Desfalco de Sintel
Comete desfalco quien se apodera de dinero o bienes que est¨¢n bajo su custodia o administraci¨®n. La definici¨®n cuadra con lo ocurrido en Sintel -filial de Telef¨®nica vendida en 1996 al hombre de negocios cubano y l¨ªder anticastrista Jorge Mas Canosa, ya fallecido-, aunque todav¨ªa no se sepa qui¨¦nes lo han cometido. Lo decidir¨¢n los tribunales, porque un grupo de accionistas de la sociedad que posteriormente adquiri¨® la empresa ha presentado en Miami una demanda por fraude, malversaci¨®n, latrocinio, apropiaci¨®n indebida y otras figuras delictivas pr¨®ximas a lo que el diccionario define como desfalco. Esa demanda se dirige contra un hijo de Mas Canosa y dos directivos de Sintel que habr¨ªan actuado a las ¨®rdenes del primero. Son tres de las seis personas contra las que ya presentaron una denuncia los trabajadores de Sintel.
La empresa ya estaba en crisis cuando la vendi¨® Telef¨®nica en condiciones que los trabajadores consideraron sospechosas: como si el objetivo fuera librarse de ella transfiri¨¦ndola a alguien encargado de liquidarla. Fue lo que de hecho ocurri¨®. Mas Canosa la vendi¨® a otros propietarios de dudosa solvencia, y ¨¦stos, a una persona individual, en un proceso que fue diluyendo las responsabilidades y que presenta suficientes sombras como para que el juez Garz¨®n acordara en julio admitir a tr¨¢mite la querella presentada por la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n sobre la base de la denuncia de los empleados.
Cuesta seguir el relato de las operaciones descritas en la demanda de Miami. No es extra?o, puesto que su objetivo es precisamente sembrar pistas falsas sobre el destino del dinero que, seg¨²n los demandantes, acab¨® en las cuentas de la familia Mas Canosa tras pasar por para¨ªsos fiscales y otras realidades virtuales.
Lo m¨¢s interesante es la coincidencia de fondo entre lo que ahora denuncian los accionistas que se consideran estafados y lo que en enero pasado denunciaron los trabajadores: que Mas Canosa incumpli¨® sus compromisos y que nunca pens¨® en reflotar la empresa, sino en provocar su quiebra tras haberla vaciado. Entre las decisiones incomprensibles que los tribunales deber¨¢n investigar figura la de convertir a Sintel en avalista de su propia venta, lo que oblig¨® a esa empresa a adelantar m¨¢s de la mitad del coste de la operaci¨®n al comprador. La sospecha de los denunciantes de Miami es que la empresa de Mas Canosa fue el destino final al menos de 1.200 millones de pesetas que salieron de los fondos de Sintel.
El asunto no es un mero litigio privado. Telef¨®nica era p¨²blica cuando vendi¨® su filial, y la operaci¨®n ha acabado costando al erario p¨²blico 30.000 millones de pesetas. El Gobierno, como han reclamado continuamente los trabajadores de Sintel, deber¨ªa decir algo y tal vez personarse en las acciones judiciales abiertas.
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