Buckingham fija unas duras normas para las actividades privadas de la familia real
El Palacio de Buckingham se ha puesto serio. Despu¨¦s del esc¨¢ndalo que afect¨® a la esposa del pr¨ªncipe Eduardo, Sophie, que fue cazada in fraganti por un periodista encubierto del diario sensacionalista News of the World presumiendo de sus conexiones reales y criticando a miembros de la familia real brit¨¢nica con un cliente de su agencia de relaciones p¨²blicas, una nueva normativa afectar¨¢ a todos los Windsor: podr¨¢n continuar con sus carreras en el sector privado; pero siempre que no se aprovechen de su condici¨®n para obtener beneficios econ¨®micos.
La norma es menos estricta de lo que quer¨ªa el pr¨ªncipe Carlos, quien deseaba que los miembros de la familia real se dediquen exclusivamente a ejercer sus funciones protocolarias. Seg¨²n el pr¨ªncipe de Gales, sus ¨²nicas labores deber¨ªan ser el asistir a actos ben¨¦ficos y representar a la Corona. Su hermana, la princesa Ana, era de la misma opini¨®n. Sin embargo, la norma que entrar¨¢ en vigor es m¨¢s flexible y parece estar cortada con los mismos patrones que proh¨ªben, en el mundo econ¨®mico, la informaci¨®n privilegiada o, en el de la pol¨ªtica, el abuso de los fondos p¨²blicos para actividades privadas.
Seg¨²n un comunicado del Palacio de Buckingham, en el futuro los miembros de la familia real tendr¨¢n que consultar con el jefe de la Casa de Isabel II cualquier negocio que vayan a emprender y tendr¨¢n que renunciar a cualquier compromiso oficial si ¨¦ste entra en colisi¨®n con sus actividades privadas. Este ¨²ltimo punto parece estar dedicado especialmente al pr¨ªncipe Eduardo -el primer v¨¢stago de una soberana brit¨¢nica que ha desarrollado una actividad remunerada de forma continuada-, quien fue duramente criticado por aprovechar viajes oficiales para establecer contactos para su productora.
Seg¨²n la prensa brit¨¢nica, fue el marido de la reina Isabel II, el duque de Edimburgo, quien influy¨® en la comisi¨®n encargada de estudiar el asunto liderada por el chambel¨¢n de palacio, lord Luce, quien fue asistido por el secretario privado de la reina, sir Robin Janvrin, y por el canciller del Sello Privado -el tesorero de la Reina-, sir Michael Peat. El duque de Edimburgo insisti¨® en que Eduardo y Sophie deb¨ªan tener permiso para trabajar porque as¨ª podr¨ªan contribuir econ¨®micamente al mantenimiento de su casa en Surrey, Bagshot Park, que les cuesta cada a?o 250.000 libras (unos 73 millones de pesetas).
Tras el esc¨¢ndalo, Sophie renunci¨® a la presidencia de su empresa de relaciones p¨²blicas, aunque en todo momento recibi¨® el apoyo de la reina.
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