A Niurka le sobra un codo
La espa?ola, que se dej¨® un brazo por detr¨¢s del cuerpo en su mejor salto, bronce en una prueba ganada por la italiana May
Niurka Montalvo asegur¨® que hab¨ªa llegado a Edmonton con 7 metros en las piernas y no minti¨® aunque en la sobria y ventosa final se quedara en 6,88. La diferencia hay que carg¨¢rsela a su codo. Es la que hubo pr¨¢cticamente entre la medalla de oro, alcanzada por su gran rival, la ¨ªtalo-brit¨¢nica Fiona May, con 7,02, y el bronce de la hispano-cubana. Entre medias, con 7,01, la plata fue para la rusa Tatiana Kotova. Niurka se tocaba el brazo derecho y, sonriendo, dec¨ªa tener miedo: 'El t¨¦cnico me dijo que me lo cortar¨ªa y no s¨¦...'
Rafael Blanquer, su entrenador, se desesperaba en la grada. Era el ¨²nico rostro fastidiado en medio de la explosi¨®n de alegr¨ªa que supuso el gran salto de Montalvo. Hab¨ªa cogido una buena racha de viento, favorable en m¨¢s de dos metros por segundo, y con su depurado talonamiento hab¨ªa cogido perfecta la tablilla, a un cent¨ªmetro su puntera de la l¨ªnea de plastilina. El impulso fue magn¨ªfico, como el vuelo, el cuerpo arrastrado por las piernas, el centro de gravedad arrastrando al cuerpo. As¨ª, aterriz¨® m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea de los 7 metros o roz¨¢ndola. 'Creo que eran 7 o 7,01', dijo luego.
Todos contentos, salvo la propia Niurka y Blanquer. Ostentosamente, su preparador empez¨® a hacerle gestos con la mano izquierda sobre el codo derecho, como si estuviera jugando con su nieto al si vas a casa del carnicero, dile que no te corte por aqu¨ª. Taciturna, Niurka asinti¨®, como diciendo: 'No lo volver¨¦ a hacer'. No cumpli¨® su promesa. Tampoco Blanquer le cort¨® el brazo, la extremidad que cay¨® pesada, haciendo una marca n¨ªtida en la arena, por detr¨¢s del cuerpo. Unos cent¨ªmetros menos. Un codo de m¨¢s. Lo suficiente no ya para ganar la prueba, pero s¨ª al menos para darle un nuevo giro. Y un escalofr¨ªo de miedo a la archirrival, la g¨¦lida May.
La italiana, de veloz carrera y magn¨ªfica zancada, llevaba una serie perfecta, o casi. Con 6,86 metros, tom¨® el mando en el primer intento. Se lo asegur¨® con 6,97 en el segundo y cerr¨® el debate con 7,02 en el tercero. Fue el momento m¨¢s dif¨ªcil para Montalvo. 'Yo estaba confiada con mis 6,73 del primer intento. Pens¨¦ que era suficiente para pasar a la mejora, en la que me lanzar¨ªa por la victoria', explic¨®; 'pero hab¨ªa un problema: era de las primeras en saltar y la cosa estaba muy igualada. Hab¨ªa muchas en los seis sesenta y muchos. Y me dio por pensar que, si todas mejoraban y me dejaban fuera y me quedaba sin medalla, ser¨ªa tremendo...' Finalmente, no se cumplieron sus temores. Y pas¨® la sexta de ocho. Suficiente.
May no mejor¨® en los tres ¨²ltimos saltos. Y Niurka se le acercaba. En su mente se hab¨ªa formado una imagen, la ganadora de Sevilla 99: un ¨²ltimo salto victorioso. 'Estaba tranquil¨ªsima, convencida de que ganar¨ªa. No ten¨ªa la menor duda', dijo; 'el problema es ¨¦se, que me he acostumbrado a coger la medalla en el ¨²ltimo salto. Y, al final, he acabado un poco decepcionada conmigo misma'.
La tarde fue la m¨¢s revuelta. Nubes y vientos variables. Banderas agitadas y anem¨®metro loco. Lo mismo soplaba por delante que por detr¨¢s. El problema se agudizaba en el pasillo y el foso. 'Si el viento es regular, no hay problemas: sigues a tu ritmo y coges bien la tabla', coment¨® Montalvo; 'lo malo es cuando cambia'. En el sexto salto, el ¨²ltimo, Niurka sali¨® decidida, convencida de que le esperaban m¨¢s de 7 metros y el oro. 'Pero en el pasillo cambi¨® el viento. Y eso me sac¨® de ritmo', explic¨®. Perdi¨® velocidad, se reajust¨®. No pudo saltar m¨¢s de 6,54.
May, la campeona de 1995, por delante de Montalvo, entonces cubana, cierra con este oro un ciclo frustrante de tres platas consecutivas en Atlanta 96, Sevilla 99 y Sydney 2000. 'Estaba ya enferma de no terminar m¨¢s que segunda', dijo la atleta, nacida en el Reino Unido, de origen jamaicano y casada con el plusmarquista italiano de p¨¦rtiga, Gianni Iapichino, su entrenador: 'Legu¨¦ a pensar que no volver¨ªa a vencer nunca'. No se habla con la prensa italiana desde hace dos a?os ni con Niurka. 'Le di la mano y le dije 'congratulations', matiz¨® la espa?ola; 'pero no s¨¦ si me mir¨®. Yo a ella, no'.
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