Unidos contra el terrorismo
Los terroristas que atacaron a Estados Unidos el 11 de septiembre ten¨ªan como objetivo a una naci¨®n pero hirieron al mundo entero. Muy pocas veces, quiz¨¢s nunca, ha estado el mundo tan unido como lo estuvo en ese d¨ªa terrible. Era una unidad cimentada en el horror, el miedo, la indignaci¨®n y la profunda solidaridad con el pueblo de Estados Unidos. Esa unidad tambi¨¦n nac¨ªa del hecho de que en el World Trade Center trabajaban hombres y mujeres de todas creencias y de m¨¢s de sesenta naciones. El ataque se hab¨ªa dirigido realmente contra toda la humanidad, y toda la humanidad tiene inter¨¦s en derrotar a las fuerzas que hab¨ªa detr¨¢s de ¨¦l.
Cuando Estados Unidos decida qu¨¦ medidas tomar¨¢n en defensa de sus ciudadanos y el mundo haga frente a las consecuencias mundiales de esta calamidad, se invocar¨¢ y se pondr¨¢ a prueba la unidad del 11 de septiembre. He expresado al Presidente Bush y al Alcalde Giuliani -y a los neoyorquinos en los servicios religiosos celebrados en iglesias, sinagogas y mezquitas- la total solidaridad de Naciones Unidas con Estados Unidos y su pueblo en esta hora de dolor. En menos de 48 horas, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General se unieron a m¨ª para condenar los ataques y votaron en apoyo de las medidas que se adopten contra los responsables y contra los Estados que les ayudan, apoyan o protegen. Que nadie ponga en duda esa solidaridad.
Tampoco debe dudar nadie de que el mundo entero est¨¢ resuelto a luchar con-tra ese flagelo todo el tiempo que sea necesario. De hecho, la respuesta mundial m¨¢s elocuente que han recibido hasta ahora los ataques de la semana pasada ha sido el compromiso de los Estados de todas las creencias y todas las regiones a actuar con firmeza contra el terrorismo. En un momento como ¨¦ste, el mundo se define no s¨®lo afirm¨¢ndose a favor de algo, sino tambi¨¦n en contra de algo. Naciones Unidas -y la comunidad internacional- debe tener el valor de reconocer que lo mismo que hay objetivos comunes hay enemigos comunes. Para derrotarlos, todas las na-ciones de buena voluntad deben aunar sus fuerzas en un esfuerzo conjunto que abar-que todos los aspectos del sistema mundial abierto y libre que tan arteramente han explotado los autores de las atrocidades de la semana pasada. Naciones Unidas ocupa una posici¨®n singularmente propicia para promover ese esfuerzo. Ofrecen el foro necesario para formar una coalici¨®n universal y pueden dar legitimidad mundial a la reacci¨®n contra el terrorismo a largo plazo. Los convenios y convenciones de las Naciones Unidas proporcionan ya un marco jur¨ªdico para muchas de las medidas que deben adoptarse con el fin de erradicar el terrorismo, incluida la extradici¨®n y el enjuiciamiento de los perpetradores, as¨ª como la represi¨®n del blanqueo de dinero. Es preciso que estos instrumentos se apliquen plenamente.
No obstante, para esa respuesta es esencial que se fortalezca y no se rompa la unidad mundial del 11 de septiembre. Aunque el mundo debe reconocer que hay enemigos comunes a todas las sociedades, debe comprender igualmente que esos enemigos no se definen nunca por sus or¨ªgenes religiosos o nacionales. Ning¨²n pueblo, ninguna regi¨®n y ninguna religi¨®n deben ser condenados, atacados ni puestos en la picota por los actos incalificables de unos individuos. Como lo ha dicho el Alcalde Giuliani, 'eso es exactamente contra lo que luchamos'. ?l y el Presidente Bush han demostrado un admirable liderazgo al condenar los ataques contra los musulmanes en los Estados Unidos, y otros dirigentes han hecho lo mismo en todo el mundo. Obrar de otro modo y permitir que las divisiones entre las sociedades y dentro de ellas se vean exacerbadas por esos actos ser¨ªa trabajar en favor de los terroristas, y nadie puede desear ese resultado.
Hoy el terrorismo amenaza a todas las sociedades y a todos los pueblos, y cuando el mundo toma medidas contra sus autores, se nos ha recordado a todos la necesidad de afrontar toda la serie de condiciones que permiten el crecimiento de ese odio y esa depravaci¨®n. Tenemos que oponernos m¨¢s resueltamente a la violencia, al fanatismo y al odio. Naciones Unidas debe continuar su labor mientras combatimos los males de nuestros tiempos -conflictos, ignorancia, pobreza y enfermedad-. Con esto no se pondr¨¢ fin a todas las fuentes de odio y a todos los actos de violencia -hay quienes odiar¨¢n y matar¨¢n incluso si se han corregido todas las injusticias-. Pero si el mundo puede demostrar que seguir¨¢ adelante, que perseverar¨¢ para crear una comunidad internacional m¨¢s fuerte, m¨¢s justa, m¨¢s generosa y m¨¢s aut¨¦ntica por encima de las diferencias de religi¨®n y de raza, el terrorismo habr¨¢ fracasado.
Kofi Annan es secretario general de la ONU.
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