El esp¨ªritu del 91

Resulta sorprendente comprobar c¨®mo algunas veces las situaciones que parecen tan bien zanjadas se ven invadidas por la duda y la incertidumbre cuando m¨¢s tarde son revisadas. En los ¨²ltimos a?os no ha habido un ejemplo m¨¢s claro de este fen¨®meno que el intento de golpe en Mosc¨² en 1991.

Por un lado, estaban los opresores de la libertad, con su ret¨®rica pasada de moda e intentando resucitar un pasado al que nadie quer¨ªa volver, y por otro estaban los defensores de la libertad y la democracia, que, hablando en tono jeffersoniano, encarnaban un futuro de esperanza y energ¨ªa.

Hoy, diez a?os despu¨¦s, nos cuesta trabajo traer a la memoria aquel sentimiento. Aquellos dem¨®cratas tardaron bien poco en empezar a pelearse entre s¨ª. (...) Y eso s¨®lo en Rusia. Agosto de 1991 fue tambi¨¦n clave para la mayor¨ªa de los antiguos Estados de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, unos envueltos en sangrientos conflictos y otros ocupados por dictaduras no muy distintas a la del r¨¦gimen sovi¨¦tico.

Todav¨ªa hay mucho que pensar. Los que de alguna manera todav¨ªa sienten que aquellos d¨ªas fueron los mejores de sus vidas deben tener en cuenta los contratiempos que llegaron despu¨¦s. Tambi¨¦n deber¨¢n tener en cuenta las voces de aquellos que apoyaron el golpe, que reclaman que fue el bando equivocado el que prevaleci¨®. Quiz¨¢ deban, sobre todo, hacer un esfuerzo por recobrar la esperanza y la determinaci¨®n de aquellos tiempos. No podemos permitir que el esp¨ªritu de 1991 sea eclipsado por los acontecimientos que tuvieron lugar despu¨¦s.

Mosc¨², 13 de agosto