C¨®mo entenderse en la Uni¨®n Europea
La UE debate un proyecto para reducir el coste de int¨¦rpretes entre 21 lenguas oficiales
Antes de las vacaciones, el presidente de la Comisi¨®n Europea, Romano Prodi, se encontr¨® con que los ministros de Exteriores de Francia y Alemania, Hubert V¨¦drine y Joschka Fischer, le acusaban de favorecer el uso del ingl¨¦s en la UE y de atentar contra el principio de la pluralidad de lenguas. Todo esto si sale adelante un proyecto de reducir los costes de traducci¨®n e interpretaci¨®n simult¨¢nea que conllevar¨¢ la ampliaci¨®n en 2004 de 15 pa¨ªses a 25, que en lo que se refiere a las lenguas oficiales pasar¨¢ de 11 a 21. Babel se ha hecho realidad en las instituciones europeas.
Prodi se apresur¨® a contestarles por escrito, no en italiano, por supuesto: 'Est¨¦n tranquilos. No pretendemos el uniling¨¹ismo ni, ciertamente, imponer el ingl¨¦s como lengua ¨²nica'. Esas palabras aplacaron algo la ira del ministro alem¨¢n, pero no la del franc¨¦s.
Desde su aterrizaje hace ahora dos a?os en el cargo, Prodi ha sido tachado en Bruselas como 'un sospechoso militante angl¨®fono', pese a que entre sus cualidades no est¨¦ precisamente el dominio del ingl¨¦s.
Sus detractores le han acusado desde el inicio de estar en manos de Londres y de ponerse a las ¨®rdenes del vicepresidente de la Comisi¨®n, Neil Kinnock, para sacar adelante una reforma de personal, bastante m¨¢s peliaguda que la de los idiomas, que los sindicatos se resisten a apoyar. Y a Kinnock, que pese a vivir en Bruselas desde hace siete a?os no se maneja m¨¢s que en ingl¨¦s, se le cuelga el papel de promotor del conflictivo proyecto para racionalizar los costes de traducci¨®n e interpretaci¨®n.
En realidad, el plan de racionalizaci¨®n ha sido cocinado en la secretar¨ªa general de la Comisi¨®n,a cuyo mando est¨¢ el irland¨¦s David O'Sullivan, primer jefe de gabinete de Prodi cuando lleg¨® a la capital comunitaria.
En la Comisi¨®n se apresuran a se?alar que se trata s¨®lo de un borrador que a¨²n no han aprobado los comisarios. El debate se cerrar¨¢ este oto?o . 'El objetivo es ahorrar trabajo de traducci¨®n, ganar tiempo y, finalmente, mejorar la calidad', afirma un portavoz. 'El compromiso es salvar al cien por cien la pluralidad de lenguas. Y, ciertamente, nadie pretende imponer el ingl¨¦s como ¨²nica lengua de trabajo', agrega.
Del let¨®n al espa?ol
El plan pretende, como su nombre indica, hacer mucho m¨¢s racional la elaboraci¨®n de los documentos de discusi¨®n interna e intensificar la pol¨ªtica de lenguas pivote a la hora de la traducci¨®n simult¨¢nea. As¨ª, en la interpretaci¨®n, por ejemplo, del let¨®n al espa?ol, ante la dificultad de encontrar int¨¦rpretes directos en esas lenguas y el coste que comporta, se traducir¨ªa de una de ellas al ingl¨¦s o franc¨¦s y de ¨¦stas a la otra. Los documentos de la Comisi¨®n deben ser traducidos en las 11 lenguas oficiales, incluidas las innumerables modificaciones, a veces hasta una veintena, que se hacen antes de que se conviertan en textos finales. La idea es que esos papeles lleguen a la mesa del Colegio de Comisarios s¨®lo en el idioma en que hayan sido escritos, es decir, en una de las tres lenguas oficiales de trabajo existentes en la Comisi¨®n: ingl¨¦s, franc¨¦s y alem¨¢n (esta ¨²ltima, en realidad, apenas se usa).
No pocos opinan que tal iniciativa supondr¨¢ la consolidaci¨®n definitiva del ingl¨¦s en el seno de la Comisi¨®n y de las dem¨¢s instituciones europeas. Quiz¨¢s no les falte raz¨®n. El peligro estriba en saber cu¨¢l ser¨¢ el l¨ªmite y si todo ello redundar¨¢ en un mayor y decisivo poder angl¨®fono. La masiva extensi¨®n de la lengua de Shakespeare es algo que nadie discute en el mundo y en Europa. Se acepta resignadamente la derrota en la Uni¨®n, incluidos los pa¨ªses m¨¢s reacios.
Seg¨²n un eurobar¨®metro de finales del a?o pasado, el 41% de los encuestados declaraba hablar ingl¨¦s y casi un 70% pensaba que la poblaci¨®n europea deber¨ªa hacer un esfuerzo para estudiarlo. Mientras, en el Reino Unido, m¨¢s de las dos terceras partes de los interrogados confesaba no saber otro idioma que el suyo.
El volumen de papel de trabajo en la Comisi¨®n y las triqui?uelas burocr¨¢ticas que exige el r¨ªgido reglamento sirven para sustentar las tesis de los que creen que Bruselas equivale a despilfarro.
El Ejecutivo comunitario cuenta con unos 15.000 empleados y calcula que tendr¨¢ que reclutar unos 2.500 m¨¢s procedentes de los nuevos pa¨ªses miembros en los pr¨®ximos diez a?os. Casi 4.000 personas entre fijos y temporales est¨¢n involucradas en el trabajo de traducci¨®n e interpretaci¨®n. El a?o pasado, los servicios de traducci¨®n internos de la Comisi¨®n tuvieron que traducir a las dem¨¢s lenguas 675.00 p¨¢ginas de documentos preparados en ingl¨¦s y 400.000 en franc¨¦s. Con todo ese volumen de hojas -ciertamente reciclable- se podr¨ªa envolver la mitad de la superficie de Luxemburgo.
Esos datos son los que sirven de argumento para quienes ven en este proyecto una victoria irremediable de Shakespeare frente a Moli¨¨re y Goethe. Cervantes no cuenta. Al menos en la sede de la Comisi¨®n, aun cuando son cada vez m¨¢s los funcionarios que saben espa?ol. En esta ¨²ltima pol¨¦mica, el Gobierno de Madrid ha preferido adoptar el tancredismo, quiz¨¢s porque la pelea rebasa sus propios intereses. ?sta es una lucha franco-brit¨¢nica donde los alemanes se han sumado a los franceses por conveniencia. Alemania no ve reconocida su preponderancia de primer contribuyente europeo a la hora del tratamiento de idioma.
En las reuniones que los comisarios celebran cada mi¨¦rcoles abunda el ingl¨¦s, lo que agradecen sobremanera los brit¨¢nicos Kinnock y Chris Patten; ¨¦ste con casa campestre en Francia, pero tambi¨¦n sin demasiado o¨ªdo para las lenguas extranjeras.
El espa?ol tira la toalla
Desvanecida la entelequia del esperanto, es probable que el ingl¨¦s se convierta al final en la ¨²nica lengua franca de los europeos. La batalla ingl¨¦s-franc¨¦s est¨¢ perdida para los franc¨®fonos, al menos en la Comisi¨®n Europea. Se calcula que aproximadamente el 60% del trabajo hace tan s¨®lo diez a?os se efectuaba en franc¨¦s, mientras que en la actualidad no llega al 40%. El fuerte crecimiento que ha experimentado el espa?ol en el mundo no tiene del todo reflejo dentro de las propias instituciones europeas. Algunas batallas se libran con ¨¦xito, como sucedi¨® en la Euroc¨¢mara, cuando se puso en peligro el a?o pasado la presencia de algunas lenguas en los boletines de prensa. Otras se pierden de entrada o simplemente se aceptan como un tr¨¢gala. As¨ª ocurri¨® con la caprichosa decisi¨®n de Prodi de que un comisario no pudiera tener un portavoz que hablara su propio idioma. Los comisarios espa?oles tiraron de entrada la toalla, a diferencia de otros que al final hicieron caso omiso del presidente del Ejecutivo comunitario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.