El altar de Blasco Ib¨¢?ez
Esta monumental mesa de m¨¢rmol de la terraza del chal¨¦ de Vicente Blasco Ib¨¢?ez es s¨®lo una r¨¦plica de la original, como casi todo aqu¨ª. La aut¨¦ntica fue una mesa de m¨¢rmol de Carrara de estilo imperio con ampulosos grifos, y desapareci¨®, como le ocurri¨® a todo lo que hab¨ªa en esta casa. ?ste fue el templo de verano que Blasco se levant¨® en la playa de la Malva-rosa a principios del siglo XX para su propio culto, cuando la playa era un mural panor¨¢mico de Sorolla con pescadoras con el pa?uelo en la cabeza, ni?os desnudos en la orilla, velas latinas y bueyes, mientras la acequia de Vera daba el punto fecal violeta sobre el mar que s¨®lo supo ver Mu?oz Degrain.
Si hay que hacer caso de las insinuaciones del sorianista Llu¨ªs Bernat, El Coixo, en su alegato contra el novelista titulado Casiquisme (sic) roig, fue un ferviente admirador, que luego ser¨ªa traicionado en lo m¨¢s ¨ªntimo por Blasco, quien le regal¨® el terreno para que se hiciese esta casa en una zona donde prosperaban las residencias de recreo modernistas de la burgues¨ªa valenciana. El chal¨¦ fue construido en 1902 por Vicente Bochons de acuerdo con los c¨¢nones del historicismo neogriego que imperaban a finales del XIX, de forma c¨²bica y con una nutrida ornamentaci¨®n de grecas, palmetas, llagados y recuadros.
En la fachada principal sobresal¨ªa esta soberbia terraza galer¨ªa con pilares j¨®nicos y cari¨¢tides con vistas al mar, a la que se acced¨ªa desde el despacho del escritor, donde hab¨ªa otra mesa de madera cuadrada, en la que Blasco pon¨ªa las botas sobre el travesa?o y escrib¨ªa como si condujera una diligencia, sin quitarse la chaqueta. Entonces el mar estaba m¨¢s cerca de la casa, puesto que la escollera del puerto no hab¨ªa acumulado la arena que ahora ha permitido la construcci¨®n del paseo mar¨ªtimo, y se confund¨ªa con la mesa de m¨¢rmol de Carrara, como si fuera una prolongaci¨®n. Sobre este fresco altar Blasco se oficiaba a s¨ª mismo con un vaso de brandy en una mano y un habano en la otra, y en d¨ªas claros se entreten¨ªa repasando los contornos de su influencia pol¨ªtica, que iba de Sagunto y Gandia sin interrupciones. ?ste era un estuche ergon¨®mico cortado a la medida de Blasco, en el que fue tan feliz que luego intent¨® reproducirlo en la Costa Azul con su casa de Fontana Rosa, en Ment¨®n, donde morir¨ªa esperando a V¨ªctor Hugo.
Tras la guerra civil, el Gobierno se incaut¨® de la casa y durante muchos a?os fue la sede de la OJE. Sobre aquel brasero de republicanismo los cachorros del franquismo deglutieron grandes dosis de formaci¨®n del esp¨ªritu nacional, hasta que las discotecas dejaron a la OJE obsoleta y el edifici¨® qued¨® abandonado ante las desavenencias de la familia del novelista. En los a?os setenta en el escritorio de Blasco se pegaron los primeros chutes de heroina de Valencia, y el chal¨¦ se convirti¨® en una boca de lobo muy peligrosa.
Finalmente, en 1979 el Ayuntamiento de Valencia compr¨® el edifici¨® por 14 millones de pesetas para restaurarlo, pero los arquitectos prefirieron derribarlo y construirlo de nuevo. La obra se culmin¨® a finales de 1993, y desde entonces ha funcionado como una casa museo donde se muestran algunos objetos y reliquias de inter¨¦s blasquista. Tambi¨¦n hubo que hacer una r¨¦plica de la mesa con animales fabulosos en las patas, aunque ahora Blasco tambi¨¦n es una r¨¦plica de s¨ª mismo. Es el escritor de referencia de la derecha, y hasta los arzobispos leen las novelas de este anticlerical de La Bandera Federal.
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