Hospital General de Catalu?a, otra vez...
Estos d¨ªas el Hospital General de Catalu?a (HGC) ha vuelto a ser noticia. Est¨¢ a punto de ser adjudicado a una de las empresas que han optado por adquirirlo despu¨¦s de su quiebra. Urge solucionar la situaci¨®n insostenible en la que se encuentra el hospital y, tal como est¨¢n las cosas, debemos reclamar transparencia y objetividad en la resoluci¨®n del concurso. Pero, m¨¢s all¨¢ de esta cuesti¨®n, important¨ªsima eso s¨ª, vale la pena hacer una reflexi¨®n de car¨¢cter m¨¢s global, que sit¨²e lo que hoy se est¨¢ dirimiendo en t¨¦rminos pol¨ªticos.
Se trata, en definitiva, de la relaci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado en la sanidad. El HGC constituye un caso protot¨ªpico de la subordinaci¨®n del sistema p¨²blico a los intereses privados por parte del Gobierno de Converg¨¨ncia i Uni¨®, maestro en este tipo de pol¨ªtica, que practica tambi¨¦n ampliamente en el caso del sistema educativo, tal como se ha evidenciado justamente estos d¨ªas con relaci¨®n al dinero p¨²blico pagado a centros educativos de ¨¦lite.
La adjudicaci¨®n del hospital ser¨¢ un verdadero regalo para quien se lo quede. Debe asegurarse, al menos, que el clientelismo y el amiguismo no pesen en la decisi¨®n
Pero volvamos al hospital. Fue a inicios de la d¨¦cada de 1970 cuando un grupo de personas cercanas a Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya crearon una mutua para fundar un hospital de la m¨¢xima calidad y tecnolog¨ªa, y en este proyecto confiaron miles de personas de todos los grupos sociales. El objetivo era ambicioso, pero su planteamiento parti¨® de un an¨¢lisis equivocado respecto al futuro de la sanidad p¨²blica, que en los a?os sucesivos experiment¨® notables mejoras y se universaliz¨®, lo cual impidi¨® llegar a la masa cr¨ªtica de socios necesaria para poder sostener el proyecto previsto.
El HGC entr¨® en funcionamiento en 1985. No se hizo de forma gradual, en funci¨®n de la cartera de socios, sino que se inaugur¨® al completo. El caso es que de las 700 camas nunca se han utilizado m¨¢s de 240, y que los 1.000 trabajadores que se contrataron llegaron a absorber el 90% del presupuesto. En estas condiciones, el d¨¦ficit aumentaba cada a?o y en 1993 se present¨® la primera suspensi¨®n de pagos y se despidi¨® a 350 trabajadores.
'Esto es el resultado de un gran sue?o, realizado err¨®neamente desde su inicio, con financiaci¨®n equivocada... Nunca hemos tenido concierto con este hospital, ni lo tenemos, ni lo tendremos mientras no se demuestre su viabilidad'. Estas palabras las pronunci¨® Xavier Trias en 1993 en el Parlament, cuando era consejero de Sanidad y Seguridad Social. A pesar de ello, el Gobierno de la Generalitat decidi¨® verter abundante dinero en el HGC. Se concedieron dos avales que nunca fueron devueltos y que suman los 3.600 millones de pesetas que la Generalitat tiene comprometidos hoy en la reciente quiebra. Adem¨¢s, desde 1994, Sanidad ha derivado pacientes al HGC, con el correspondiente pago de servicios, sin que se trate de un centro concertado y entrando en clara competencia con los hospitales p¨²blicos de la zona.
En resumen: el Gobierno de la Generalitat ha dado trato de privilegio al HGC, que es una sociedad an¨®nima privada, y le ha destinado un volumen muy importante de recursos p¨²blicos. Los contribuyentes hemos estado pagando, pues, una parte de aquel sue?o promovido por unos pocos que, por su desmesura y mala gesti¨®n, han ocasionado fuertes p¨¦rdidas a los propios mutualistas y tambi¨¦n a los acreedores.
Suma y sigue. A partir de la quiebra reciente, hab¨ªa que buscar un compromiso urgente de salvaci¨®n del hospital, porque no puede prescindirse hoy de un servicio sanitario como ¨¦ste ni comprometer el futuro de sus 700 trabajadores. Pero entiendo que esta salvaci¨®n no deber¨ªa hacerse a cualquier precio, como est¨¢ sucediendo. La Generalitat, por ejemplo, renuncia en la pr¨¢ctica a cobrar su deuda a cambio de que una empresa privada garantice la continuidad del hospital. Resulta, as¨ª, que las deudas las pagaremos entre todos los contribuyentes, mientras que los beneficios ser¨¢n para unos pocos. A falta de una empresa que estuviera dispuesta a asumir la deuda pendiente (o la mayor parte de ella al menos), habr¨ªa sido l¨®gico que los actuales propietarios del hospital (mayormente instituciones p¨²blicas) hubieran constituido un consorcio para gestionarlo e inscribirlo en el sistema p¨²blico, utilizando sus instalaciones para realizar actividad terciaria y para aliviar las enormes listas de espera existentes, as¨ª como para incorporar servicios sociosanitarios y de atenci¨®n a la salud mental. S¨®lo as¨ª se dar¨ªa cobertura a las necesidades asistenciales, que las hay, sin perjudicar a los otros hospitales del sistema p¨²blico.
Pero no han ido as¨ª las cosas y la comisi¨®n de acreedores debe enfrentarse a dos propuestas, cada una de ellas bien escasa en su aportaci¨®n econ¨®mica (en torno a 1.200 millones de pesetas, muy por debajo del valor de las instalaciones). La adjudicaci¨®n del hospital ser¨¢ un verdadero regalo para quien se lo quede, y con ello, el Gobierno de la Generalitat ya ha hecho su nueva contribuci¨®n a la l¨®gica del beneficio privado. Debe asegurarse, al menos, que el clientelismo y el amiguismo no pesen en la decisi¨®n y que, en cambio, sean las garant¨ªas de viabilidad econ¨®mica y asistencial las que la decanten. De ah¨ª que, adem¨¢s de la aportaci¨®n inicial de cada empresa, deba evaluarse la solidez y concreci¨®n de las inversiones que se comprometen para el futuro y las garant¨ªas respecto a la plantilla de trabajadores. Las vacilaciones en la adjudicaci¨®n, la opacidad del proceso, la clara preferencia del Gobierno catal¨¢n por una de las empresas a pesar de ofrecer peor oferta econ¨®mica, bajo el argumento de su arraigo en la zona, cuando detr¨¢s est¨¢n (de nuevo) destacados miembros de CiU, convierten otra vez el HGC en insignia de la instrumentalizaci¨®n del inter¨¦s p¨²blico en beneficio de intereses particulares. Insisto en la urgencia de la resoluci¨®n y en la transparencia de la misma.
Dolors Comas d'Argemir es diputada por IC-Verds.
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