mucho m¨¢s interesante si puedes cambiar el orden natural de las cosas'
El verdadero protagonista de la novela, Manfred Coen, llamado Ojos Azules, uno de los pol¨ªcias preferidos de Sidel, es utilizado por ¨¦ste en su particular guerra contra los Guzm¨¢n. En esta batalla alucinante participa una serie de tipos incre¨ªbles que se mueven en universos cerrados, cada uno con su propio lenguaje. RBA publicar¨¢ las tres novelas siguientes: Marilyn la Ind¨®mita, La educaci¨®n de Patrick Silver y Los secretos de Isaac, y si van bien, ojal¨¢, continuar¨¢ con la serie, en la que el asilvestrado Sidel llega (en Citizen Sidel) a vicepresidente de Estados Unidos. En las historias de Charyn puede suceder cualquier cosa.
Pregunta. En sus libros, pol¨ªcias y criminales son lo mismo.
Respuesta. Porque son exactamente lo mismo. No es una exageraci¨®n, no me lo invento, crec¨ª en ese ambiente. Hablo del Bronx, de Nueva York. Mis personajes no son buenas personas, pero tampoco son malos, como yo mismo.
P. En libros suyos como El hombre barbo o La dama oscura de Bielorrusia, da la impresi¨®n de que usted mismo fue un poco delincuente.
R. Viv¨ªa en un barrio muy pobre y cuando me enconraba con los otros chicos, pues... Y s¨ª ocurri¨® as¨ª fue por la falta de lenguaje. Si te falta el lenguaje te queda la rabia contra el mundo. En mi casa no hab¨ªa ning¨²n libro, en mi barrio no hab¨ªa ning¨²n peri¨®dico. El mundo no exist¨ªa. No se puede encontrar The New York Times en el Bronx.
P. Y ahora utiliza el lenguaje como un cuchillo.
R. No, como una pistola. Para m¨ª, el verdadero poder es el lenguaje y la verdadera pobreza es la falta de lenguaje. Yo entr¨¦ en el mundo gracias al idioma, con el lenguaje puedo matar y ya he matado en la literatura. Es una venganza contra la cultura general, que excluye a tanta personas.
P. En su novela, usted atrapa a Ojos Azules en la guerra entre Sidel y los Guzm¨¢n, entre jud¨ªos y conversos.
R. Es la ambig¨¹edad de las religiones, los cat¨®licos que son jud¨ªos y los jud¨ªos que son cat¨®licos. Me fascina la historia de los marranos. Creo que yo mismo desciendo de t¨¢rtaros del siglo XVII, que se convirtieron al juda¨ªsmo; es muy extra?o. Mi hermano mayor tiene rasgos totalmente t¨¢rtaros.
P. De padre polaco y madre bielorrusa, usted naci¨® en el Bronx y vive en Paris, ?de d¨®nde se siente?
R. No lo s¨¦. Es dif¨ªcil, no tengo una idea muy precisa. Me gustan los hoteles porque puedo trabajar bien en ellos. Escrib¨ª la mayor parte de Ojos Azules en el Majestic de Barcelona.
P. Manfred Coen es fant¨¢stico, es el mejor, lleva la pistola en una bolsa, es un fan¨¢tico del pimp¨®n, los otros polic¨ªas lo odian porque es el ni?o mimado de Sidel y Sidel permite que lo maten y, adem¨¢s, le mata un amigo.
R. Y el fantasma de Coen perseguir¨¢ para siempre a Sidel. La vida es muy complicada. Es una gran batalla y resulta mucho m¨¢s interesante si puedes cambiar el orden natural de las cosas.
P. Usted lo hace en sus novelas.
R. S¨ª, y por eso se produce una sofisticaci¨®n. Comprendo que no resulte f¨¢cil entrar en ese universo.
P. ?Por eso sus novelas no tiene ¨¦xito en Estados Unidos?
R. No las entiende, son demasiado barrocas, surreales. Am¨¦rica es el pa¨ªs del realismo y no comprenden esta m¨²sica. Mis novelas son como la obra de Gaud¨ª, la verdadera arquitectura de los sue?os.
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