La explosi¨®n qu¨ªmica de Toulouse se cobra 29 vidas
Uno de los heridos graves es un camionero de Girona, que padece fractura de cr¨¢neo
El mill¨®n y medio de habitantes del ¨¢rea de Toulouse han pasado en 24 horas del miedo y los rumores sobre 'un avi¨®n que volaba bajo' cerca de la f¨¢brica de AZF y el temor a la nube t¨®xica a la indignaci¨®n. Consideran que el desastre es consecuencia del mal estado del viejo dinosaurio industrial de L'Onia, como popularmente se conoce a la qu¨ªmica desde su creaci¨®n, en 1924. La rabia se generaliza a medida que se conoce el grado de obsolescencia de la f¨¢brica. El balance no es para menos: 29 muertos y 1.170 heridos, 50 de ellos graves, y miles de domicilios da?ados. Los muestras de solidaridad de los ciudadanos han sido impresionantes.
Durante la madrugada de ayer, los bomberos siguieron trabajando entre el asfixiante hedor del amoniaco. Localizaron nuevos cad¨¢veres entre las ruinas industriales alrededor del cr¨¢ter de 50 metros de di¨¢metro y 5 de profundidad que produjo una terrible explosi¨®n a las 10.15 del pasado viernes, comparable a un terremoto de magnitud 3,4 grados en la escala de Richter.
La mayor parte de las v¨ªctimas son empleados de AZF que en el momento de la explosi¨®n trabajaban en la f¨¢brica y otras adyacentes. 'La chimenea de AZF vol¨® como un cohete m¨¢s de treinta metros', explica un joven con la cabeza vendada que en la ma?ana de ayer buscaba a sus compa?eros despu¨¦s de la tragedia. 'Yo estoy vivo, pero mi compa?ero no', le explica a su pareja, que, de su mano, recorre los contornos de lo que fuera la qu¨ªmica AZF.
Uno de los heridos graves es el camionero catal¨¢n Josep Crua?es, que transportaba fertilizantes desde AZF y que tuvo que ser intervenido de una fractura de cr¨¢neo causada por el impacto de cascotes. Su cami¨®n, con matr¨ªcula de Girona, ha quedado desballestado, bien pr¨®ximo al cr¨¢ter de la explosi¨®n. A su lado, el esqueleto de un tren y varias locomotoras echaban humo 24 horas despu¨¦s del accidente.
El segundo gran grupo de v¨ªctimas son usuarios de la autopista que pasa justo por encima del lado sur de la qu¨ªmica. 'Pas¨¦ por ese tramo poco despu¨¦s de la explosi¨®n y me ofrec¨ª para llevar heridos. Era dantesco. Vi mucha sangre, gentes atrapadas en sus coches, cuerpos en el suelo y una capa de polvo marr¨®n que cubr¨ªa todo, coches, cuerpos, asfalto', explica Aira Denis, monitor deportivo de un centro pr¨®ximo a AZF, uno de los hijos del exilio republicano, de madre catalana y padre vasco. 'Imag¨ªnese ir por la autopista a toda velocidad y recibir la sacudida de la onda expansiva y miles de kilos de cascotes que caen del cielo', resume Denis.
La nube t¨®xica
El miedo a los efectos de una nube t¨®xica provocada por el nitrato de amonio desciende a medida que pasan las horas, Los ecologistas insisten en que se trata de un 'explosivo primario' y que se operaba de forma negligente. Recuerdan otras cat¨¢strofes con este agente qu¨ªmico, como la de Brest en 1947.
La divulgaci¨®n de im¨¢genes del lugar de los hechos -cosa que los responsables de Total Fina Elf, la matriz de AZF, quisieron evitar- ha permitido al menos que los afectados se olviden de la posibilidad de un atentado.
En la madrugada del s¨¢bado, los centros de acogida de evacuados fueron un hervidero de rumores sobre aviones que volaban bajo. Finalmente, la hip¨®tesis de un error en la manipulaci¨®n de productos qu¨ªmicos parece el eje central de la investigaci¨®n policial sobre el origen de la explosi¨®n, cuya onda expansiva caus¨® da?os a diez kil¨®metros a la redonda de la f¨¢brica accidentada. Los vecinos se distra¨ªan comentando el capricho de la onda expansiva, que a veces se ceba en los cristales de un vecino y deja intactos los de otro.
Ayer, s¨¢bado, el ruido de los trozos de cristales cuando caen en recipientes de recogida era el recordatorio sonoro de la explosi¨®n repetido en el silencio de las calles liberadas del ulular de las sirenas.
Algunos responsables de compa?¨ªas aseguradoras estiman que los da?os materiales por la explosi¨®n pueden compararse con los causados por las tempestades que asolaron Francia en 1999.
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