El Tour ya no manda
La carrera francesa se ve incapaz hoy d¨ªa de imponer su ley en su propio territorio
El Tour, la imagen m¨ªtica del Tour, era una burbuja amarilla. Un espacio geogr¨¢fico variable, en perpetuo movimiento, que comenzaba en el punto en el que el primer motorista abr¨ªa la carrera y terminaba en el coche escoba. En la salida y la llegada montaba tambi¨¦n su espacio propio de forma temporal, con sus fronteras bien definidas. Territorio Tour regido por las leyes del Tour. Y en caso de duda, dos directores dictadores para resolver, Jacques Goddet y Felix Levitan. Sus sucesores intentaron mantener el orden y el estilo pero su choque con la sociedad, que avanzaba en otra direcci¨®n, parec¨ªa inevitable. Lleg¨® 1998. Caso Festina. Una aguja afilada pinch¨® la burbuja Tour. Fin del mito. Las cosas nunca ser¨¢n iguales. Desde entonces, el Tour, su orden, sus leyes, su reglamento, tradiciones y costumbres, cada vez pinta menos. En 2001 est¨¢ alcanzando sus m¨ªnimos hist¨®ricos.
La carrera francesa, uno de los grandes acontecimientos deportivos del mundo, un gran poder econ¨®mico tambi¨¦n, cedi¨® primero parte de su poder a la federaci¨®n internacional, a la UCI, que impone su criterio hasta en asuntos tan nimios como el de la regulaci¨®n de los pasos a nivel. El domingo, dos corredores fugados se quedaron parados ante una barrera ferroviaria. Seg¨²n el reglamento del Tour, actualizado para la edici¨®n 2001, el pelot¨®n, al encontrar el paso abierto, no se tendr¨ªa que haber parado; seg¨²n el reglamento de la UCI, s¨ª. El pelot¨®n se par¨®.
Pero la UCI, otra burbuja del famoso modelo de autonom¨ªa de las leyes deportivas frente a las leyes ordinarias, tampoco lo tiene muy bien para actuar de paraguas del Tour. Segundo caso. Tour 2001. Lunes pasado. 17.00 horas. 15 minutos antes de que acabe la etapa en Amberes (B¨¦lgica), la direcci¨®n del Tour recibe una llamada de Jan van Gestel, el comisario antidopaje de la UCI . 'Hemos anulado los controles de hoy. El Gobierno aut¨®nomo de Flandes ha enviado a sus propios m¨¦dicos y exige que s¨®lo se hagan sus controles'. La UCI no se enfrenta a Flandes. El Tour no puede sino asentir, aunque ello suponga traicionar sus 10 famosas medidas antidopaje que deber¨ªan significar la renovaci¨®n total desde bases ¨¦ticas. Una de las 10 medidas era que todos los d¨ªas se realizar¨ªan ocho controles, que todos los ganadores de etapa y el maillot amarillo no se librar¨ªan nunca. Los otros seis ser¨ªan elegidos por sorteo. Y a todos se les analizar¨ªa, en Par¨ªs, la orina en busca de EPO. El Gobierno flamenco impuso sus normas, y su lista de ocho corredores. 'Supongo que har¨ªan un sorteo puro, pero yo no estaba presente cuando lo hicieron', dice Van Gestel. 'Es la ley de Flandes, y la UCI no pod¨ªa hacer nada. La ley es la ley'. En la lista flamenca, la que se impuso, no figuraba ning¨²n belga, ni siquiera el h¨¦roe del d¨ªa, Marc Wauters, que hab¨ªa ganado la etapa y conseguido el maillot amarillo de l¨ªder. Los an¨¢lisis, adem¨¢s, se har¨¢n en el laboratorio de Gante, que no tiene medios para buscar la EPO. 'Pero la ley es la ley', repet¨ªa, impotente, Van Gestel, que es holand¨¦s. Desde que comenz¨® el Tour, el Gobierno flamenco, la agencia antidopaje australiana y el ministerio de Deportes franc¨¦s han efectuado sus propios controles antidopaje a los ciclistas.
'Eso pasa cuando el poder deportivo permite que le regulen desde fuera', dice Manolo Saiz, director del ONCE-Eroski y de la asociaci¨®n internacional de equipos. 'Ya que el Tour no dice nada, los equipos, por lo menos, deber¨ªamos escribir una carta de protesta', dec¨ªa, tirando a enfadado, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, director del iBanesto.com. 'Debemos saber claramente a qu¨¦ ley debemos atenernos'. A la ley del Tour, evidentemente, ya no.
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