'El guardi¨¢n entre el centeno', la m¨ªtica novela de Salinger, sigue cautivando despu¨¦s de 50 a?os
Si Holden Caulfield no fuera un h¨¦roe de ficci¨®n, tendr¨ªa ahora 66 a?os. Inimaginable. El adolescente que cre¨® J. D. Salinger es un s¨ªmbolo que pasa de generaci¨®n en generaci¨®n con la misma fuerza que cuando se public¨® el libro en 1951.
Central Park no ha cambiado mucho en 50 a?os, las momias egipcias del Museo de Historia Natural est¨¢n igual que entonces, Grand Central Station ha logrado sobrevivir y en el Upper East Side siguen viviendo chicos de buena familia: a¨²n es posible visitar algunos de los escenarios por los que Holden Caulfield deambul¨® hace exactamente medio siglo, cuando le expulsaron de la escuela en Pensilvania y huy¨® a su ciudad, Nueva York.
Lo que resulta dif¨ªcil es imaginar a Holden con 66 a?os. El protagonista de El guardi¨¢n entre el centeno mantiene su extra?a pureza juvenil, generaci¨®n tras generaci¨®n, y no deja de atraer devotos. El misterio que envuelve a Jerome David Salinger, el autor, contribuye sin duda al ¨¦xito continuado de esa novela breve e inquietante.
Holden Caulfield no comete crimen alguno; es un muchacho flaco de 16 a?os al borde de una crisis de hiperlucidez. Pero El guardi¨¢n entre el centeno ha acumulado una fama que desborda el m¨¦rito literario y se adentra en pliegues muy rec¨®nditos de la sociedad estadounidense.
Cuando Mark Chapman asesin¨® a John Lennon, en diciembre de 1980, se publicaron decenas de comentarios sesudos sobre el hecho de que llevara bajo el brazo un ejemplar de El guardi¨¢n entre el centeno. La obra lleg¨® a asociarse con el satanismo, y permanece prohibida en algunas escuelas; en el resto es lectura obligatoria.
Los 50 a?os de Holden y El guardi¨¢n entre el centeno (la obra apareci¨® el 16 de julio de 1951) ha generado nuevos torrentes de letra impresa en los medios literarios m¨¢s prestigiosos de Estados Unidos. The New York Review of Books publica un largo art¨ªculo, titulado Justicia para J. D. Salinger, que clama contra el creciente desd¨¦n de la cr¨ªtica hacia un escritor que no habla con la prensa, quiz¨¢ no escribe siquiera (su ¨²ltima pieza conocida data de 1965) y se envuelve voluntariamente en el misterio.
La revista literaria de The New York Times considera, por el contrario, que el encanto de Holden Caulfield qued¨® congelado en otros tiempos y que Salinger ha sido, como afirman Norman Mailer o John Updike, muy sobrevalorado. La pol¨¦mica suele ser se?al de buena salud, y El guardi¨¢n entre el centeno la tiene, al menos en t¨¦rminos comerciales. El resto de la obra de Salinger se vende igualmente bien.
Incluso los numerosos libros sobre J. D. Salinger son ¨¦xitos de ventas. Lo cual es comprensible, teniendo en cuenta lo exc¨¦ntrico y atractivo del personaje: un anciano de 82 a?os que, hasta donde se sabe, sigue persiguiendo jovencitas, aliment¨¢ndose de vegetales (excepto alguna pieza de cordero, cocida a 150 grados), viendo la televisi¨®n (fue un entusiasta de la serie Dinast¨ªa) y manteniendo el misterio sobre si escribe o no escribe.
Su hija Margaret es autora de una obra sobre ¨¦l, Dreamcatcher, en la que enumera sus numerosas man¨ªas y asegura que s¨ª, que sigue escribiendo y tiene varios libros terminados que se publicar¨¢n tras su muerte. Algunos consideran que el ultimo relato que public¨®, Hapworth 26, una supuesta carta escrita a los siete a?os por Seymour Glass (el hombre que se hab¨ªa suicidado en un maravilloso relato anterior, A perfect day for Bananafish), era tan malo que hac¨ªa imposible que su autor siguiera trabajando. Otros creen que Hapworth fue un falso suicidio literario, una burla destinada a los cr¨ªticos.
La biograf¨ªa de Jerome David Salinger ser¨ªa fascinante incluso sin la actual zona de misterio. Naci¨® en 1919 en el Upper East Side de Nueva York (como Holden Caulfield), hijo de un jud¨ªo polaco que importaba carne y queso de Europa oriental. La relaci¨®n con el padre, Sol, que esperaba legarle el negocio e incluso le oblig¨® a realizar una gira formativa por los mataderos de Polonia (en uno de ellos, comprensiblemente, decidi¨® hacerse vegetariano) fue muy mala; cuando muri¨®, su hijo no acudi¨® al entierro. Como estudiante fue p¨¦simo, aunque se consideraba mucho m¨¢s brillante que los dem¨¢s chicos.
Su experiencia militar tuvo que resultar inolvidable: particip¨® en el desembarco en Normand¨ªa, vi¨® morir a ocho de cada diez miembros de su compa?¨ªa y, seg¨²n su hija, fue uno de los primeros soldados estadounidenses en llegar a los campos de exterminio nazi; es significativo que prefiera no hablar de ello.
Siempre quiso ser escritor y siempre lo fue, aunque el ¨¦xito tard¨® en llegarle (de ah¨ª su odio a los editores). El alejamiento fue gradual, hasta hacerse absoluto hace unos 15 a?os. Actualmente vive en Cornish (New Hampshire) con su tercera mujer, Colleen, una enfermera 30 a?os m¨¢s joven que ¨¦l y aficionada a tejer tapices; dentro de la misma finca rural reside Claire, su anterior esposa.
Le gusta, o le gustaba hasta hace muy poco, llamar por tel¨¦fono a las actrices o presentadoras de informativos de televisi¨®n que m¨¢s le atra¨ªan, confiando en que fueran lectoras de su obra y la seducci¨®n le resultase m¨¢s f¨¢cil. Cree m¨¢s o menos en el budismo, durante un tiempo perteneci¨® a la Iglesia de la Cienciolog¨ªa, nunca ha utilizado un ordenador, ve una y otra vez la pel¨ªcula 39 escalones (dirigida por Alfred Hitchcock) y exige que sus amigos le llamen Jerry. Sus fotos son rar¨ªsimas -suele tratarse de instant¨¢neas tomadas a la puerta de un supermercado o en la calle, a distancia porque el hombre es irascible- y hace m¨¢s de 30 a?os que no concede entrevistas; la ¨²ltima fue realizada por dos estudiantes de secundaria y apareci¨® en una revista de colegio.
El norteamericano Ian Hamilton public¨® un libro sobre Salinger, pero el escritor lo llev¨® a los juzgados y consigui¨® que el libro fuera retirado de las librer¨ªas.
En Espa?a, la obra de J. D. Salinger sigue muy viva y sus libros se reeditan continuamente. Se han publicado en los cuatro idiomas del Estado y en castellano los monopolizan dos editoriales, Alianza y Edhasa.El guardi¨¢n entre el centeno puede encontrarse en una edici¨®n de Edhasa de 1997 y en otra de Alianza de ese mismo a?o.
Est¨¢n asimismo en el mercado sus otros libros: Franny y Zooey (Alianza, 1998); Levantad, carpinteros, la viga del tejado (Edhasa, 1998); Levantad, carpinteros, la viga del tejado; Seymour: una introducci¨®n (Edhasa, 1986) o Nueve cuentos (Alianza y Edhasa, 1997).
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