?Espa?a neoimperial?
La historia est¨¢ en nosotros y es compleja. No hay razas puras ni pueblos homog¨¦neos. Todos somos el producto hist¨®rico de choques, confrontaciones ¨¦tnicas, amalgamas culturales, invasiones violentas, migraciones pac¨ªficas, expansiones religiosas. ?Qui¨¦n puede entender Espa?a sin celtas, visigodos, moros, romanos y fenicios, sin guerra entre la cristiandad y los infieles? ?Qu¨¦ es Am¨¦rica Latina sino el resultado sincr¨¦tico de las civilizaciones precolombinas, Espa?a, Portugal y el vigoroso mundo africano? Pero hay empecinados que creen que la historia puede rehacerse y, a partir de all¨ª, reconstruir nuestras culturas como a ellos les gustar¨ªa.
Lo grave es que, as¨ª como desbarran con el pasado, tambi¨¦n lo hacen con el presente. Ejemplo concluyente son los excesos pasionales del sindicalista Moyano, de la CGT argentina, que en medio del conflicto de Iberia convoc¨® a un 'boicot contra los gallegos', que inclu¨ªa no comprarle gasolina a Repsol-YPF y otras genialidades an¨¢logas. Representante paradigm¨¢tico de un modelo de sindicalismo argentino que pas¨® a la historia, su exabrupto no es sino la expresi¨®n de sus propias limitaciones. 'No se puede reducir la historia al tama?o de nuestros rencores', escribi¨® una vez Octavio Paz, y bien viene esa frase para definir el caso. Felizmente, la convocatoria chauvinista y arrogante no cuaj¨®, y es l¨®gico que as¨ª sea. Nada tiene que ver el 'yankis go home' con esta situaci¨®n espec¨ªfica. Aqu¨¦lla se inscrib¨ªa en el contexto de una guerra fr¨ªa y de los resentimientos que en Am¨¦rica Latina generaban las reiteradas intervenciones norteamericanas, muchas de ellas dirigidas a sostener o imponer dictaduras. Un conflicto de una empresa con su personal, m¨¢s all¨¢ de razones o sinrazones, jam¨¢s llegar¨¢ a tener esa significaci¨®n, especialmente en pa¨ªses en que, como los del r¨ªo de la Plata, la poblaci¨®n es de incuestionable origen inmigrante y fundamentalmente espa?ol e italiano.
Lo que s¨ª no podemos ignorar es que las relaciones entre Espa?a y Am¨¦rica Latina no son las de antes, ni aun las de hace 10 a?os, cuando el V Centenario.
Un gran hecho novedoso es la irrupci¨®n empresarial espa?ola. En un mundo donde la inversi¨®n extranjera ha crecido enormemente, Am¨¦rica Latina, acuciosamente necesitada de ella (de all¨ª la superficialidad de hablar de 'neoimperialismo'), recibi¨® parte de su influjo. Entre los a?os 1990 y 1994, el promedio de inversi¨®n extranjera era de 18.000 millones de d¨®lares; en 1999 alcanz¨® el r¨¦cord de 93.000 millones y en el 2000 se ubic¨® en 74.000 millones, ¨®rdenes de magnitud desconocidas hasta ahora. Dentro de esa inversi¨®n, la espa?ola, que mostraba un promedio de l.200 millones entre 1990 y 1994, en los ¨²ltimos a?os se ubica encima de los 10.000 millones anuales.
Naturalmente, no faltan problemas. Las empresas inversoras sufren el exceso de regulaciones y tributos, la carencia de financiamiento y sobre todo cierta inestabilidad en las pol¨ªticas econ¨®micas, aun cuando Am¨¦rica Latina hace rato que dej¨® atr¨¢s los tiempos inflacionarios. Para los pa¨ªses receptores, las dificultades nacen de que estas empresas con frecuencia deben encarar severos procesos de ajustes, manejan situaciones de monopolio y, como consecuencia, los debates de tarifas se hacen sensibles ante la opini¨®n p¨²blica.
Estos hechos imponen una acci¨®n inteligente de los Estados tanto como de las empresas. El caso Iberia y Aerol¨ªneas Argentinas es algo particular, porque nunca fue una historia feliz y, adem¨¢s, la empresa p¨²blica compromete al Estado. En un plano m¨¢s general, todos deben cuidar de lo que ha sido un proceso deseoso y saludable. Para Am¨¦rica Latina, que tiene en esas empresas inversores de riesgo apostando a la regi¨®n; para las empresas espa?olas, una fuente razonable de ganancias y la presencia en un mercado en expansi¨®n.
Otro asunto que irrumpi¨® en nuestra agenda com¨²n es la migraci¨®n. Espa?a, pa¨ªs de emigraci¨®n tradicional, ha invertido la tendencia y recibe ahora contingentes de afuera. No son ni de cerca del n¨²mero de Alemania u otros, pero ya andan por el mill¨®n de residentes extranjeros; la mitad, comunitarios, y la mitad, del resto del mundo. Es una cuesti¨®n que toca fibras sensibles. El hijo del pa¨ªs se siente a veces agredido por los que llegan; en Am¨¦rica Latina cae mal cuando se considera que sus compatriotas no son tratados como es debido. De ambos lados, entonces, debemos cuidar muy y mucho este proceso. Si los espa?oles encontraron en su tiempo amplia y generosa acogida en Am¨¦rica Latina, no tiene por qu¨¦ ahora ser diferente cuando los hijos y nietos de aquellos emigrantes retornan a la vuelta de la historia a buscar horizonte en la patria de las lejan¨ªas familiares. El tema, en sustancia, no tendr¨ªa por qu¨¦ ser conflictivo cuando somos hijos de la misma cultura, hablamos id¨¦ntico idioma, profesamos las mismas creencias y poseemos parecidos h¨¢bitos de comportamiento. Lo importante, sin embargo, es el modo y la forma. Aqu¨ª cuenta mucho todo lo que hace a la dignidad. Desde que el inmigrante siempre es pobre, raz¨®n de m¨¢s para respetarlo, en su condici¨®n humana y en su propia pobreza. La misma pobreza que llev¨® un d¨ªa a 'hacer la Am¨¦rica' a tantos espa?oles, como se ve, con emoci¨®n, en el museo que en Colombres (Asturias) recoge documentos de esa historia entra?able.
En estos temas de la relaci¨®n Espa?a-Latinoam¨¦rica, tanto los viejos como los nuevos, no est¨¢n en juego solamente razones geopol¨ªticas o comerciales. El espacio iberoamericano es algo m¨¢s que un mercado, configura una civilizaci¨®n. Que est¨¢ presente en todos los hemisferios, que avanza incluso con enorme fuerza en la Am¨¦rica anglosajona, donde ya no hay pol¨ªtico que pueda aspirar a una candidatura sin decir por lo menos algunas frases en espa?ol. Donde el mundo 'hispano' es ya el tercer pa¨ªs latinoamericano, con 35 millones de habitantes y un PBI superior a la propia Argentina. Espa?a no ser¨ªa lo mismo en Europa sin el mundo latinoamericano que la ubica como cabeza de una civilizaci¨®n en un continente donde hoy ya nadie puede ostentar ese t¨ªtulo. A la inversa, Am¨¦rica Latina preserva en Espa?a y Portugal su ra¨ªz europea y la lengua hispana emerge como el gran v¨ªnculo comunicante, ese instrumento que los Garc¨ªa M¨¢rquez, los Vargas Llosa y los Carlos Fuentes han elevado en estos a?os a las alturas del Universo.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es ex presidente de Uruguay.
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