Vanguardia ¨¦pica y festiva
Esta antolog¨ªa de Jaime Jaramillo Escobar muestra la poes¨ªa de un colombiano cuya forma preferida es el vers¨ªculo que se vuelve prosa. Se trata de una obra que busca la diseminaci¨®n del yo individual a trav¨¦s de una l¨ªrica de entonaci¨®n ¨¦pica.
POEMAS PRINCIPALES
Jaime Jaramillo Escobar Pre-Textos. Valencia, 2001 305 p¨¢ginas. 3.365 pesetas
En la sucesi¨®n de las vanguardias latinoamericanas persiste una ilaci¨®n festiva, una celebraci¨®n de la poes¨ªa como forma parad¨®jica de responder al apremio de las casi siempre convulsas situaciones locales. Por eso pudo ser cosmopolita y nacionalista al mismo tiempo, como lo fue el nada¨ªsmo, uno de los ¨²ltimos cap¨ªtulos de la vanguardia po¨¦tica americana, surgida en Colombia en los a?os sesenta, y de la que form¨® parte Jaramillo Escobar (Antioquia, Colombia, 1932). Aunque ¨¦l escribi¨®: 'Mientras otros pa¨ªses trabajan y prosperan, los colombianos se han dedicado al exterminio durante todo el siglo, pues la guerra de los a?os treinta tuvo su origen en la famosa guerra de los mil d¨ªas, o sea que ya hemos vivido la guerra de los cien a?os, y vamos a empezar a contar para los doscientos', saldr¨¢ defraudado quien busque en sus poemas una especie de denuncia, alguna consigna de acci¨®n. Toda su poes¨ªa se erige como una v¨ªa para la tentaci¨®n did¨¢ctica.
Otro miembro del grupo nada¨ªsta (y muchas veces invocado en los versos de Jaramillo), Jotamario Arbal¨¢ez, escribi¨® a posteriori esta exagerada po¨¦tica: 'Lo primero que hicimos (los nada¨ªstas) fue lanzar a la basura el mech¨®n de cabellos de la mujer amada, borrar de nosotros la exaltaci¨®n heroica, las tentaciones anecd¨®ticas o pol¨¦micas, el ritmo, tema, forma y objetivo'. Una renuncia a todo concepto de imitaci¨®n de la realidad, una nueva revuelta contra la tradici¨®n literaria. En el caso de Jaramillo, su forma preferida, el vers¨ªculo, se va disolviendo en prosa de manera casi imperceptible, como el delta de un caudaloso r¨ªo americano. Con una salvedad: el ritmo es lo que articula su gram¨¢tica, un ritmo de fuerte cadencia, como serm¨®n de fraile enloquecido o de contador de cuentos por los pueblos.
El autor del pr¨®logo de esta antolog¨ªa atribuye equivocadamente a Borges la afirmaci¨®n de que 'la biograf¨ªa de los escritores son sus obras'. Pertenece, en realidad, al ensayo de Octavio Paz sobre Fernando Pessoa, y tiene una indudable pertinencia sobre estos Poemas principales: como derivaciones de esa suerte de diseminaci¨®n del yo individual que aparece en Walt Whitman, y que memorablemente Pessoa transform¨® en su poliedro de heter¨®nimos. Durante muchos a?os, Jaramillo firm¨® sus poemas como X-504: menos un aut¨¦ntico seud¨®nimo que un sarcasmo acerca de la escasa relaci¨®n entre un poema, es decir, un artefacto hecho de palabras, y una persona civil, con nombre y apellido. Un gesto nada¨ªsta que anticipa su versi¨®n personal de la diseminaci¨®n whitmaniana del yo: en cada uno de sus poemas hay un narrador -porque son poemas-f¨¢bula, que cuentan historias con reyes y guerreros-, que puede ser de cualquier tiempo y espacio. As¨ª empiezan algunas piezas del libro: 'Contar¨¦ aqu¨ª uno de los muchos infortunios que le sucedieron a mi amigo el rey de Dinamarca en el a?o 1814' (La torre de los buscadores de lunas). 'Con el rey Arnaldo habit¨¢bamos, en la misma ala del palacio, Leonor su reina, Herlindo su amante, y Mirleno -este servidor de la belleza de la reina-' (Apogeo del sucesor). 'Yo, Nicanor, declaro que ¨¦l era bello e inocente' (Acta de los testigos). 'Contar¨¦ aqu¨ª c¨®mo me convert¨ª en monstruo, para lecci¨®n de futuras generaciones, y de los que educan a sus hijos' (C¨®mo me convert¨ª en monstruo). 'Baj¨¢bamos -mi caballo y yo- dos veces al a?o hacia el r¨ªo Cauca' (Sarta del r¨ªo Cauca). Es decir: no una identidad unitaria que registra diversas circunstancias, sino el prisma invertido: un haz de personajes que recorren mundos sincr¨®nicos, imaginarios todos.
Son como jirones de ciclos
¨¦picos: al lector podr¨ªa recordarle la An¨¢basis de Saint-John Perse (que, no se olvide, naci¨® y pas¨® su infancia en las Antillas), pero hay un poderoso antecedente americano: los tan esforzados como delirantes ejercicios con que los cronistas de Indias quisieron captar, mediante una lengua tra¨ªda de otro mundo, una realidad radicalmente original: donde se tocan la epopeya y el salmo, la descripci¨®n abigarrada y el car¨¢cter sint¨¦tico del G¨¦nesis. Mucho de eso que ha dado en llamarse 'realismo m¨¢gico', y que canoniz¨® otro escritor colombiano, proviene de ese cruce. Magia, milagro: intentos razonadamente desesperados frente a la realidad atroz: 'Cuando no puedas con la raz¨®n, obra con el milagro (...) la poes¨ªa necesita rienda suelta', escribe Jaramillo. Vers¨ªculo que se vuelve prosa, l¨ªrica de entonaci¨®n ¨¦pica, yo que se disuelve en muchos, patetismo que deviene en hilarante verborrea: el poema flota sobre el horror, lo rodea sin nombrarlo, lo aspira en su espiral. Vale la pena acercarse a esta peculiar forma de poes¨ªa pura que propone Jaramillo: un coro excesivo, alucinado, insustituible en su festiva originalidad.
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