La ci¨¦naga tenaz
El gran asunto de la marisma que se extiende entre Pego y Oliva es la resistencia que ha desarrollado contra la conspiraci¨®n continua a la que la somete el hombre. Esta albufera se cerr¨® durante el neol¨ªtico, y en el per¨ªodo inmediato hubo una intensa actividad pesquera en su interior, propiciando un asentamiento humano que sac¨® provecho de esta abundancia y sent¨® las bases del respeto religioso que muchos profesan por el entorno. Sin embargo, el progreso se ha planteado siempre como una suma de premisas que concluyen en su extinci¨®n. En las ¨¦pocas romana y musulmana, se trazaron acequias y canalizaciones, y con ellas empez¨® un proceso de transformaciones agr¨ªcolas que supuso la desecaci¨®n de gran parte del ¨¢rea.
A principios del siglo XIX, con la ampliaci¨®n de los cotos arroceros, algunas familias adineradas de Pego llevaron a cabo un gran proyecto de reconversi¨®n de la zona h¨²meda, y las transformaciones fueron en aumento hasta el siglo siguiente, aunque la actividad arrocera, unas veces por el paludismo y otras por la decadencia del cultivo, fue disminuyendo de casi mil al centenar de hect¨¢reas.
Mientras se intensificaba la presi¨®n agr¨ªcola, a la zona pantanosa se le plante¨® la primera oportunidad de desaparecer del mapa. Fue en los a?os sesenta, en unas prospecciones Hidroel¨¦ctrica hall¨® un yacimiento de turba, un carb¨®n combustible producido por materias vegetales t¨ªpico de los ambientes encharcados, y lleg¨® a presentar un plan para la extracci¨®n de este mineral, que adem¨¢s de ofrecer un aprovechamiento energ¨¦tico se pod¨ªa utilizar como fertilizante en la jardiner¨ªa o como correctivo agr¨ªcola.
Esa operaci¨®n s¨®lo la pod¨ªa impedir el mismo Franco. Y ¨¦l la desbarat¨®, a instancias del entonces presidente de la Diputaci¨®n de Alicante, Pedro Zaragoza, quien aprovechando su buena sinton¨ªa con el Caudillo le alarm¨® del desastre que esto supondr¨ªa para la agricultura de la zona.
La segunda oportunidad de desaparecer se fragu¨® por las mismas fechas, cuando los agricultores del marjal solicitaron una concentraci¨®n parcelaria del coto arrocero de los t¨¦rminos municipales de Pego y Oliva, que hubiese reducido el paraje a la m¨ªnima expresi¨®n. La petici¨®n fue contestada en 1970 con un decreto de urgente ejecuci¨®n, pero hasta cinco a?os despu¨¦s el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario no aprobar¨ªa este plan, que oblig¨® al abandono de los cultivos mientras terminaran unas actuaciones que por las circunstancias pol¨ªticas nunca concluir¨ªan.
La tercera lleg¨® en los a?os ochenta, cuando Disney plante¨® la posibilidad de instalar un parque tem¨¢tico en Europa y a alguien se le ocurri¨® ofrecer la marisma como el solar m¨¢s propicio para instalar esta explotaci¨®n de tiovivos. Es la que m¨¢s p¨¢nico provoc¨® y mayor movilizaci¨®n ecologista despleg¨®. Tras un proceso muy angustioso, Disney opt¨® por la plaza de Par¨ªs.
El cenagal salv¨® de nuevo la vida, pero los 1.500 propietarios de las zonas productivas empezaron a cultivar en sus cabezas un malestar muy irritante que fue agravado a principios de los noventa con la declaraci¨®n, primero, de paraje natural y, luego, parque natural.
Desde entonces, los mayores terratenientes libran una guerra con la Administraci¨®n a trav¨¦s de un depredador delirante que han situado en la alcald¨ªa de Pego para insultar al sistema democr¨¢tico y mantener el conflicto sobre los l¨ªmites del parque natural, sin otro objeto que revalorizar las propiedades. Pero a pesar de este alboroto municipal, apoyado con arremetidas de desecaci¨®n, la ci¨¦naga ha ganado de nuevo este desaf¨ªo.
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