Sevilla decadente
Sevilla languidece. No hace falta ser muy avispado para llegar a esa desalentadora conclusi¨®n, a poco que uno salga a la calle y, dejando a un lado moment¨¢neamente los quehaceres diarios y las preocupaciones laborales o profesionales propias, levante la vista por las calles de Sevilla analiz¨¢ndolas con objetividad (incluso con bondad) y con un poco de memoria hist¨®rica. Y si uno no levanta la vista, sino que sigue mirando al suelo, la impresi¨®n pasa de ser desalentadora a ser simple y llanamente deprimente: jam¨¢s ha estado Sevilla tan sucia, tan desali?ada, tan poco cuidada, como en los dos a?os de mandato de la actual Corporaci¨®n. Y no es por falta de empe?o y de profesionalidad del personal municipal; es otra cosa...
Me viene esta impresi¨®n a la retina cuando leo las rese?as de prensa de la comparecencia p¨²blica del alcalde S¨¢nchez Monteseir¨ªn en fechas pasadas. No es ya el desahogo pol¨ªtico de defender una gesti¨®n que hace aguas por todas partes; no es el recurso f¨¢cil de acudir a humos de pajas (compra de veh¨ªculos-patrulla, y no s¨¦ si hay algo m¨¢s) para distraer la atenci¨®n sobre el vac¨ªo (aut¨¦ntico agujero negro) de una gesti¨®n que ha conseguido hastiar a los sevillanos que no est¨¢n enojados por otras razones (comerciantes, taxistas, usuarios de servicios p¨²blicos...). Aun as¨ª, convendr¨ªa que alguien le dijera a los pol¨ªticos que esa actitud de escurrir el bulto de las responsabilidades propias o de distraer la atenci¨®n sobre las verdaderas preocupaciones ciudadanas, no por habitual y pol¨ªticamente aceptada deja de ser cada vez m¨¢s incomprensible para el com¨²n de los vecinos.
Hay una serie de grandes cuestiones de Sevilla que parece que no existen para el todav¨ªa alcalde de Sevilla a la hora de hacer balance:
a) El futuro del solar del Prado de San Sebasti¨¢n o de los terrenos de Tablada (?por qu¨¦ tenemos que asumir todos los sevillanos de nuestro bolsillo el pago de las compensaciones e indemnizaciones a una constructora, simplemente por el capricho infantil de un pol¨ªtico?)
b) La incertidumbre sobre el futuro del Estadio de La Cartuja (?por qu¨¦ lo llaman Ol¨ªmpico, si a¨²n no se ha celebrado en ¨¦l ninguna Olimpiada?): me resisto a pensar que Sevilla puede gastarse 30.000 millones de pesetas en un Estadio para celebrar la final de la Copa del Rey y para que se den conciertos de m¨²sica pop.
c) El proyecto de Puerto Triana, ahora s¨ª, ahora no. ?Qu¨¦ rid¨ªculo, Dios m¨ªo!
d) La(s) candidatura(s) ol¨ªmpica(s): ?cu¨¢ntas van ya? ?Cu¨¢nto tiempo piensa el alcalde S¨¢nchez Monteseir¨ªn que vamos a mantener la ilusi¨®n los sevillanos?
e) La inseguridad ciudadana, especialmente en la movida...
Menci¨®n aparte merece la pol¨¦mica cuesti¨®n de la fusi¨®n de las Cajas de Ahorro sevillanas: ?cabe mayor rid¨ªculo por parte de un regidor municipal? No es s¨®lo que apostara por la fusi¨®n, y desde su propia formaci¨®n pol¨ªtica le hayan desautorizado; eso es suficientemente grave como para, por una cuesti¨®n de dignidad, plantearse la permanencia en el cargo... o en el partido. Es que ha deso¨ªdo, o por hablar con mayor propiedad, ha violado gravemente su m¨¢s primario compromiso democr¨¢tico al no dar cumplimiento a los acuerdos adoptados por el Pleno del Ayuntamiento de Sevilla en relaci¨®n con la fusi¨®n de las Cajas.
Todo eso sin contar con las continuas desavenencias con su socio de gobierno municipal y las deslealtades y traiciones con que nos obsequia semanalmente su grupo municipal.
?Claro que hay que hablar de lo cotidiano, del d¨ªa a d¨ªa, de las peque?as obras y de las ?peque?as? (lo ser¨¢n para el alcalde, pero no para los vecinos) preocupaciones de los sevillanos! Pero esa es la misi¨®n de los concejales-delegados, y bien que la pregonan, y no la misi¨®n del alcalde cuando hace balance de dos a?os de gesti¨®n. ?Qui¨¦n ha sido el que ha dicho que los grandes proyectos de este alcalde son el botell¨®dromo y el mercadillo en el Charco de la Pava? Pues no le falta raz¨®n, visto lo visto...
Han pasado dos a?os, pero parecen veinte; hemos avanzado cronol¨®gicamente dos a?os, pero hemos retrocedido socialmente y desde la perspectiva del desarrollo de Sevilla, al menos veinte a?os.
He procurado despojarme de apriorismos y prejuicios. De veras que he intentado analizar la situaci¨®n de Sevilla con rigor, con objetividad, con bondad, como un padre analiza las acciones de su hijo o como un hijo analiza las acciones de su padre. Mi sevillanismo me inclinar¨ªa a querer tapar tantas verg¨¹enzas y, con una venda en los ojos, decir: 'Sevilla est¨¢ como nunca, Sevilla...'. Pero no puedo hacerlo si quiero ser riguroso, si quiero aspirar a una Sevilla mejor, si amo a Sevilla (de verdad, no como los del eslogan); es ya la convicci¨®n de un sevillano de a pi¨¦ que vive y sufre apegado a la realidad cotidiana de Sevilla.
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