El juego de la ilusi¨®n y la met¨¢fora geol¨®gica
Desde la biblioteca, todav¨ªa sin libros, se pueden observar los tensores de acero que sostienen la piel de la copia de la sala de pinturas, la c¨¢scara de la escenograf¨ªa marcada por las uniones, fisuras y huecos que forman la pasta de polvo de piedra y resina. El arquitecto Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939) provoca el artificio, la mentira, para potenciar despu¨¦s el recuerdo del original. 'Hay experiencias coincidentes con las reales y otras que son importantes en arquitectura, como el escenario, el teatro', declar¨® Navarro Baldeweg horas antes de viajar a Santander.
El arquitecto recuerda la tradici¨®n de jugar con la ilusi¨®n en el renacimiento y en el barroco, 'el equilibrio entre la ilusi¨®n y la realidad'. La parte p¨²blica de la tramoya forma la neocueva, un facs¨ªmile de la sala de los pol¨ªcromos descubierta por Marcelino Sanz de Sautuola en 1879. Ahora se ha convertido en un espacio de 900 metros cuadrados conseguido con unas vigas met¨¢licas de 42 metros de luz -calculadas por el ingeniero Julio Mart¨ªnez Calz¨®n- que, a su vez, sustentan la zona de la biblioteca con grandes lucernarios de luz natural.
La neocueva es para el arquitecto el lugar ideal para meditar y distinguir entre el ¨¢mbito virtual y el real, sobre todo en el dise?o de la entrada, que reproduce el espacio luminoso donde los grupos humanos de Altamira desarrollaron a lo largo de milenios su vida cotidiana. Este espacio, que ya ha servido para filmar escenas que aparecen en audiovisuales del museo, es muy superior al de la cueva original, ya que un derrumbe natural la sell¨® hasta casi su descubrimiento y sirvi¨® tambi¨¦n para conservar milagrosamente las pinturas de bisontes, ciervos y caballos. La ventana de la est¨¦tica cl¨¢sica, seg¨²n el arquitecto, se convierte para el visitante desde el interior en una visi¨®n del paisaje enmarcado.
El recuerdo de lo real
Navarro Baldeweg utiliza una met¨¢fora geol¨®gica para definir su proyecto. Dice que es esencial mantener el protagonismo de la cueva original, situada a 300 metros de su copia, el recuerdo de lo real, en un paisaje liberado y limpio. Su edificio se pega al terreno, buscando los pliegues de la colina y las suaves pendientes de la topograf¨ªa. 'El aspecto del museo recrea una tect¨®nica geol¨®gica. La disposici¨®n de los elementos estructurales y los diferentes tipos de lucernarios nos hablan de acciones sobre la colina, nos insin¨²an metaf¨®ricamente que se ha hecho un recorte en la colina, que se ha levantado su corteza y se ha hecho sitio en su interior'. El edificio tambi¨¦n aporta al paisaje el color, ocres y rojos, como los pigmentos de las pinturas y de la tierra.
Babelia
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