El ataque contra EE UU y su respuesta 3
Le env¨ªo la carta abierta que he remitido a un miembro de la United States National Academy of Sciences:
'Perm¨ªteme, en primer lugar, expresarte todo el pesar que siento por el criminal atentado del pasado martes, un acto b¨¢rbaro sin precedentes ni justificaci¨®n posible. Nadie puede permanecer indiferente ante semejante salvajada. La obcecaci¨®n y el fanatismo parecen no conocer l¨ªmites en algunas mentes. Y, justamente ante ello, perm¨ªteme tambi¨¦n que me declare honestamente convencido de que la libertad se basa en el respeto hacia los dem¨¢s y en la equidad por encima de todo. Sobran indicios para temer que no ser¨¢ ¨¦sa la actitud que guiar¨¢ la respuesta del Gobierno estadounidense.
Los ciudadanos norteamericanos relevantes y ecu¨¢nimes como t¨² ten¨¦is la alta responsabilidad de conformar opini¨®n p¨²blica razonable y, as¨ª lo creo, tratar de influir sensatamente sobre vuestras autoridades. Este acto, desde luego injustificable, no es en absoluto inexplicable. Bien al contrario, canaliza, aunque p¨¦sima e inadmisiblemente, toda la ira acumulada ante tanta inequidad, arbitrariedad e injusticia que la primera potencia mundial ha tolerado, alimentado o directamente provocado de muchos a?os a esta parte. Deb¨¦is tener el valor de decirlo a vuestros conciudadanos. Quien siembra vientos, recoge tempestades.
Ning¨²n otro pa¨ªs tiene fuerzas armadas permanentemente desplegadas por todo el mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, ning¨²n otro pa¨ªs democr¨¢tico ha invadido, ocupado, bloqueado o atacado militarmente a terceros en grado comparable (Corea, Vietnam, Granada, Cuba, Panam¨¢, Somalia, Irak...), por no hablar de las incontables intervenciones inconfesadas de la CIA o del apoyo a toda clase de tiranos, desde Somoza a Pinochet, pasando por Marcos o Batista.
Estados Unidos ha librado guerras en muchos lugares, abiertas o encubiertas, sin que nadie previamente se hubiera propuesto hac¨¦rselas de forma premeditada. Estados Unidos ha capitaneado la imposici¨®n de un orden social injusto que mundializa los mercados sin globalizar la econom¨ªa. Incluso ha declarado la guerra al planeta neg¨¢ndose a suscribir los tratados ambientales que todo el mundo se aven¨ªa a respetar. ?Qu¨¦ clase de sentimientos crees que eso suscita en el ¨¢nimo de las gentes, sobre todo en el de quienes sufren directamente las dolorosas consecuencias de todo ello?
Hay que combatir el terrorismo y los fanatismos que lo sustentan, por supuesto. Justamente por ello hay que empezar por abolir sus causas. El fundamentalismo isl¨¢mico, tan aborrecible como cualquier otro, no florecer¨ªa como lo hace si millones de seres desesperados no encontraran en ¨¦l un falso refugio a falta de un verdadero recaudo.
El fanatismo terrorista es la peor expresi¨®n de la insostenibilidad del modelo que Occidente alimenta y los Estados Unidos lideran, dig¨¢moslo claramente. Los bombardeos que se avecinan no reequilibrar¨¢n la renta de los m¨¢s desfavorecidos; al contrario: incrementar¨¢n su miseria, destruir¨¢n sus escasas esperanzas y engrosar¨¢n las filas de futuros terroristas. Eso s¨ª: aumentar¨¢n el negocio de los fabricantes de destrucci¨®n masiva, en un perverso proceso de retroalimentaci¨®n del sistema que se tratar¨ªa de cambiar.
Ten¨¦is que preguntarlo a vuestros gobernantes: ?van a combatir el terrorismo o van a vengarse de los terroristas? El gesto alto y generoso ser¨ªa lanzarse al primer combate, que a lo mejor comienza en Wall Street, al ladito mismo de las torres abatidas. Entonces ser¨ªais grandes; si no, s¨®lo seguir¨¦is siendo poderosos.
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