Alarma
Se gritaba alarma, se encend¨ªan fogatas, repicaban las campanas, sonaban los a?afiles y la gente se aprestaba a defenderse. Las gentes de armas: durante siglos se escribi¨® 'las gendarmes' en buen espa?ol, luego se masculiniz¨® a la francesa. Era un grito ¨²til, salvador: luego fue mal visto por los totalitarios, que quer¨ªan que cundiera la idea de que con ellos todo va bien, y los vicios totalitarios se trasmitieron a las democracias modernas, que tambi¨¦n gritan su 'todo va bien' y tapan la alarma cuando pasa algo. El totalitario se ve¨ªa acusado porque dirig¨ªa un Todo, y obligaba al optimismo y a la gratitud: tapaba las se?ales de alarma, de la peste o la mala cosecha.
Ahora la alarma es algo de mal gusto: si mueren pacientes en la di¨¢lisis, hay que callarlo; es mejor la muerte de alguno por ignorancia que el desprestigio de alguien: las autoridades sanitarias, o el Gran Dem¨®crata. La serenidad, a veces, mata. Si aparece una gran estafa hay que tardar lo m¨¢s posible en que se sepa, para 'que no haya alarma' y para que, mientras, se puedan esconder los datos que convienen. Y las gentes estafadas incluso atacan a los que publican sus nombres: 'que no se sepa nada'. Esta frase es el preludio de unas formas de la censura que es hoy posible (y hay muchas) o de la intoxicaci¨®n. Incluso esa debil¨ªsima y vergonzante defensa que hace el PP, no s¨®lo de su inocencia, que es posible, sino de la culpabilidad de sus contrarios / hermanos en situaciones anteriores. O las represiones contra quienes levantaron alarma: el tristemente c¨¦lebre fiscal general castiga al fiscal menor que mezcl¨® a Piqu¨¦ en otra estafa.
Este r¨¦gimen reprime mucho: en lo p¨²blico y en lo privado -se reflejan mutuamente- de los que puedan alarmar. El delito (o agravante) de 'alarma social' es, precisamente, inicuo. Debe querer referirse, pienso, al que alarma o asusta sin ser verdad lo que dice. El bulo, la difamaci¨®n, la exageraci¨®n, la creaci¨®n del miedo.
Es interesante ver c¨®mo estos mismos represores, los de 'secretos de Estado' o 'fondos reservados', gritan alarma en los casos en los que les conviene. Han conseguido que el terrorismo sea la principal preocupaci¨®n de los espa?oles, cuando no es el primer problema: han aumentado el valor mismo de cada acto, aun colaborando con el acto criminal ('propaganda por el hecho', dec¨ªan sus antepasados), con tal de obtener beneficios pol¨ªticos o personales, y mezclar la buena fe social con intereses falsificados. Pero eso es otra historia, y muy grave.
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