El sue?o de los h¨¦roes
Mi amigo Fernando Iwasaki me conmin¨® a que leyera Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y, como me f¨ªo de su gusto literario, le hice caso. He quedado feliz con su recomendaci¨®n: el libro es magn¨ªfico, en efecto, uno de los mejores que he le¨ªdo en mucho tiempo y merecer¨ªa tener innumerables lectores, en esta ¨¦poca en que se ha puesto de moda la literatura ligera, llamada de entretenimiento, porque as¨ª aquellos comprobar¨ªan que la literatura seria, la que se atreve a encarar los grandes temas y rehuye la facilidad, no tiene nada de aburrida, y, al contrario, es capaz tambi¨¦n de encandilar a sus lectores, adem¨¢s de afectarlos de otras maneras.
El narrador de Soldados de Salamina insiste mucho en que lo que cuenta no es una novela sino 'una historia real' y seguramente se lo cree, igual que muchos que han celebrado el libro como una rigurosa reconstrucci¨®n de un hecho fidedigno, ocurrido en las postrimer¨ªas de la guerra civil espa?ola, cuyo protagonista fue Rafael S¨¢nchez Mazas, escritor y fascista, fundador de la Falange Espa?ola, ¨ªntimo amigo de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera y futuro ministro en el primer gobierno de Franco. Pero esto no es cierto; si lo fuera, el libro no valdr¨ªa m¨¢s que por los datos que contiene y su existencia -su valor-, como en el caso de un reportaje period¨ªstico, depender¨ªa por completo de una realidad ajena y exterior a ¨¦l, que la investigaci¨®n de que da cuenta el texto habr¨ªa contribuido a esclarecer. La verdad es otra: Soldados de Salamina es m¨¢s importante que Rafael S¨¢nchez Mazas y el fusilamiento del que escap¨® de milagro (cr¨¢ter de la historia), porque en sus p¨¢ginas lo literario termina prevaleciendo sobre lo hist¨®rico, la invenci¨®n y la palabra manipulando la memoria de lo vivido para construir otra historia, de estirpe esencialmente literaria, es decir ficticia.
La fantas¨ªa de un escritor no se vuelca siempre en lo anecd¨®tico; a veces, como en este caso, se centra en la disposici¨®n de los materiales que constituyen el relato, en la manera de organizar el tiempo, el espacio, la revelaci¨®n y la ocultaci¨®n de los datos, las entradas y las salidas de los personajes. Aun cuando todo lo que Soldados de Salamina cuenta fuera verdad, y los protagonistas que en la historia aparecen hubieran sido en la realidad tal como all¨ª se los describe, el libro no ser¨ªa menos novelesco, fantaseoso y creativo, debido a la astuta manera como est¨¢ edificado, al sutil artificio de su construcci¨®n. Y, tambi¨¦n, claro, a la fuerza persuasiva de su palabra, a la eficacia de su estilo, una realidad m¨¢s consistente e imperecedera que la realidad hist¨®rica que finge evocar. Aunque sean muy distintos de contenido, a m¨ª me ha recordado un libro que le¨ª hace siglos, The Quest for Corvo, de A. J. A. Symons, en apariencia una biograf¨ªa del ininteresante novelista brit¨¢nico autor de Adriano VII pero, en verdad, una detectivesca descripci¨®n de las mil y una aventuras que vivi¨® el propio Symons para escribir su biograf¨ªa. Como en aquella historia, en la de Javier Cercas la estrategia del narrador es m¨¢s inusitada y fascinante que lo que aparenta narrar.
Los personajes de Soldados de Salamina y sus peripecias tienen una vida relevante por la destreza con que son evocados y comentados por el inteligente narrador, un narrador que se las arregla, a la vez que nos cuenta c¨®mo Rafael S¨¢nchez Mazas escap¨® dos veces de la muerte, primero del pelot¨®n de fusilamiento y luego de un compasivo soldado republicano que le perdon¨® la vida, y c¨®mo sobrevivi¨® en los bosques de Catalu?a gracias a la conmiseraci¨®n de una familia campesina y a dos desertores, para contarnos c¨®mo consigui¨® ¨¦l contarnos esta historia, c¨®mo naci¨® la idea, qu¨¦ problemas enfrent¨® mientras la escrib¨ªa, qu¨¦ ayudas tuvo, las depresiones que debi¨® vencer, y la misteriosa manera como la tumultuosa vida real compareci¨® para ayudarlo a llenar los blancos e inyectarle confianza cada vez que su empresa literaria parec¨ªa hacer agua. Siento mucho tener que afirmar que esta otra historia -la de las oscuras frustraciones, ambiciones y empe?os de un joven escritor que, escribiendo estas p¨¢ginas, luchaba a muerte contra la amenaza del fracaso de su vocaci¨®n- es m¨¢s rica y conmovedora que la del pol¨ªgrafo falangista y sus desventuras en la guerra civil, y la que ha contagiado a esta ¨²ltima su vitalidad y poder¨ªo. Sin esta intrusi¨®n exhibicionista del propio narrador, relatando la desesperada apuesta que hace con este libro para resucitar una vocaci¨®n que hasta ahora siente frustrada, los percances que hace sesenta a?os padeci¨® S¨¢nchez Mazas en el santuario del Collell y la comarca circundante tendr¨ªan escaso inter¨¦s, no mayor que el de los miles y miles de episodios que atosigan las bibliotecas, ilustrando el caos, la crueldad, la estupidez, y a veces tambi¨¦n la generosidad y el hero¨ªsmo -todo mezclado- que caracterizan todas las guerras. Lo que les imprime un car¨¢cter singular y apasionante es la obsesi¨®n que ellos inspiran al narrador y su voluntad de investigarlos y contarlos hasta su ¨²ltimo resquicio, con un encarnizamiento de fan¨¢tico. En verdad, lo que sin propon¨¦rselo nos cuenta Soldados de Salamina es la naturaleza de la vocaci¨®n de un escritor, y c¨®mo nace, deshaciendo y rehaciendo la realidad de lo vivido, la buena literatura.
Este libro, que se jacta tanto de no fantasear, de ce?irse a lo estrictamente comprobado, en verdad transpira literatura por todos sus poros. Los literatos ocupan en ¨¦l un puesto clave, aunque no figuren en el libro como literatos, sino en forma de circunstanciales peones que, de manera casual, disparan en la mente del narrador la idea de contar esta historia, de hacerla avanzar, o la manera de cerrarla. La inicia S¨¢nchez Ferlosio, revel¨¢ndole el episodio del fusilamiento de su padre, y, cuando est¨¢ detenida y a punto de naufragar, la relanza Roberto Bola?o, hablando a Javier Cercas del fabuloso Antoni Miralles, en quien aqu¨¦l cree identificar, por un p¨¢lpito que todo su talento narrativo est¨¢ a punto de convertir en verdad fehaciente en las ¨²ltimas p¨¢ginas del libro, al miliciano an¨®nimo que perdon¨® la vida a S¨¢nchez Mazas. Este dato escondido queda all¨ª, flotando en el vac¨ªo, a ver si el lector se atreve a ir m¨¢s all¨¢ de lo que fue el narrador, y decide que, efectivamente, la milagrosa coincidencia tuvo lugar, y fue Miralles, combatiente de mil batallas, miliciano republicano en Espa?a, h¨¦roe an¨®nimo de la columna Leclerc en los desiertos africanos y compa?ero de la liberaci¨®n en Francia, el oscuro soldadito que, en un gesto de humanidad, salv¨® la vida al se?orito escribidor falangista convencido de que, a lo largo de la historia, siempre un pelot¨®n de soldados 'hab¨ªa salvado la civilizaci¨®n'.
Javier Cercas maneja con soltura los di¨¢logos y sabe aligerar con chispazos de humor -atribuidos casi siempre a la deliciosa malhablada que se llama Conchi- las p¨¢ginas excesivamente densas del relato. Pero no incurre nunca en la pirotecnia, en el mero efectismo. Y es capaz de reflexionar sobre asuntos peligrosamente truculentos, como el hero¨ªsmo, la moral de la historia, el bien y el mal en el contexto de una guerra civil, sin caer en el estereotipo ni la sensibler¨ªa, con una transparente claridad de ideas y una refrescante limpieza moral. Por eso, aunque las historias que nos cuenta su libro, deban m¨¢s a la invenci¨®n y a la magia verbal de que est¨¢ hecha la buena literatura que a un rastreo de testimonios y datos verdaderos, Soldados de Salamina tiene sus ra¨ªces muy hundidas en una realidad hist¨®rica sin la cual esta hermosa ficci¨®n no hubiera sido posible.
La realidad que el libro saca a la luz y pone en primer plano, model¨¢ndola con formas de gran nitidez y emocionante autenticidad, es la de los pobres diablos que, a diferencia de los Rafael S¨¢nchez Mazas de que est¨¢ plagada la historia, no glorifican la guerra ni la proponen como panacea de las miserias sociales, ni creen que la verdad de la filosof¨ªa est¨¢ en la boca de un fusil o en el ejercicio del terror, sino padecen en carne propia estos apocalipsis que otros, m¨¢s cultos, m¨¢s inteligentes y m¨¢s poderosos que ellos, conciben, planifican y desatan, para materializar un sue?o que, a la postre, resulta siempre un sue?o infernal. El gran personaje del libro de Cercas, el m¨¢s novelesco y el m¨¢s logrado, no es el inteligente y culto S¨¢nchez Mazas; es el pobre Miralles, guerrero de las buenas causas por pura casualidad, h¨¦roe sin quererlo ni saberlo, que, desfigurado por una mina despu¨¦s de pasarse media vida batallando, sobrevive como un discreto, invisible desgraciado, sin parientes, sin amigos, recluido en una residencia de ancianos de mala muerte, a donde va a sacudirlo de su inercia y su aburrida espera del fin, un novelista empe?ado en ver ¨¦picas grandezas, gestos caballerescos -pura literatura- donde el viejo guerrero s¨®lo recuerda rutina, hambre, inseguridad, y la imb¨¦cil vecindad de la muerte.
Luego de entrevistar a Miralles, en Dijon, el narrador regresa a Barcelona, y, en el tren, se siente primero euf¨®rico porque esa entrevista le permitir¨¢ terminar su libro. Luego, recordando lo que acaba de o¨ªr y de ver, fantasea y llora, condolido hasta los huesos por la maldad, la estupidez y el absurdo que delata, en la vida de los humanos, la vida del pobre Miralles. Esta escena peligros¨ªsima, donde el libro se acerca a las orillas mismas de la sensibler¨ªa, es en verdad el gran triunfo de Soldados de Salamina: una conclusi¨®n a la que da fuerza y legitimidad todo lo que hasta ahora el libro ha contado.
Quienes cre¨ªan que la llamada literatura comprometida hab¨ªa muerto deben leerlo para saber qu¨¦ viva est¨¢, qu¨¦ original y enriquecedora es en manos de un novelista como Javier Cercas.
? Mario Vargas Llosa, 2001. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2001.
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