Ciencia: utilidad social o pesadilla
En estos tiempos de clonadores imparables y catastrofistas de todo tipo clama al cielo c¨®mo algunos se empe?an en transformar unas investigaciones geol¨®gicas completamente 'normales' en una pesadilla universal y perpetua, al querer convertir la tranquila hasta el aburrimiento y hermos¨ªsima isla de La Palma en una bomba planetaria permanentemente armada, lista para destruir millones de personas cuando le d¨¦ la gana sin que nada ni nadie pueda impedirlo.
A principios de los a?os noventa se daba la incomprensible circunstancia de que apenas se hab¨ªan investigado geol¨®gicamente las denominadas 'islas menores' del Archipi¨¦lago Canario (La Palma y El Hierro). Si la investigaci¨®n cient¨ªfica persigue el conocimiento y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, un conocimiento socialmente ¨²til, en este caso la incongruencia era manifiesta: se hab¨ªa dedicado un gran esfuerzo de investigaci¨®n volcanol¨®gica a las islas m¨¢s antiguas e inactivas mientras que se hab¨ªan relegado aquellas que por estar en el periodo m¨¢s activo de desarrollo presentaban mayor inter¨¦s para la volcanolog¨ªa y para la prevenci¨®n de los riesgos asociados a los procesos eruptivos. Este problema nunca se dio en las Hawaii, donde la investigaci¨®n volcanol¨®gica siempre se centr¨® preferentemente en la isla de Hawaii, la m¨¢s activa del archipi¨¦lago.
'Algunos se empe?an en convertir la tranquila y hermos¨ªsima isla de La Palma en una bomba planetaria'
Cuando en 1992 comenzamos un proyecto financiado por la Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa para el estudio del volc¨¢n Cumbre Vieja en La Palma, el volc¨¢n m¨¢s activo de Canarias y uno de los m¨¢s activos del planeta, no exist¨ªa ni siquiera un simple mapa geol¨®gico esquem¨¢tico por d¨®nde empezar. Las conclusiones del estudio, unos a?os m¨¢s tarde, indicaban ya la pronunciada inestabilidad del edificio volc¨¢nico, desarrollado hasta casi 2 kil¨®metros de altura en el cort¨ªsimo tiempo geol¨®gico de 120.000 a?os y asentado sobre los derrubios de un gigantesco deslizamiento ocurrido medio mill¨®n de a?os antes, que arrastr¨® al mar unos 200 kil¨®metros c¨²bicos de rocas, iniciando lo que hoy es la espectacular Caldera de Taburiente. Especialmente preocupantes parec¨ªan, en principio, las fallas de distensi¨®n de varios kil¨®metros que se abrieron en la erupci¨®n de 1949, descritas y fotografiadas por J. M. Bonelli Rubio, un ingeniero del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
Los resultados de estos estudios se presentaron en un congreso en la Sociedad Geol¨®gica en Londres en 1994, donde se gest¨® una colaboraci¨®n con ge¨®logos ingleses y franceses para el estudio de detalle de la estabilidad del volc¨¢n Cumbre Vieja. Al finalizar en 1997 estos estudios, financiados en gran parte por el departamento de Pol¨ªtica Territorial del Gobierno de Canarias, se convoc¨® un congreso internacional sobre inestabilidad en islas volc¨¢nicas oce¨¢nicas, celebrado precisamente en La Palma y al que asistieron 90 especialistas de todo el mundo. En el congreso se debatieron diversos temas, especialmente el 'estado geol¨®gico' del volc¨¢n Cumbre Vieja, lleg¨¢ndose a la conclusi¨®n de que se deb¨ªa continuar estudiando y vigilando instrumentalmente, como tantos otros, pero que ni presentaba indicios ni hab¨ªa evidencia de que implicara un riesgo inmediato significativo. Todos los datos de inter¨¦s de estos estudios se publicaron en revistas especializadas, llegando al nivel de divulgaci¨®n en peri¨®dicos y revistas de inter¨¦s general.
Por otra parte se comunic¨® con mucha antelaci¨®n a los responsables gubernativos, que lo acogieron con manifiesto desd¨¦n. Es curioso que nadie se presentara a saludar a los asistentes al congreso, muchos de ellos provenientes de las ant¨ªpodas (Hawaii, Jap¨®n...), pero a?os m¨¢s tarde se prestaron pomposamente a 'viajar a Londres' para 'convencer' a la BBC de que no difundieran el programa Horizon, que desencaden¨® todo el jaleo.
Hasta aqu¨ª se sigui¨® el procedimiento habitual y correcto: estudio, debate cient¨ªfico, comunicaci¨®n en revistas cient¨ªficas y a las autoridades, divulgaci¨®n ver¨ªdica. La prueba es que hab¨ªa quedado, como tantos otros temas de investigaci¨®n, en las estanter¨ªas de las bibliotecas y en los ordenadores de los cient¨ªficos. Y esto precisamente es lo que no debi¨® satisfacer a algunos que buscaron el a?o pasado los medios de comunicaci¨®n de masas y un tratamiento claramente catastrofista del tema (programa Horizon de la BBC, art¨ªculos en El Mundo...). Ahora los ge¨®logos ingleses vuelven a la carga convocando una rueda de prensa en Londres por la mera publicaci¨®n de un art¨ªculo en una revista cient¨ªfica que se cifra en ¨²ltimo t¨¦rmino en modelizar lo que ocurrir¨ªa si se produjera un fen¨®meno ya sobradamente conocido, en sus caracter¨ªsticas m¨¢ximas.
Es ciertamente un tratamiento catastrofista, m¨¢xime si se airea en los medios de difusi¨®n de esta forma. Porque es evidente que el riesgo existe, como tambi¨¦n es posible un megaterremoto en California, o la ca¨ªda de un meteorito sobre Londres... El problema es si no se a?aden restricciones de probabilidad (el deslizamiento gigante anterior en La Palma ocurri¨® hace m¨¢s de medio mill¨®n de a?os, la anterior erupci¨®n volc¨¢nica hace 30).
En la figura 4 del nuevo art¨ªculo de estos ge¨®logos -Cumbre Vieja Volcano-Potential collapse and tsunami at La Palma, Canary Islands (Geophysical Research)- aparece un esquema secuencial que har¨¢, sin duda, las delicias de los catastrofistas del mundo entero: una gigantesca ola alcanza a los 15 minutos La Gomera y El Hierro, a los 30, Tenerife, y en una hora, todo Canarias. En nueve horas este particular Armaged¨®n arrasa con olas de 25 metros la costa atl¨¢ntica de las Am¨¦ricas y el Caribe.
Si el escenario es, como indican, que 'una pr¨®xima erupci¨®n en la cresta del volc¨¢n probablemente disparar¨¢ un deslizamiento catastr¨®fico del volc¨¢n', La Palma pasa a ser una bomba montada de incalculable potencia capaz de producir una cat¨¢strofe planetaria de imposible predicci¨®n y tratamiento, buen tema para los adictos al d¨ªa del juicio final.
Al no haber posibilidad de predicci¨®n fiable del cu¨¢ndo o d¨®nde ser¨¢ la pr¨®xima erupci¨®n, que podr¨ªa darse en la cima de Cumbre Vieja en un siglo, un a?o, un mes... Por otra parte, ?qu¨¦ hacer ante una ola de 61 metros que llega a las costas del sur de Tenerife? La ¨²nica respuesta en t¨¦rminos de protecci¨®n civil es una evacuaci¨®n preventiva de centenares de miles de personas (por no decir millones) a las monta?as. Se podr¨ªa vigilar ansiosamente el volc¨¢n, pero sabemos que a veces hay avisos que se quedan en nada y otras veces el aviso, en forma de temblores de tierra, ha llegado apenas unas horas antes de la erupci¨®n. La localizaci¨®n es, asimismo, imprecisa. En la erupci¨®n de 1949 la actividad s¨ªsmica precursora bail¨® de norte a sur en una l¨ªnea de 25 kil¨®metros en las horas previas. ?C¨®mo saber, pues, si se trata de la erupci¨®n, en la cima del volc¨¢n, o una erupci¨®n inocua lejos de ella?
Si no podemos predecir y menos prevenir la erupci¨®n, ni parece factible ir evacuando a todo el mundo al primer aviso, ?qu¨¦ hacer? Hay una ¨²ltima soluci¨®n (y exagero deliberadamente para poner de manifiesto lo absurdo de todo el tema): si La Palma es una bomba planetaria y no se puede desmontar... liquid¨¦mosla. Llamemos a los TEDAX para que, previa explosi¨®n controlada, acaben con la amenaza.
En la actualidad hay m¨¢s cient¨ªficos activos que todos los que han existido a lo largo de la historia. La presi¨®n demogr¨¢fica, el publish or perish (publicar o morir) y la dificultad de alcanzar fondos para seguir investigando nos empuja a todos hacia temas lo m¨¢s impactantes posible. Todo el mundo quiere publicar en el peri¨®dico local o en el Nature. Pero tal vez sea m¨¢s necesario que nunca el autocontrol y el atenerse a las normas anteriormente mencionadas, del necesario debate de estos temas en los adecuados foros cient¨ªficos. Si no se hace as¨ª se puede jugar el papel contrario y en vez de ser la ciencia un elemento esencial y ¨²til para la sociedad puede transformarse en su peor pesadilla.
Juan Carlos Carracedo es volcan¨®logo en el CSIC.
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