Miedo a un mundo peor
Los terroristas lo han logrado: el miedo se ha apoderado del mundo. Miedo ante lo que ha ocurrido: lo que s¨®lo contemplaban algunas novelas ha pasado delante de nuestros ojos, pues la televisi¨®n, en directo, se ha convertido ya en una extensi¨®n de nuestra vista, y los terroristas lo saben. Miedo ante posibles nuevos atentados que estos terroristas, sean quienes sean, hayan podido preparar hace tiempo para cometerlos despu¨¦s. Miedo ante c¨®mo reaccione la econom¨ªa a lo que ya ha ocurrido y a lo que pueda ocurrir. Tambi¨¦n hay miedo no tanto ante la respuesta 'arrolladora' que, justificadamente, promete Bush, sino a las consecuencias no buscadas ni previstas, de todo orden, de tal respuesta. No es que lo que pase es que no sabemos lo que nos pasa, sino que estamos en esa situaci¨®n que describiera Octavio Paz tras la ca¨ªda del muro del Berl¨ªn, una crisis de futuro agudizada por el derrumbe de otro s¨ªmbolo de signo contrario, las Torres Gemelas de Nueva York, aunque, m¨¢s que el s¨ªmbolo, lo que entristece y angustia es la suerte de las personas que han quedado sepultadas. Y ello cuando la calidad del liderazgo pol¨ªtico en el mundo ha bajado.
Pronto veremos c¨®mo empieza, pero el combate monumental del 'bien contra el mal' que promete Bush no se sabe c¨®mo acabar¨¢, si es que tiene alg¨²n final. ?Se va a lanzar una guerra mundial contra el terrorismo? Como se?ala Moises Naim, director de Foreign Policy, ¨¦sa es una guerra, si guerra es, pues puede no tener un frente claro, que no se puede ganar as¨ª como as¨ª, pues 'ser¨¢ permanente, con enemigos escurridizos y cambiantes, e incluso victorias importantes no asegurar¨¢n que el enemigo quede derrotado'. De eso, en Espa?a sabemos algo.
Si se confirma que Osama Bin Laden est¨¢ detr¨¢s, EE UU va a ir a por ¨¦l y a por el r¨¦gimen en Afganist¨¢n. Pocos llorar¨¢n por los talib¨¢n, aunque el r¨¦gimen fundamentalista extremo sea el resultado de una equivocada pol¨ªtica de EE UU, que foment¨® este tipo de movimientos tras la invasi¨®n sovi¨¦tica, y que de all¨ª se expandieron con buen apoyo saud¨ª. Pero, aunque sea barro de aquellos lodos, Osama Bin Laden es un h¨¦roe para muchos. Al ver algunas manifestaciones de j¨²bilo tras el atentado, cabe pensar que el golpe a EE UU ha alegrado a los que m¨¢s perjudica y beneficiado a sus oponentes. Israel, de cuyos servicios secretos, junto con los rusos, ahora necesita EE UU, es el que ha salido, de momento, ganando. No puede sorprender que Arafat, que s¨ª entiende de esto, saliera temblando a donar sangre. Pero Washington cometer¨ªa un error de bulto si dejara hacer libremente a Sharon. De la guerra del Golfo sali¨® un proceso de paz. De ¨¦sta, y mejor antes, debe salir otro, o EE UU acabar¨¢ perdiendo la legitimidad que ha ganado para actuar.
De momento, Bush intenta buscar los m¨¢s amplios apoyos posibles, tambi¨¦n en el mundo musulm¨¢n. Pero est¨¢ por ver si estas sociedades, tanto tiempo maltratadas, seguir¨¢n a sus Gobiernos, pues incluso en estos reg¨ªmenes cerrados hay opini¨®n p¨²blica. Es m¨¢s, son las sociedades las correas de transmisi¨®n de estas opiniones, por encima incluso de los medios de comunicaci¨®n. Bush ha insistido una y otra vez en la necesidad de tolerancia, pues las comunidades musulmanas en Occidente tambi¨¦n est¨¢n asustadas ante la ola de xenofobia que se puede desatar si se confunde islam, incluso fundamentalista, y terrorismo. Y fuera, una mala reacci¨®n frente a un pa¨ªs como Ir¨¢n puede echar a pique los esfuerzos de apertura del presidente Jatam¨ª. El ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York no responde a un choque de culturas a la Huntington, pero si se gestiona mal la reacci¨®n se puede convertir en eso, con la agravante de que el conflicto no lo tendr¨ªamos s¨®lo fuera, sino dentro, pues nuestras sociedades son ya multiculturales.
?Se ha abierto un nueva era? La tentaci¨®n de afirmarlo es f¨¢cil. Soy de los que vienen considerando que estamos en una transici¨®n que empez¨® con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989, y que a¨²n no ha llegado a la mitad. Esta nueva versi¨®n de pax americana no tiene grandes posibilidades de funcionar en un mundo desbocado, que requiere de m¨¢s pol¨ªtica y m¨¢s justicia. Que el desastre de las Torres Gemelas impulse esa reflexi¨®n de c¨®mo mejorar el mundo ser¨ªa positivo. Pero es de temer que queden otros a?os, bastantes m¨¢s, de desorden. ?ste ha sido un brusco despertar al siglo XXI. Y el miedo, al cabo, no est¨¢ causado s¨®lo por la incertidumbre, estado natural del ser humano. Es miedo a un mundo peor.
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