Devastadora tristeza y gozosa alegr¨ªa en dos pel¨ªculas asi¨¢ticas
No hay un encuentro de pel¨ªculas serio sin participaci¨®n de las cinematograf¨ªas asi¨¢ticas. La edici¨®n de este a?o de la Mostra no es una excepci¨®n. Se han proyectado dos filmes de gran inter¨¦s: Direcci¨®n desconocida, del coreano Kim KiDuk, y Boda en el monz¨®n, de la hind¨² Mira Nair. Por otro lado, el portugu¨¦s Manoel de Oliveira recib¨ªa el premio Bresson.
Ya se sabe, es casi un t¨®pico, que el cine oriental o, m¨¢s exactamente, los cines orientales obtienen ambientalmente en zonas cultas o enteradas, occidentales, el sambenito de rareza, que reduce su alcance a las capillas de los cin¨¦filos y a las cocinas donde hacen sus guisos los programadores de los festivales.
La mentalidad colonialista, que sigue latente en Occidente, da por hecho que un chino o un iran¨ª no pueden hacer una pel¨ªcula de altura europea o norteamericana, disparate que es desmentido, a?o tras a?o, por las grandes muestras de la producci¨®n internacional. Un chino, Zhang Yimou, al que en Hollywood quieren comprar a cualquier precio; y un francotirador iran¨ª llamado Jafar Panahi, arrasaron el a?o pasado aqu¨ª, y este a?o, si no espabilan nuestros genios caseros, puede ocurrir otro tanto con un coreano y una hind¨².
El coreano se llama Kim Ki-Duk y es ya conocido por La isla, una pel¨ªcula despiadada y original¨ªsima; ahora alcanza en Direcci¨®n desconocida una prolongaci¨®n y un perfeccionamiento de sus calidades. Es, como aqu¨¦lla, una historia de gran, extrema crueldad, comprometid¨ªsima y anegada de tristeza, pero totalmente cre¨ªble. Describe sin un solo pa?o caliente, profundizando sin red protectora en el v¨¦rtigo interior de sus doloridos personajes, la vida cotidiana de una aldea de Corea del Sur situada junto a una de las bases del Ej¨¦rcito que Estados Unidos mantiene all¨ª en estado de alerta contra la Corea comunista. Y a la sombra de esa base militar, la aldea se ha convertido en un cementerio viviente de infrahombres aplastados por la presencia de una maquinaria de destrucci¨®n que ahora destruye a su retaguardia civil.
Cine indio
La hind¨² se llama Mira Nair y ha triunfado en el cine estadounidense con Mississippi Masala, La familia P¨¦rez, Kamasutra y otras. Ahora, con Boda en el monz¨®n, se reincorpora al cine de India y suelta una obra de formidable alegr¨ªa, probablemente extra¨ªda de un fondo familiar autobiogr¨¢fico, en la que nada menos que 65 personajes son encajados, movidos y entrelazados con una soltura casi imposible de encontrar en el cine de ahora. Estos personajes nos proponen una visi¨®n de las clases medias del Punjab, instalados en el mismo centro de la capital, Delhi, que no tiene pinta de superable.
Es una obra gozosa, que no da respiro, en continuo ajetreo, vibrante, que expresa con alas en la c¨¢mara y con trenzados de extraordinarios int¨¦rpretes, los peque?os y menos peque?os conflictos cotidianos que genera la convivencia dentro de un n¨²cleo familiar que se mueve entre dos idiomas y est¨¢ atrapado entre dos culturas muy distintas entre s¨ª, la anglosajona y la hind¨² tradicional. Los modelos y arquetipos de estas culturas se mezclan, se suceden y se empujan o se obstaculizan, sin orden aparente, en el barullo de los febriles preparativos de una boda durante la ¨¦poca de los vientos monzones y sus enormes cortinas de lluvias c¨¢lidas.
Son gente com¨²n, pueblo, personajes de comedia y de sainete, que viven, o m¨¢s bien rozan, en un instante del final el mal aliento de un brote de turbio drama, pero que pasa fugazmente y pronto deja su lugar a la canci¨®n y al conjunto de los peque?os rasgos humanos universales de un mundo que es el mismo de aqu¨ª, el de al lado, y que est¨¢ poblado por la misma gente parlanchina, due?a del arte de la exteriorizaci¨®n, ansiosa de caricias y de peleas a flor de piel, esponjosa y abierta, con el alma llena de ritualidades secretas y con aroma sagrado. Es gente que uno conoce antes de verla en la luminosa pantalla de Mira Nair, que recupera la fuerza inicial de su primer filme, Salaam Bombay, dejando por fin atr¨¢s su filmograf¨ªa estadounidense, y que ahora hace su m¨¢s hermoso trabajo.
Y despu¨¦s de la fiesta hind¨² a los cin¨¦filos del Lido veneciano los metieron sin aviso previo en la tumba portuguesa del drama hist¨®rico ?Qui¨¦n eres t¨²?, filmado de forma primaria y artesanal, torpe, pl¨²mbea y sopor¨ªfera hasta l¨ªmites insostenibles por Jo?o Botelho. Tambi¨¦n se present¨®, fuera de concurso, Agua y sal, una nueva pel¨ªcula poem¨¢tico de Teresa Villaverde, a quien un delicado estado por el que est¨¢ pasando no le permiti¨® asistir al d¨ªa portugu¨¦s de esta Mostra, que tuvo como broche optimista la ceremonia de entrega al nonagenario cineasta Manoel de Oliveira del Premio Bresson.
La 'italiana' Mira Sorvino
Mira Sorvino, la actriz graduada por Harvard que gan¨® un Oscar a la mejor interpretaci¨®n secundaria por su caracterizaci¨®n de una prostituta est¨²pida y entra?able en Poderosa Afrodita, de Woody Allen, regresa este a?o a Venecia. La actriz concursa con El triunfo del amor, una pel¨ªcula que le ha permitido rodar en Italia. 'Ha sido como cumplir un sue?o', dec¨ªa ayer Sorvino a La Repubblica. 'Mi abuelo era de N¨¢poles y mi bisabuelo de Cascalenda. Sus recuerdos eran las leyendas doradas que alimentaban los sue?os de la familia. Estar aqu¨ª ha sido muy emocionante. Mi padre se siente muy cerca de Italia. Canta ¨®pera y cocina platos mediterr¨¢neos. Incluso intent¨® ense?arme italiano. Pero perdi¨® la paciencia a las tres semanas'.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.