Un parque por descubrir
El recinto de Juan Carlos I re¨²ne juegos, esculturas, lagos, jardines y un campo de golf en el Campo de las Naciones
Nadie sabe lo que tiene... hasta que lo conoce. Y 220 hect¨¢reas -60 dedicadas a un campo de golf p¨²blico- son suficientes para 'patear' el d¨ªa entero el parque Juan Carlos I y descubrir todo lo que ofrece para 'disfrute de los madrile?os', seg¨²n Mar¨ªa Jes¨²s Garc¨ªa-Alarilla, directora del parque. Este lugar, que tiene una extensi¨®n dos veces mayor a la del Retiro, era un antiguo estercolero, que fue recuperado en 1989. Las obras de adaptaci¨®n de la zona verde han respetado adem¨¢s la estructura del antiguo Olivar de Hinojosa, que tambi¨¦n ocupaba ese lugar.
En verano, cuando el calor aprieta, el parque se llena de m¨¢s y m¨¢s gente conforme avanza la tarde. Parejas mayores aprovechan la sombra de un ¨¢rbol para sentarse en un banco, los ni?os corren, los j¨®venes hacen ejercicio, familias enteras organizan picnics para aprovechar los ¨²ltimos d¨ªas de vacaciones. Todo depende de la imaginaci¨®n o de la destreza de los visitantes, que pueden llegar al lugar en metro, en la estaci¨®n Campo de las Naciones, o en el autob¨²s 122. 'Venimos aqu¨ª por los hijos, para que se diviertan', comenta el padre de cuatro ni?os, que se dirigen presurosos a la telara?a, un juego de redes. 'Es que me encanta', dice el m¨¢s peque?o.
El parque tiene una estructura similar a la de un hex¨¢gono, con un anillo de un kil¨®metro de di¨¢metro. El anillo est¨¢ dividido en las alegor¨ªas de las cuatro estaciones del a?o, cada una adornada con colores y vegetaci¨®n diferentes. Por ejemplo, en el Paseo de Invierno, con pavimento azul y con¨ªferas y abedules, se sit¨²a uno de los lugares m¨¢s caracter¨ªsticos: el jard¨ªn de las Tres Culturas. El Jard¨ªn Cristiano recuerda a un claustro medieval, el ?rabe tiene forma de mezquita y el Jud¨ªo es como el Muro de las Lamentaciones. Los tres tienen acceso individual y desembocan en un punto central que representa la idea del para¨ªso.
En el Paseo de Oto?o, decorado con tonos rojo, siena y blanco, est¨¢ la zona infantil, con juegos especiales seg¨²n la edad que tengan los ni?os. '?Con que no tengo cintura para bailar salsa?', pregunta un se?or a su esposa. El hombre, de cerca de 40 a?os, se balancea en una sillita con forma de payaso, uno de los juegos dedicados a peque?os menores de cuatro a?os. En toda el ¨¢rea verde hay paseos para montar en bicicleta y patinar, pistas de baloncesto y canchas de tenis, f¨²tbol 7 y f¨²tbol sala.
Una gran mano sale de la tierra, una familia rob¨®tica sobresale del agua, las formas femeninas de la Manolona se esconden detr¨¢s de unos ¨¢rboles y un enorme donut rojo obliga a los paseantes a mirar a lo alto de una colina. Son cuatro de las 17 esculturas que habitan el parque. La mayor¨ªa de ellas fueron construidas en 1992 por artistas de diferentes pa¨ªses que participaron en el Simposio Internacional de Esculturas al Aire Libre. Cada escultor eligi¨® el lugar donde quer¨ªa que fuera apreciada su obra.
El agua tambi¨¦n tiene un lugar importante en el parque. Un g¨¦iser de 35 metros de altura, fuentes, cascadas artificiales, la Pasarela de la Lluvia y la Matriz Tridimensional, invitan a refrescar un poco el cuerpo y calmar el calor. En la r¨ªa -de casi dos kil¨®metros de longitud-se puede dar un paseo con el catamar¨¢n, que sale diariamente del embarcadero. El coste es de 400 pesetas para adultos y 200 para ni?os y jubilados. En el lago se puede participar en competiciones de peque?as embarcaciones y los grupos especializados pueden pescar, con la condici¨®n de que usen un anzuelo que no mate al pez.
Cometas al viento
Por la tarde, cuando se levanta la brisa, las cometas buscan el viento desde una pradera. Un ni?o peque?o tiene problemas para controlar su volant¨ªn de Peter Pan mientras que un hombre maneja con destreza su cometa de tres metros de largo. '?ste es uno de los mejores sitios. Hay mucho aire y no hay ¨¢rboles', comenta.
Para los que no tengan muchas ganas de andar, el viaje en tren ofrece un panorama de los lugares m¨¢s representativos en pocos minutos. Por 300 pesetas para los mayores y 200 los ni?os, una grabaci¨®n en audio completar¨¢ el recorrido.
Casi en el centro del parque se encuentra la Estufa Fr¨ªa. Un microclima especial donde la temperatura permite cultivar plantas que no podr¨ªan crecer en ambientes calurosos, en especial las que vienen del mediterr¨¢neo y de sitios tropicales. Adem¨¢s de este invernadero, la estructura met¨¢lica presenta exposiciones itinerantes del Museo de Ciencias Naturales. En el segundo semestre del a?o le toca el turno a El ¨¢rbol, La vida en el ¨¢rbol y El mundo de los escarabajos. El horario de apertura es de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00.
Ya entrada la noche, no hay motivo para abandonar el parque. Cuatro terrazas -una de ellas cerca del lago- se convierten en el lugar preferido para descansar de las actividades. Ah¨ª se pueden comprar helados, refrescos, vinos, patatas y bocadillos.
El Juan Carlos I cierra de lunes a jueves a la una de la ma?ana, y los fines de semana, a las 3.00. '?ste es un lugar donde no se siente miedo por la noche', afirma Mar¨ªa Jes¨²s Garc¨ªa-Alarilla, su directora. Es m¨¢s de la medianoche y decenas de ni?os juegan en las canchas de futbol. Del parque, iluminado, empiezan a salir las familias, con el paso pausado y bolsas de pl¨¢stico con restos de comida en las manos, que son el recuerdo de lo que fue su verbena personal.
Baile de agua y colores
S¨®lo hay un momento de oscuridad y silencio. Despu¨¦s, chorros de colores bailan al ritmo de la m¨²sica. El agua se dispersa, salta, se hace peque?a, se eleva imponente. Se adaptan al comp¨¢s de su pareja, las melod¨ªas, que van desde la m¨²sica cl¨¢sica como El murci¨¦lago, de Strauss, a la moderna Nada de na', de Caf¨¦ Quijano. Mientras cientos de espectadores disfrutan la funci¨®n de la Fuente Cibern¨¦tica en el Auditorio, diez personas se encargan de coordinar los chorros de agua, el l¨¢ser, la luz y el sonido durante el espect¨¢culo. 'El objetivo es lograr que haya un todo y un uno solo', explica la directora del parque Juan Carlos I, Mar¨ªa Jes¨²s Garc¨ªa-Alarilla. En total, 40 personas trabajan en el espect¨¢culo. Una ni?a explica a su amigo franc¨¦s los lugares tradicionales de Madrid que proyecta el l¨¢ser sobre una pantalla acu¨¢tica. Los mayores comienzan a mover el cuerpo cuando suena The entertainer, de Joplin, pieza que recuerda a las pel¨ªculas del cine mudo. Durante el verano, y hasta el 9 de septiembre, este espect¨¢culo multimedia da comienzo a las 22.30 de jueves a domingo. Tiene un coste de 500 pesetas para los adultos y de 200 para ni?os y la tercera edad. 'Es un precio simb¨®lico', comenta Garc¨ªa-Alarilla. La directora explica que la tecnolog¨ªa y las cuotas por derechos de autor encarecen mucho el espect¨¢culo, tres distintos cada semana. El hilo conductor en todas es el tema ol¨ªmpico de Madrid 2012. Explotan decenas de fuegos artificiales. El cielo se ilumina de azul, verde, dorado. Todo vuelve a la oscuridad.
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