Variedades
- Acotaciones. La mejor nos la ofrece Shakespeare en Cuento de invierno (acto III, escena tercera). Acaba el mon¨®logo de Ant¨ªgonus y leemos: 'Sale, perseguido por un oso'.
- Admiradores. A la salida de una funci¨®n del Lliure, una viejecita se acerca a Anna Lizaran y la abraza. '?Oh, Anna! ?Oh, qu¨¦ funci¨®n! ?Menuda funci¨®n!'. La actriz le pregunta: '?Le ha gustado?'. La viejecita menea la cabeza: 'En absoluto'.
- Ayer (funci¨®n de). O, tambi¨¦n, 'ensayo general con todo'. Siempre mejores que la noche del estreno. 'Ah, si hubieras venido la noche del ensayo general. ?Parec¨ªa que vol¨¢bamos!'. 'Ah, si hubieras visto la funci¨®n de ayer...'.
- 'Deadline'. Fran?ois Truffaut dec¨ªa que cuando a un ni?o le preguntan 'qu¨¦ vas a ser de mayor' nunca responde 'voy a ser cr¨ªtico', y es muy probable que tuviera raz¨®n. Yo entiendo la cr¨ªtica como una especie de dietario; como un contarse a s¨ª mismo y, de paso, a los dem¨¢s, lo que te ha emocionado, o divertido, o indignado. De peque?o estaba bastante m¨¢s loco que ahora, de modo que entre los 12 y los 15 a?os comenc¨¦ a escribir cr¨ªticas para peri¨®dicos imaginarios. Sal¨ªa de ver un espect¨¢culo que me hab¨ªa maravillado y necesitaba cont¨¢rselo a alguien; sentarme a escribir mis impresiones apresuradamente, como si ese peri¨®dico imaginario estuviera a punto de cerrar su edici¨®n.
Fran?ois Truffaut dec¨ªa que cuando a un ni?o le preguntan 'qu¨¦ vas a ser de mayor' nunca responde 'voy a ser cr¨ªtico', y es muy probable que tuviera raz¨®n. La cr¨ªtica es un contarse a s¨ª mismo, y de paso a los dem¨¢s, lo que te ha emocionado, divertido o indignado
A ese tipo de cr¨ªtica, escrita a vuelapluma al acabar un estreno, los norteamericanos la bautizaron como deadline. De hecho, como tantas otras cosas en el mundo del periodismo, la inventaron ellos. Yo sigo practicando, en cierta manera, el deadline, aunque no me haga ninguna falta: las notas esbozadas en desorden a la salida de un espect¨¢culo para intentar mantener una cierta tensi¨®n en la escritura, y para conservar tambi¨¦n las emociones en caliente de lo que acabo de ver, a sabiendas de que lo que escriba aparecer¨¢ una semana m¨¢s tarde y con esas emociones convenientemente retocadas, tamizadas, calmadas. Escribiendo en deadline vuelvo a jugar, como cuando era un cr¨ªo; vuelvo a sentirme un poco como Joseph Cotten en Ciudadano Kane, acabando su cr¨ªtica mientras Orson Welles espera, impaciente, en el despacho de al lado. Puedo imaginarme, en esa comedia, en ese juego cien por cien teatral, a los c¨®micos esperando en caf¨¦s muy lejanos, La Luna de Barcelona, la Chocolater¨ªa de San Gin¨¦s en Madrid, Elaine's en Broadway, corriendo luego a comprar el peri¨®dico reci¨¦n amanecido, casi con aroma de pan reci¨¦n hecho.
En Confessions of the butcher of Broadway, la despedida de Frank Rich tras 15 a?os de ejercicio, el ex cr¨ªtico teatral del New York Times cuenta que el deadline, usual durante las d¨¦cadas de 1930 y 1940, desapareci¨® de Broadway a principios de la de 1960, para ser sustituido por la rese?a tras el preestreno. Los cr¨ªticos estaban cansados de ir a la carrera, y los c¨®micos ten¨ªan la sensaci¨®n de que las rese?as escritas en deadline ten¨ªan un peligroso perfil de sentencia. David Merrick, el m¨ªtico productor de Hello, Dolly! y Oliver!, que siempre colocaba un signo de admiraci¨®n tras todos sus t¨ªtulos a modo de talism¨¢n (hasta que dej¨® de funcionarle), trat¨® de reimplantar el deadline por una noche, la del revival de La calle 42, buscando quiz¨¢ tambi¨¦n la coincidencia de fondo y forma, para que los cr¨ªticos se sintieran parte de un Broadway perdido; para que se creyeran, por una noche, un poco Ben Hecht, un poco Alexander Woollcott. Yo quisiera jugar a escribir siempre en deadline.
- Logro. Conseguir que, sin apenas darnos cuenta, reevaluemos nuestras primeras impresiones sobre los personajes; que no elevemos, como los abogados, nuestras conclusiones provisionales a definitivas, me sigue pareciendo uno de los logros mayores de un dramaturgo.
- Mejoras. Hay actores o directores que no mejorar¨¢n nunca porque creen que no lo necesitan: basta o¨ªrles hablar de s¨ª mismos esgrimiendo cifras y porcentajes de ocupaci¨®n. Es un trabajo perdido esperar nada de ellos. Como dec¨ªa la l¨²cida Madame de Merteuil, 'on acquiert rarement les qualit¨¦s dont on peut se passer'.
- Peligro. Ese actor joven llegar¨¢ lejos: sabe 'ponerse en peligro'.
- Segunda funci¨®n. La funci¨®n del d¨ªa que sigue al estreno. Para los actores, siempre mala, seg¨²n una antigua superstici¨®n. Para el director no, porque ya suele haberse largado. Habr¨ªa que suprimirla y pasar directamente a la tercera.
- Sensualidad. Lo m¨¢s dif¨ªcil de encontrar en teatro: un actor con sensualidad de actriz. No basta, obviamente, con ser homosexual: esa cualidad no siempre viene en el lote. Se requiere, como dijo Ken Tynan de la Dietrich, que el actor tenga 'sex but no gender'. Un ejemplo: Adrian Lester, Rosalind en el montaje de As you like it dirigido por Declan Donnellan.
- Telegrafiar. En jerga teatral, d¨ªcese del actor que se empe?a en mostrar al p¨²blico lo que piensa de su personaje, la opini¨®n que le merece. Cuanto m¨¢s lo hace, menos nos interesa, como un c¨®mico que se r¨ªe de sus propios chistes. (Continuar¨¢)
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