Escribir para olvidar
Psic¨®logos, psiquiatras, terapeutas y dem¨¢s expertos est¨¢n aconsejando a las v¨ªctimas de la cat¨¢strofe que escriban cuanto antes sus experiencias, para evitar as¨ª los efectos del manoseado s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico. No dir¨¦ yo que sea mal consejo, pero siento cierta desconfianza por los consejos urbi et orbi, esas recomendaciones globalizadas que saltan por encima de los individuos y se olvidan de que cada uno es un mundo. Am¨¦n de que utilizar la escritura como ca?er¨ªa de desag¨¹e no parece lo m¨¢s apropiado, al menos en todos los casos. No estar¨ªa mal que recomendaran tambi¨¦n, por ejemplo, leer algunos libros determinados o escuchar m¨²sica apropiada para el estado de ¨¢nimo. Parece que el bienestar consiste en vaciarnos y tiene poco que ver con una digesti¨®n adecuada.
Si no est¨¢n de acuerdo conmigo, miren lo que le ha ocurrido a la se?ora de Gescartera. Quiz¨¢ influida por el consejo de los expertos y sanadores, se pone a escribir un diario con todas sus experiencias y hechos cotidianos, y luego pasa lo que pasa. A lo mejor evit¨® la aparici¨®n del s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico, pero a cambio desencaden¨® un s¨ªndrome judicial bastante m¨¢s perjudicial para ella. Y encima de su pu?o y letra, a la antigua, en lugar de hacerlo con rat¨®n y pantalla, que siempre es m¨¢s virtual y hasta se le puede poner una clave protectora. Que no, que no siempre es bueno desahogarse con la escritura.
Y en el caso de los pol¨ªticos todav¨ªa es peor, deber¨ªan aprender a convivir razonablemente con su propio estr¨¦s sin necesidad de manifestarlo por escrito. Zaplana, por ejemplo, liber¨® su estr¨¦s escribiendo o, al menos, leyendo un discurso en el que manifestaba sus deseos y esperanzas de reestructurar el gobierno. Pero parece que era escritura terap¨¦utica m¨¢s que realidad, simple desahogo, porque ahora advierte claramente que no es para tanto y que no hay ninguna prisa. Sin embargo, superado el s¨ªndrome, lo escrito y lo dicho en el debate provocan de nuevo intranquilidad y expectativas frustradas. Una vez m¨¢s, la escritura desiderativa tiene sus peligros.
Gallard¨®n, en Madrid, acaba de hacer justo lo contrario porque, tambi¨¦n en el debate sobre el estado de la regi¨®n, escribi¨® actuando. Modifica el gobierno, actualiza su estructura y se quita de encima viejos problemas, anticip¨¢ndose as¨ª a las dificultades inmediatas del futuro pol¨ªtico. Gallard¨®n no escribe, hace gobierno, pronuncia con palabras lo que ya est¨¢ decidido.
La conclusi¨®n es que escribir no siempre es tan beneficioso como dicen y, visto lo visto, recomiendo utilizar otro tipo de terapias menos expansivas. Escribir para olvidar puede tener consecuencias desastrosas, ya seas v¨ªctima de una cat¨¢strofe, de un diario comprometido o de tus propios deseos de cambio. Al final, siempre habr¨¢ alguien que te lo recuerde, formulando la t¨ªpica y absurda pregunta: ?d¨®nde estabas cuando decidiste hacer el diario? ?Te acuerdas que hac¨ªas cuando tomaste la decisi¨®n de hablar de cambios de gobierno? La memoria colectiva es terrible, es implacable, por mucho que escribas para olvidar siempre se empe?a en que recuerdes. Es mejor aceptar lo que dec¨ªa el fil¨®sofo, de lo que no podemos hablar debemos guardar silencio.
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