Terror talib
Para los ocho cooperantes occidentales detenidos en Afganist¨¢n el futuro puede ser aterrador. Para los 16 colaboradores afganos puede ser mucho peor. (...) Acusados de predicar el cristianismo en un pa¨ªs en el que una visi¨®n perversa del islam destroza a cualquier sospechoso de disensi¨®n ideol¨®gica, se enfrentan a posibles malos tratos, como la tortura, y, por lo que se refiere a los afganos, a la pena de muerte. (...) Hasta ahora, los esfuerzos diplom¨¢ticos para encontrar una soluci¨®n a esta crisis han sido in¨²tiles. (...) Los talib¨¢n han declarado la guerra al mundo exterior. (...) Hace poco amenazaron con cerrar las panader¨ªas de Kabul dirigidas por el Programa de Alimentaci¨®n de la ONU. Y aunque los talib¨¢n las necesitaban para alimentar a sus propios dirigentes, estaban dispuestos a hacerlo porque la ONU hab¨ªa empleado a mujeres. (...) Los talib¨¢n han creado sus propias reglas, que no tienen nada que ver con el concepto de derechos humanos existente en el mundo exterior. (...) Pero por mucho que indigne esta situaci¨®n, Occidente no puede permanecer indiferente. La supervivencia de cientos de miles de personas depende de la comida, la protecci¨®n y la ayuda m¨¦dica dispensada por organizaciones extranjeras. (...) Puede que los talib¨¢n intenten utilizar estos rehenes para regatear en el tablero internacional, pero puede que elijan actuar de forma irracional. En cualquier caso, las consecuencias ser¨¢n funestas. Todas las revoluciones devoran a sus hijos, pero pocas son tan hambrientas como la de los talib¨¢n.
Londres, 17 de agosto
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