El futuro de L'Horta, un debate pendiente

El pasado mes de marzo se puso en marcha por primera vez en el Pa¨ªs Valenciano, y como recoge nuestro Estatuto, una iniciativa legislativa popular con el fin de promover el debate y la aprobaci¨®n por parte del Parlamento valenciano de una ley que ordene y proteja la huerta de Valencia. La iniciativa ha recibido el apoyo de m¨¢s de 117.000 valencianos y valencianas.

Bajo mi punto de vista, sobre esta circunstancia cabe destacar dos aspectos: primero, que en casi 20 a?os de Estatuto y de autogobierno sea ¨¦sta la primera iniciativa promovida por la ciudadan¨ªa; y segundo, que sea sobre un tema -la protecci¨®n de la huerta- claramente vinculado a la ordenaci¨®n del territorio, una competencia espec¨ªfica de la Generalitat Valenciana, que hasta la fecha no ha ejercido.

Ciertamente, hoy en d¨ªa nadie puede negar que sobre la huerta de Valencia se han escrito y hecho aportaciones importantes desde sectores y ¨¢mbitos diversos: agr¨ªcola, econ¨®mico, cultural, hist¨®rico, paisaj¨ªstico y patrimonial. Se han prodigado las jornadas y los seminarios donde numerosos expertos han expuesto las excelencias de este espacio tan rico y caracter¨ªstico. Hace ahora un a?o fue el mismo Consell Valenci¨¤ de Cultura -una instituci¨®n propia de la Generalitat- quien dictamin¨® sobre la necesidad urgente de aplicar un marco legal para la protecci¨®n de la huerta.

Adem¨¢s, se puede constatar que la ciudadan¨ªa siente la huerta como algo cercano y entra?able, ligado al hecho mismo de ser valencianos. No en vano, ha sido durante siglos nuestra mejor carta de presentaci¨®n. Es, con mucho y como ha dicho el antrop¨®logo Joan F. Mira, lo que los valencianos hemos sabido hacer mejor que nadie. Por ello, la protecci¨®n de la huerta ha sido uno de los aspectos que m¨¢s ha movilizado y moviliza a nuestra sociedad.

Ahora bien, tampoco podemos negar la evidencia que la huerta de Valencia desaparece a un ritmo vertiginoso -se prev¨¦ su desaparici¨®n total en los pr¨®ximos 50 a?os de continuar las tendencias actuales-. De hecho, el impacto sobre este territorio se est¨¢ produciendo de manera m¨¢s traum¨¢tica: seccionando, desvertebrando su estructura l¨®gica y funcional. Las zonas urbanizadas se van extendiendo como manchas de aceite en forma de n¨²cleos urbanos, pol¨ªgonos industriales e infraestructuras, que van dejando las zonas de cultivo como meras islas a la espera de ser engullidas por un mar de cemento y hormig¨®n.

Por ello, desde sectores importantes de nuestra sociedad, hemos recibido la iniciativa legislativa popular, promovida por la plataforma Per un cintur¨® d'horta como una bocanada de esperanza y de ilusi¨®n. A mi entender, el conjunto de los valencianos y de las valencianas, y en particular nuestros parlamentarios y parlamentarias, tenemos a nuestro alcance una propuesta seria y argumentada que sirve perfectamente para iniciar un debate amplio y ambicioso que no puede tener otra finalidad que una verdadera y real protecci¨®n de la huerta de Valencia. De su contenido, destacar¨ªa algunos aspectos para m¨ª muy interesantes.

El primero de ellos es, sin duda, la necesidad de ordenar y planificar esta parte de nuestro territorio. Es inexplicable que, ya en el siglo XXI, un espacio como el que nos ocupa -con una presi¨®n urban¨ªstica y demogr¨¢fica tan importante- funcione, se planifique y se ordene a base de actuaciones parciales y estancas seg¨²n la administraci¨®n que tenga competencias para ejecutarlas: local, provincial, auton¨®mica, estatal e incluso europea. Esta falta de ordenaci¨®n no s¨®lo afecta a los espacios propios de cultivo, sino que repercute en el conjunto del territorio. La propuesta de ley establece criterios de ordenaci¨®n y de protecci¨®n concretos as¨ª como la creaci¨®n de un consejo asesor y consultivo para colaborar en la gesti¨®n de este espacio.

Un segundo aspecto que destacar¨ªa son las medidas de fomento de la actividad agr¨ªcola en L'Horta. La planificaci¨®n de cultivos, la mejora de las infraestructuras productivas y comerciales, las denominaciones de origen, el fomento de la agricultura ecol¨®gica, la formaci¨®n de los agricultores y el fomento del cooperativismo son aspectos que deben reorientar un sector ahora mismo en crisis en este ¨¢mbito. Sin agricultores y sin agricultura la huerta no puede existir porque no es un espacio estrictamente natural sino claramente creado y mantenido por el hombre.

Finalmente, como alcalde, debo resaltar la creaci¨®n de un fondo auton¨®mico de compensaci¨®n interlocal para establecer los mecanismos necesarios de redistribuci¨®n econ¨®mica entre municipios. La finalidad es que los ayuntamientos afectados por la protecci¨®n no vean mermados los ingresos presupuestarios derivados de los procesos de urbanizaci¨®n, que en estos momentos constituyen una de las principales v¨ªas de financiaci¨®n municipal.

Con todo, el debate est¨¢ servido y debe ser amplio y productivo.

Vicent Ahuir Cardells es alcalde de Meliana.