Riesgo
La necesidad de responder resulta horrible en su trivialidad. Sencillamente, no es posible dejar de perseguir a una organizaci¨®n que ejecuta una masacre de tal magnitud, ni es razonable permitir que los responsables del ataque a Washington y Nueva York reciban cobijo de ning¨²n Estado. Huir a la vez de la brutalidad gratuita en la respuesta y del fatalismo en la reacci¨®n es el dilema al que se enfrentan los gobernantes a la hora de actuar y la opini¨®n p¨²blica a la hora de discernir. De ah¨ª que el mundo contenga la respiraci¨®n. La irrupci¨®n del terrorismo de destrucci¨®n masiva no s¨®lo estremece el coraz¨®n de las gentes: modifica de hecho las reglas de una sociedad orientada hacia el porvenir y deforma la convivencia de una civilizaci¨®n vertebrada por ese fen¨®meno que Anthony Giddens bautiz¨® como la 'colonizaci¨®n del futuro'. Nuestro entorno global, aquel en que se desenvuelve la cotidianidad, est¨¢ tejido por una compleja red de sistemas cuyo perfil de riesgo acaba de sufrir una sacudida descomunal. A los peligros estructurales que se derivan del transporte, la salud, el trabajo, el deterioro del medio ambiente, la amenaza latente de guerra nuclear, el clima o la alimentaci¨®n, se superpone ahora una embestida de alta intensidad que desgarra los l¨ªmites tolerables y altera repentinamente el estado de cosas anterior. Nos hallamos ante un suceso decisivo cuyo impacto en el perfil de riesgo de la modernidad todav¨ªa es dif¨ªcil de calibrar. Apuntan los soci¨®logos que en esas circunstancias las personas pueden optar por refugiarse en la autoridad m¨¢s tradicional, por volver la vista hacia las creencias preestablecidas, el orden y la religi¨®n, y tambi¨¦n que esos momentos suelen marcar la adquisici¨®n de nuevas destrezas y la apertura de horizontes sociales in¨¦ditos y de posibilidades pol¨ªticas sin explorar. Esa ambivalencia de la desestabilizaci¨®n no puede afrontarse desde el radicalismo, el optimismo irreflexivo, el pesimismo c¨ªnico o la fantas¨ªa moral. Cuando se disipe la nube de polvo que cubre Manhattan, descubriremos que el ataque de los terroristas suicidas no s¨®lo ha reducido a escombros las Twin Towers sino que ha derribado algunos esquemas que nos permit¨ªan vivir y progresar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.