Don Quijote manipulado
Mucho han dado que hablar las palabras del se?or Rodr¨ªguez Zapatero sobre el Quijote. Seguir¨¢n siendo recordadas aqu¨ª y all¨¢ y pasar¨¢n a la letra menuda de la historia. Como asimismo, el jolgorio de la parte gubernamental del hemiciclo y la comparaci¨®n de la novela de Cervantes con un conjunto circense de baloncesto. Todo ello tan significativo. Muchas de las noticias que en su d¨ªa merecieron grandes titulares en la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos m¨¢s serios, vinieron a parar en nada con el transcurso del tiempo. Mientras, agazapada en p¨¢ginas interiores, una gacetilla es el primer testimonio escrito de algo que se est¨¢ gestando y eclosionar¨¢ como acontecimiento de gran trascendencia, acaso, para toda la humanidad.
Es previsible que las palabras de Rodr¨ªguez Zapatero tengan lectura para un extenso futuro, aunque s¨®lo sea lectura de apoyo para la interpretaci¨®n de un momento hist¨®rico dado en un pa¨ªs dado. La comparaci¨®n del Quijote con los Globetrotters fue, es y ser¨¢ estrafalaria y triste. En cambio, el futuro dir¨¢ -si es que hay futuro y si, de haberlo, se digna acordarse de nosotros- que la rechifla de los diputados del Gobierno pudo deberse, en parte, a que Rodr¨ªguez Zapatero convirti¨® en p¨¢rrafo o apartado lo que en principio parec¨ªa que iba a ser una menci¨®n en passant, un par¨¦ntesis de la guisa de 'por cierto...' Al l¨ªder socialista se le fue la mano, pero con todo, si no nos olvidamos de los Globetrotters, la balanza se inclin¨® en su favor.
Rodr¨ªguez Zapatero tiene ahora ante s¨ª la nada dif¨ªcil tarea de poner a Don Quijote en su sitio. Con ¨¦l se ha cometido un 'puerco y descomunal abuso', como dec¨ªa nuestro h¨¦roe refiri¨¦ndose a las u?as largas: ('M¨¢s que u?as parecen garras de cern¨ªcalo lagartijero'). Tuve ocasi¨®n de hojear una tesis doctoral -procedente de la Europa del Este- en la que don Quijote era comunista hasta el tu¨¦tano. Entre nosotros, la generaci¨®n del 98 hizo del caballero un nacionalista espa?ol y eso ha tra¨ªdo consigo resultados funestos, nublando y alienando incluso el juicio de algunos inteligentes escritores 'perif¨¦ricos'. Nos lo ha recordado Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao: seg¨²n Unamuno, el principal defecto del Quijote es no ser an¨®nimo. Hasta tal punto, la novela de Cervantes es s¨ªmbolo y resumen del esp¨ªritu nacional. Recuerdo que Ganivet, quien tambi¨¦n politiz¨® a Don Quijote, cometi¨® el mismo desatino... ?con S¨¦neca! C¨®rdoba exist¨ªa, dislate al canto.
En su Don Quijote, no se ve que Cervantes quisiera simbolizar nada; y si hay atisbos, son m¨¢s sugeridores de la diferencia que de la unidad. Don Quijote se queda prendado de Barcelona, donde se topa con el refinamiento y ve por primera vez en su vida una imprenta, que le subyuga. Alguna alabanza dispersa a lenguas otras que el castellano y al Tirant lo Blanc; y una simpat¨ªa encubierta hacia los moriscos. 'Abre los ojos, deseada patria y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu hijo...' dice el escudero hinc¨¢ndose de rodillas cuando divisa las casas de su pueblo. Para ¨¦l la patria es su aldea. Para Don Quijote, la patria est¨¢ all¨ª donde haya un entuerto que deshacer, una doncella que rescatar, un ni?o explotado al que hacerle justicia.
Pero en este pa¨ªs la celebraci¨®n del 400? aniversario de la primera parte de El Quijote, puede dar p¨¢bulo a tensiones entre nacionalismos. Todav¨ªa, si no m¨¢s que nunca. Si para unos Don Quijote es la misma encarnaci¨®n del alma espa?ola, cosa m¨¢s falsa que un duro sevillano, otros le quitan su nombre a una calle, porque Don Quijote se ri¨® de un vizca¨ªno, algo tan falso como lo anterior. Hay quien opta por restarle valor a una novela que, como literatura en estado qu¨ªmicamente puro, es muy superior a la obra maestra del genial Marcel Proust. Si este cariz va a tomar el asunto, si los promotores del aniversario no saben o no quieren encauzarlo como lo que debe ser, es decir, la conmemoraci¨®n de una gran obra literaria, se llegar¨¢ a una situaci¨®n altamente desagradable y nada positiva para la concordia de nuestro Estado auton¨®mico.
?Qu¨¦ es el Quijote? Como tantas obras maestras, admite diversas interpretaciones; todas, menos las inspiradas en bastardos intereses pol¨ªticos. Pobre Don Quijote, nacido Alonso Quijano. ?Quijano? Tambi¨¦n pod¨ªa ser Quijada, Quesada o Quejana. Es la primera genialidad del autor, borrar el pasado de su h¨¦roe. Hemos de imagin¨¢rnoslo, pero Cervantes no nos facilita la tarea, pues los escasos detalles que da, son producto del contexto, no de la intenci¨®n del autor. A lo sumo, sabemos de una campesina de una aldea cercana, Aldonza Lorenzo, a la que el hidalgo pobre Alonso Quijano hab¨ªa visto con buenos ojos, sin haberse atrevido a hablar con ella. Mucho hace suponer que luego la convirti¨® en Dulcinea. Pero no idealiz¨® a la campesina, sino la idea del amor.
Don Quijote, encarnaci¨®n del alma nacional. Diablos, pues la deja hecha unos zorros. La s¨¢tira cervantina no tiene las aristas hirientes de la de Quevedo porque Cervantes es m¨¢s sabio y carece de toda esperanza. ?A qu¨¦ ensa?arse con un burro muerto? Con todo, existe la denuncia social y de ella no escapan ni individuos ni instituciones. Las putas no nacen, se hacen, y por eso don Quijote llamar¨¢ a la Tolosa, do?a Tolosa, y a la Molinera, do?a Molinera. Pero es un acto de desagravio y de agradecimiento personal en el que no se detecta, sin embargo, demasiada solidaridad. El amor es quebradizo, el matrimonio acaba mal, la mujer est¨¢ injustamente postergada (tenemos que obedecer a nuestros maridos 'aunque sean unos porros', se lamente la mujer de Sancho; la cual tampoco asume a gusto tener que llevar el apellido del esposo, no el propio). La instituci¨®n eclesi¨¢stica aparece presentada como una mera profesi¨®n, la nobleza es ruin y mezquina, los representantes de la ley, 'ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros'. Despu¨¦s de alabar profil¨¢cticamente la orden real de expulsi¨®n de los moriscos, se nos cuenta la conmovedora historia del morisco Ricote y familia; o sea, que se nos expone gr¨¢ficamente el drama humano que supuso tan 'acertada' disposici¨®n real. Pero el depositario de esta historia es Sancho, no Don Quijote, quien de serlo, se habr¨ªa alzado contra el monarca y llover¨ªa sobre mojado despu¨¦s de la suelta de los galeotes. Cervantes tiene que echar mano del disimulo y del doble lenguaje.
Don Quijote es el resultado de la evoluci¨®n personal de un Alonso no se sabe qu¨¦. Es un individuo sin geograf¨ªa, sin historia y sin entorno social. No me lo saquen de ah¨ª.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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